A la ceremonia del Oscar le falta bastante para ser una pasión de multitudes, pero en un contexto sin fútbol asoma como un bienvenido pasatiempo dominguero, un recreo mental guiado no por el ida y vuelta de la pelota, sino por la marea de gente linda y pilchas espectaculares que avanza desde ese mundo paralelo que es Hollywood. Es que el evento estelar de la temporada de alfombras rojas parece girar pura y exclusivamente en derredor del star system y las vicisitudes de sus máximos exponentes, marginando a quienes antes eran protagonistas (las películas) a un lejano segundo lugar y disociando definitivamente la disciplina a premiar de su contexto. Allí está la gala de 2014, más recordada por la viralización instantánea de la selfie de Ellen DeGeneres que por el triunfo de la bochornosa 12 años de esclavitud, como máximo ejemplo. A no tomarse demasiado en serio, entonces, lo que pase dentro de una semana, cuando la Academia celebre la 89° entrega de su galardón. Lo que queda es entrar en el juego, y para eso nada mejor que conocer las reglas y los antecedentes de los candidatos a volverse a casa con una sonrisa de oreja a oreja.

A mover la patita

Que Fences, una de las ternadas a Mejor Película, no vaya a estrenarse en la Argentina podría deberse, por un lado, a que lo sucedido en los límites de la pantalla grande importa cada vez menos, pero también a que la de 2017 amenaza con ser una de las ceremonias con menos suspenso de la historia, cortesía del tendal de records rotos –y por romper– de La La Land. El tercer largometraje del jovencísimo Damien Chazelle (32 años recién cumplidos) empardó la marca de La malvada (1950) y Titanic (1997) al cosechar 14 nominaciones, incluidas las de los principales rubros y una buena cantidad en los técnicos, y viene arrasando en las postas previas de la noche del 26. Empezando por los Globos de Oro, donde batió cuanta marca existiera al llevarse las siete estatuillas a la que aspiraba (Película - Comedia o Musical, Director, Actriz, Actor, Guión, Canción y Música Original). También le fue bárbaro en los Critics’ Choice (ganó ocho sobre doce), en los eventos de gran parte de las asociaciones de críticos norteamericanas, en el cada día más influyente PGA del Sindicato de Productores, y en el Bafta, de donde se trajo cinco premios, entre ellos el de Mejor Película.

Pero, atención, porque para cada antecedente favorable existe una luz roja que impide el festejo anticipado. Así, a la victoria absoluta en los Golden Globes se le contrapone el hecho de que en lo que va del milenio sólo en la mitad de las ocasiones hubo coincidencia de ganadoras entre ese evento y el Oscar. Y al triunfo en tierras británicas, que si bien entre 2009 y 2014 la elegida fue la misma, en los últimos dos años no: el Bafta fue para Boyhood y El renacido, y el Oscar, para Birdman y En primera plana, respectivamente. ¿De qué lado caerá de la moneda este año?

¿Y si no es La La Land, cuál? Luz de Luna, de Barry Jenkins, y Talentos Ocultos, de Theodore Melfi, con ocho y apenas tres nominaciones respectivamente, asoman como los cucos negros del film protagonizado por Emma Stone y Ryan Gosling. Lo de “negros” no es figurativo, sino literal: la Academia apostó por hacer las paces con la comunidad afroamericana después del escándalo de 2016 por la ausencia de intérpretes de esa procedencia en los rubros actorales, y ahora hay 17 entre los candidatos a alzarse con alguna estatuilla el 26-F.

No sería tan extrañar, entonces, que la cerecita del postre conciliatorio sea un batacazo en favor de alguno de esos títulos que tematizan cuestiones tan caras a la Academia como el racismo (la integración de tres científicas en la NASA durante los ‘60 en Talentos Ocultos) y la búsqueda de la identidad (el crecimiento de un homosexual desde la niñez a la adultez en Luz de Luna). Incluso hay antecedentes que les suman algunos porotos, más allá del potencial voto políticamente correcto. El más importante es el triunfo de Talentos ocultos en el rubro Mejor Elenco del SAG del Sindicato de Actores, para el que La La Land llamativamente no estuvo ni siquiera ternada. Se trata de un galardón que quizá no tenga la trascendencia mediática de otros pero que en siete de los últimos diez años “predijo” el gusto académico. Lo hizo hasta en 2016, cuando En primera plana se llevó el rubro principal del Oscar.

Luz de Luna también tiene lo suyo, con todo lo bueno y lo malo que eso implica: ganó el Golden Globe a Mejor Film en Drama, recibió críticas más que aceptables y fue la más nominada en los premios de entidades menores pero de enorme peso simbólico, como la “Fundación para el Aumento de Afroamericanos en el Cine”. En la última entrega del galardón que otorga Black Reel Awards, la gran vencedora fue Fences, de Denzel Washington. El tercer largometraje como realizador del protagonista de Día de entrenamiento es parte del pelotón cuya máxima aspiración es exhibir una digna sonrisa de derrota. Lo mismo le cabe a los responsables de La llegada, Hasta el último hombre, Un camino a casa, Sin nada que perder y Manchester junto al mar, quienes hasta ahora no han visto sino triunfos ajenos y llegarán sabiéndose perdedores. Algo parecido opinan los especialistas. Una encuesta entre 26 periodistas realizada por el portal Goldderby marca el favoritismo absoluto de La La Land, seguida por Luz de Luna y Talentos ocultos. Por su parte, en el sitio de apuestas Bwin, la primera paga sólo 1,15 dólares por cada uno apostado y las otras dos, 7 y 21, respectivamente. El resto, ni más ni menos que 101.

 

El niño prodigio

Damian Chezelle es el nuevo niño mimado de Hollywood. Bueno, no “niño” porque tiene 32 años, pero sí un adulto demasiado joven para los habituales cánones del Oscar, y más para que ésta sea su segunda nominación al hilo después de Whiplash (2014). Tan chico es, que todo indica que se convertirá en el realizador de menor edad en ganar –algo que ya hizo en los Globos de Oro–, destronando así a Sam Mendes, que hizo lo propio por Belleza Americana (1999) con 34 abriles. El favoritismo del oriundo de Rhode Island muestra, de paso, que la Academia y el resto de las entidades electoras están dispuestas a jubilar a una generación. No parece casual que el conjunto de los cinco realizadores nominados (Chezelle, Denis Villeneuve, Mel Gibson, Kenneth Lonergan y Barry Jenkins) haya filmado un total apenas superior a veinte películas, prácticamente la mitad de Clint Eastwood o Martin Scorsese, dos de los nombres consagrados que sonaban con fuerza en la previa por Sully y Silencio (estrena acá el 16 de marzo), pero que en toda la temporada han recibido un manto de olvido.

El dominio de Chezelle en esa suerte de liga con varios partidos entre los mismos rivales que son las ternas a Mejor Director fue monopólico, con triunfos en el Globo de Oro, el Bafta, los Critics’ Choice y, el más importante, en el DGA del Sindicato de Directores, asociación cuya plantilla comparte una buena porción de nombres con la del Oscar. Apostar a lo seguro acá, igual que en el hipódromo, es poco más que una molestia: paga 1,05 dólares contra 12 de Barry Jenkins. La gente de Goldderby coincide en que, efectivamente, el muchachito saca muchos cuerpos de ventaja y que el único con remotísimas chances de pegar un arrebato es el responsable de Luz de Luna, quien juntó una buena cantidad de premios de entidades menores y varias menciones entre los críticos.

En Guión Original la cosa parece más pareja, menos por antecedentes que por el uso histórico de estas ternas como premio “consuelo” a alguna de las perdedoras. Los parlamentos escritos por Lonergan para Manchester junto al mar (se verá en la Argentina desde este jueves) rankean muy bien en la encuesta entre expertos pero no en las apuestas, donde prácticamente hay un empate con Chazelle, con Sin nada que perder, y las aquí inéditas The Lobster y 20th Century Women mirando desde lejos. La dupla viene luchando cuerpo a cuerpo: la aquí favorita se llevó el Bafta y la otra, el Globo de Oro. La balanza se inclinará con los WGA del Sindicato de Guionistas, que se entregaban anoche, al cierre de esta nota. En Guión Adaptado, en cambio, difícilmente se le escape a Luz de Luna, a la que le siguen, todas en un segundo pelotón, Un camino a casa, La llegada, Talentos ocultos y Fences. 

Batalla de intérpretes

Merryl Streep dejó boquiabiertos a todos con su impresionante discurso en los Globos de Oro. Incluso al mismísimo Donald Trump, que como respuesta hizo lo que sabe hacer: ningunearla. Este cronista cumple con el triste deber de informar que es muy, pero muy  poco probable que la voz de la dama de las mil nominaciones (la de este año es la vigésima, record absoluto) se escuche en el Dolby Theatre, ya que sus chances en el rubro Mejor Actriz son nulas. Más allá de aquella noche, donde se llevó un premio honorífico, la protagonista de Florence, la mejor peor de todas tuvo una temporada para el olvido, viendo una y otra vez cómo Emma Stone subía a los escenarios para recoger cuanta estatuilla tuviera adelante, desde el Globo de Oro en el apartado Comedia o Musical hasta el Bafta y el SAG. Difícil que el 26/2 no ocurra lo mismo y la pecosa de ojazos circulares, que ya había sido nominada dos años atrás por Birdman, no termine redondeando una temporada perfecta. Sin embargo, acá, como en Mejor Película, también hay algunos peros. Dos, tal como coinciden expertos y apuestas: Isabelle Huppert y Natalie Portman por Elle y Jackie (con estreno nacional para mediados de marzo). 

Lo que hace la francesa en el film del holandés Paul Verhoeven es buenísimo pero demasiado incómodo para el habitualmente conservador paladar académico, por lo que la lógica indica que ya con la nominación –la primera en su carrera– debería darse por satisfecha. Sin embargo, la rotura absoluta de todos los pronósticos que significó su triunfo en el Globo de Oro en Drama, además de los prestigiosos reconocimientos de la crítica de Los Angeles y Nueva York, impiden descartar una sorpresa. La Portman, por su parte, irá por su segunda estatuilla después de la obtenida por El cisne negro. El tema es que su Jackie Kennedy gustó más a los críticos que a los electores. El quinteto se completa con Ruth Nigga por la menospreciada Loving, del igualmente menospreciado Jeff Nichols. La única posibilidad para la muchachita de origen etíope-inglés es que efectivamente éste sea “el” año de la comunidad afroamericana. Aunque también es cierto que los votantes ya tienen el apartado Actriz de Reparto para darse ínfulas multirraciales. Allí, a falta de una, hay tres intérpretes negras, con consenso a favor de Viola Davis (Fences) por sobre Naomie Harris (Luz de Luna) y Octavia Spencer (Talentos ocultos). Michelle Williams y Nicole Kidman cumplirán recorriendo la alfombra roja y no mucho más.

Entre los hombres pintaba fácil para Casey Affleck por su trabajo en el dramón Manchester junto al mar. El hermano menor de Ben ya tiene adentro el Globo de Oro en Drama, el BAFTA, el Critics’ Choice y un tendal de premios de críticos, pero la realidad metió la cola y el pronóstico ya no es tan claro como antes. Sucedió que a fines de enero, justo después de anunciarse las ternas, la actriz Constance Wu reinstaló desde su Twitter el escándalo por una demanda de acoso sexual a Amanda White y Magdalena Gorka, productora y directora de fotografía de su debut como director en I’m Still Here (2010). Affleck siempre negó los hechos y en su momento contrató al abogado Marty Singer, de amplia experiencia laboral en el mundillo de Hollywood, para cerrar un acuerdo monetario por una cifra que nunca se hizo pública; no obstante, varios analistas estadounidenses afirman que desde ese momento los académicos miran con otros ojos la posibilidad de premiarlo.

El pescador que podría obtener una buena ganancia de ese río revuelto es Denzel Washington, quien sabe de qué se trata estar nominado (ésta es la séptima de su carrera) y ganar (lo hizo dos veces, por Glory y Día de entrenamiento), y por ahora viene silbando bajito pero ya se llevó ni más ni menos que el SAG. Si a eso se le suma el potencial #OscarSoBlack, suena lógico que las apuestas marquen a Affleck como favorito pero con el afroamericano respirándole en la nuca y Gosling en un tercer lugar, aunque todavía con serias chances. El protagonista de La La Land estuvo presente en prácticamente todas las ceremonias de la temporada, pero cayó crónicamente ante Affleck o Washington. Su único poroto lo anotó en los Globos de Oro, debido a que su contrincante directo competía en Drama y él en Comedia. Poco menos que un milagro necesitarán Andrew Garfield y Viggo Mortensen.

El rubro reparto también tiene su encanto. El impronunciable Mahershala Ali (Luz de Luna) viene en racha, pero el Bafta fue para Dev Patel por Un camino a casa. Pocos se imaginan al indio subiendo al escenario, pero lo mismo sucedió en esta terna el año pasado, cuando Mark Rylance (Puente de espías) ganó en Inglaterra y un par de semanas después dejó boquiabierto al mundo al sacarle de las manos la estatuilla a Sylvester Stallone. A Rocky, aquella vez, el campanazo lo encontró en el piso. ¿Tropezarán ahora los bailarines de La La Land? La respuesta se sabrá dentro de siete días, cuando el mundo deje de lado su gris habitual para pintarse, al menos por unas horas, de un dorado absoluto.