Con respecto al rol de las mujeres en la campaña, la investigadora en el Conicet Sol Montero considera que ha sido “absolutamente marginal”, pero no solo en términos cuantitativos y de presencia en las listas, sino en términos de la voz que se le ha cedido a los reclamos de las mujeres. A excepción de algunas candidatas a cargos legislativos (Ofelia Fernández es el caso paradigmático, pero hay otras, dice), las mujeres “tuvieron muy poca voz en la campaña al menos hasta ahora”, analiza. Para la socióloga y profesora de la Unsam, si bien, al menos en el FPT, hay candidatas a vicepresidenta (CFK), vicegobernadora (Verónica Magario) y vicejefa (Gisela Marziotta), “lo que expresa un interés por darles representación a las mujeres, no han tenido protagonismo público en la campaña”. “Se han mostrado siempre acompañando a los candidatos y no lograron poner en agenda los temas de interés, especialmente el aborto, que quedó como un tema todavía fuera de la discusión”, agregó.

María Eugenia Vidal, desde su punto de vista, “pasó de representar a la madre de familia tipo, conurbanense y hecha de abajo, a la mama-leona luchadora y valiente, hasta finalmente convertirse, en el último tramo, en el bastión de la lucha contra las mafias, y más aún, contra un enemigo más lejano: los 28 años de peronismo”. Para Montero, Vidal “se posiciona ya no como la antagonista de Axel Kicillof o de Alberto Fernández --dijo que esto no se trataba de una persona o de otra, abriendo así la posibilidad de gobernar con un presidente de otro signo político-- sino de todo un sistema de corrupción y oscuridad. Pero, al decir eso, se ubica ella misma en un discurso oscuro, trágico. Sus concepciones de lo femenino se configuran así en oposición a la figura del "macho" del conurbano, aunque ella reproduce ese estereotipo en su propio discurso y en su armado político”, apuntó. Vidal no tienen ninguna mujer en gabinete y solo tuvo una, Zulma Ortiz, al frente del Ministerio de Salud, que renunció en julio de 2017, después de que fuera forzada por la gobernadora a dar marcha atrás con la implementación de un protocolo para la atención de los abortos no punibles, que se adecuaba a los lineamientos que en 2012 dio la Corte Suprema para esos casos en su fallo FAL.