El 15 de mayo del 2019, el presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, firmó un decreto que recurre a la Ley de Poderes Económicos de Emergencia Internacional, y prohibió el comercio con Huawei. Luego la Oficina de Industria y Seguridad (BIS) agregó a Huawei Technologies a la lista de entidades censurada, conocida como la Lista Negra. La BIS agregó a 68 afiliadas de Huawei ubicadas en 26 países.
El gobierno estadounidense ataca a Huawei como empresa alrededor del mundo de manera inédita. La interrogante es por qué tanta saña. Intentaremos revisar las razones del furor y sus efectos sobre la empresa y cómo le resulta a la economía de Estados Unidos esta moderna guerra contra una sola empresa utilizando toda una batería de comercio internacional con un solo fin: quebrar Huawei y poner en la cárcel a sus dueños.
Lo primero que se debe señalar es que la normativa del BIS tiene un efecto interno en Estados Unidos que fabrica con marca un conjunto de piezas y software estadounidenses mediante empresas como Google, Qualcomm, Broadcom e Intel, así como la empresa japonesa Panasonic y recientemente el fabricante de chips británico Arm, se han sumado a las restricciones a Huawei. Con esta medida, Estados Unidos intenta proteger sus cadenas de suministro y de tecnología de la información. El único problema es que los productos genéricos de lo que fabrican estas empresas están disponibles en Asia, de manera análoga a la industria farmacéutica.
La medida pone en evidencia la postura hostil de Estados Unidos ante el avance de China como proveedor de la red móvil 5G a nivel mundial. La ambición americana es que sea AT&T quien tenga la red 5G mundial. Con Huawei en la delantera, se ha perdido esta posibilidad. Estados Uniodos ha boicoteado sistemáticamente la 5G, con misiones a los países que han considerado su compra desde agosto del 2018, y han conseguido bloquearla en algunos casos. Dicha situación, aunada a las recientes represalias, ha provocado una caída en el valor de las acciones de Huawei en la Bolsa de Shenshen. Los inversionistas chinos en Huawei están resistiendo la guerra y todo parecería que dado el precio de las acciones en picada, la empresa estaría camino a la quiebra. ¿Lo está?
Si bien estos ataques han afectado a Huawei en términos financieros, las medidas de mayo han afectado a las empresas estadounidenses tecnológicas líderes , como Qualcomm y Google. Este hecho hizo que Trump emitiera una licencia de 90 días, con término al 19 de agosto del 2019, para encontrar una solución con la empresa Huawei a largo plazo.
Huawei se encuentra como el tercer proveedor de teléfonos inteligentes del mundo. En agregado, China encabeza esta lista como el máximo país proveedor de esta tecnología. Las medidas establecidas por Trump representan una oportunidad para China de consolidar su propio sistema operativo, el cual, de acuerdo con Richard Yu, CEO de Huawei, estará listo en el 2020. Este sistema tiene miras no sólo en los dispositivos móviles, sino también a ordenadores, automóviles y televisores.
De esta forma, si la empresa china logra concretar una producción integral para sus productos, creando su propio sistema operativo, completar el suministro de semiconductores y chips para tecnología móvil en Asia, podría generar un beneficio para los consumidores, pues dicha situación podría disminuir los costos.
El ataque contra ZTE, que desde el 16 de abril del 2018 no puede comprar insumos americanos por siete años, es parte de esta misma guerra. El lado inverso es que tanto Broadcom como Qualcomm podrían encontrar un rival tecnológico en Huawei y ZTE, tal como ya lo ha encontrado AT&T con la red 5G.
“La necesidad es la madre del invento”, reza el dicho, y las empresas chinas han mostrado gran inventiva al punto que no quedan productos estadounidenses en el mercado electrónico, tampoco japoneses y escasamente algunos coreanos. Esto es cierto para todas las telecomunicaciones. RCA Victor, Zenith, Hotpoint, Texas Instruments, Bowmar, IBM, son nombres de empresas que no pudieron competir a tiempo. Las japonesas Toshiba, Sony, Canon quebraron en esa rama y sobrevivió Panasonic. Con todo y que el gobierno americano pone el dinero para investigación y desarrollo de las empresas de telecomunicaciones, no son capaces de llevar el producto final al mercado rápido y a un precio competitivo. Es igual como en la industria automotor.
Ese es el problema de fondo y no es un problema de China. Es difícil creer que Google pueda encontrar competencia a nivel global dada su diversificación de servicios (google maps, Gmail), pero su monopolio se ha visto comprometido con estas acciones. Lo más probable es que aparezca un Google asiático que rompa el monopolio. De hecho, en Asia no utilizan Google.
Lo que es indudable es que la guerra actual se parece mucho a la guerra contra Japón en 1985 cuando ellos eran los “culpables” del déficit estadounidense . La economía de Estados Unidos tiene un problema de productividad que no la tiene China.
La siguiente jugada de Xi Jinping, presidente de China, es utilizar el monopolio de tierras raras como arma de la guerra comercial. El índice MVIS Global Rare Earth/Strategic Minerals, que registra las acciones de 20 productores de tierras raras, incluidos China, Australia y Canadá, observa un auge a partir de mayo del 2019, después de una caída desde enero del 2018. Está en su mayor ganancia diaria desde octubre de 2011. China tiene el 80 por ciento de las tierras raras del mundo, utilizados en electrónica de consumo de alta tecnología y equipo militar. Esos son, importados por los Estados Unidos para poder fabricar aviones, automóviles, pinturas resistentes al alto calor y pantallas digitales, entre otros bienes. Si China no le exporta tierras raras a Estados Unidos le generará un daño muy grande a la industria aeronáutica, automotriz y de equipos de medición. Ese es el camino de esta guerra comercial absurda.
Empresas chinas como Oppo, Xiaomi y Vivo podrían, en un dado caso, adquirir Huawei, e impedir su quiebra. Al mismo tiempo, esta guerra puede llevarse en el camino a Apple que vende la mitad de sus equipos en China. La guerra continúa y no debe de confundirse con las restricciones a las importaciones . Es otra cosa. Esta es una guerra estratégica contra una empresa, en la que ha metido a la economía en su conjunto. No es proteccionismo sino falta de competitividad. No sacaron el 5G a tiempo, nada más
* Investigador titular Instituto de Investigaciones Económicas, Unam SNI/Conacyt, Coordinador del proyecto Obela (www.obela.org ).
** Técnico académico Instituto de Investigaciones Económicas Unam, webmaster Obela, doctorante de Estudios Latinoamericanos, Unam.
*** Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, proyecto Obela.
**** Facultad de Economía Unam, miembro del Obela.