Desde Córdoba

Diez mil personas dentro del Orfeo Superdomo. Dos mil más afuera, frente a una pantalla gigante que se improvisó ya que no había más lugar dentro del estadio. La tarde gris y gélida mutó en cantos, color y bailes para esperar a Alberto Fernández, quien ayer encendió una luz de esperanza en Córdoba que tal vez vuelva a cambiar la historia el próximo domingo. “Esto anticipa el triunfo. Córdoba se pone de pie para cambiar la Argentina”, dijo el candidato del Frente de Todos feliz ante una multitud variopinta que cantó y bailó durante más de dos horas esperándolo. 

A las siete y media subieron al escenario todos los candidatos a diputados, liderados por Eduardo Fernández, y seguidos por los invitados Victoria Donda y Felipe Solá. Sergio Massa y Alberto Fernández fueron recibidos con el bramido “Se siente, se siente, Alberto presidente” y el “vamos a volver”. Y los gritos de “¡Tiemblen gorilas!” que bajaban de las tribunas.

“Estamos aquí para construir un país integrado. Y Córdoba es parte de esa Argentina que todos queremos”, dijo Alberto, y se esforzó para despegarse de la declamada “discriminación” que se le atribuyó a los años de kirchnerismo. “Yo no estaba entonces, pero les aseguro que soy el más cordobés de los porteños –exageró-. Esta es la Córdoba docta, la enorme, donde nació la Reforma Universitaria. Donde las universidades públicas comenzaron a ser para los hijos de los obreros. Y que junto con Perón, dio al país la movilidad social que ha sido distintiva en todo el continente. Que todo obrero pudiera decir que tenía un hijo doctor”, memoró el candidato.

De allí a lo dicho por María Eugenia Vidal, la gobernadora bonaerense que aseguró que “los pobres no llegan a la universidad” y que mereció una atronadora silbatina; Alberto Fernández arguyó que “ése es el resultado de que ellos (los miembros del gobierno cambiemita) jamás entraron a una de esas universidades. No entraron. Y sí hay que hacer más universidades. Cuando voy a Catamarca o a La Rioja o a La Matanza, veo que el 90 por ciento de los chicos que estudian son la primera generación de su familia que pueden hacerlo”. Fernández siguió: “ellos explican que hay que ordenar el gasto. No entienden nada. Estamos invirtiendo (…) ¡Que viva la universidad, la educación pública!, arengó.

Didáctico, Fernández explicó que “ellos pensaban que bajando la demanda, bajaban la inflación. Y no es así. Yo le digo, ¡Aprenda presidente! El 70 por ciento de lo que producimos lo consumen los argentinos. ¡Aprenda!”, repitió.

Con un público que se comunicó con él todo el tiempo con aliento y cánticos, Fernández señaló que “lo único que ellos produjeron es pobreza. Cuatro millones y medio de nuevos pobres. Y dicen vamos a hacer lo mismo más rápido. Es como si pidieran que saltemos al precipicio. Tuvimos un país en el que fuimos felices. Ellos uno que abrió las importaciones y les sirve sólo a los amigos del poder. A los derechos les llaman privilegios. Y no es así –refutó- ¿Desde cuándo dar derechos a la gente es un retroceso? Cito algo que leí hace poco: la mayor muestra de decrepitud de una sociedad es cuando nos hacen discutir lo obvio”.

Prometió los remedios gratis para los jubilados, y aclaró. “Ellos replican que cómo lo vamos a hacer. Que de dónde sacaremos la plata. Y les decimos a ellos que son tan impúdicos que con 10 días de lelic, de los intereses que pagan, claro que podemos dar los medicamentos gratis. Ayer en Rosario pudimos firmar acuerdos con 19 gobernadores. Córdoba no estaba. Pero estará”, se esperanzó. Y pidió: “Cuando tengan que votar, piensen en cómo estaban hace 4 años. Nos quedan dos días para convencer al resto de Córdoba”.

Multitud

Sergio, un obrero de Surbac que ayudó a PáginaI12 a ingresar en medio de la marea humana que cubrió el puente que une un mega shopping con el estadio, disfrutó del “apretuje compañero” que se produjo y en el que no hubo cara que no sonriera: “Somos un montón. El acto de Macri ayer fue un veloriazo al lado de esto”, bromeó “seguro” de que “vamos a volver". "La gente le va a a decir basta al hambre, a la falta de laburo. Estos tipos se tienen que ir”, imaginó.

Adentro, la banda de su gremio, vestidos con su uniforme verde y negro, le dieron duro a los tambores y a las trompetas y fueron los teloneros hasta la entrada del candidato. La marcha peronista, Matador, y el “hit” del verano, le sumaron energía a una multitud que bailó casi sin parar con los dedos en V. “¡Viva Perón, carajo!”, se escuchó una y otra vez en una Córdoba que ayer, entre las cinco y las 20,15 de la noche, fue feliz reconociéndose en los rostros esperanzados. “No sabés lo que esto me hace –le dijo Rosa “Cho” a este diario. Me llena de esperanza. Salgo nueva de acá”. A su lado, la médica Andrea, de 57 años, coincidió con ella. Sentadas en las gradas, Andrea contó que trabaja en el hospital Rawson (de Infectología), y que “en estos últimos años ha sido tremendo. De nuevo gente sin obra social, gente que pierde su trabajo y, encima, rebrote de enfermedades como la tuberculosis. Por el hambre”. ¿El hambre? "Es que la falta de comida, de proteínas, hace que a la gente se le caigan las defensas y la persona se enferme. Otra es que se nos está acabando el stock de remedios contra el HIV. La situación es de un retroceso que duele, que no puede seguir".

Carolina, una piba que se tomó dos colectivos “el 61 y el 14” para llegar con sus cuatro hijos de 8 a 2 años, no paró de festejar: “No sabés, no sabés… Esto es un sueño después de tanta tristeza, tanta necesidad”. Por los altoparlantes, Quesito, el cantante de “La banda de Carlitos”, repetía “Si te querí í, ite/ pero a mí no me vengás con tanto agite”. A lo que le seguía el Mmlpqtp, cada vez más atronador.

Quien estuvo presente en el cierre cordobés de Macri, repleto de la nada de su falta de argumentación, de sus ruegos para que lo voten porque sí, por la camiseta; tuvo ayer en la vastedad del discurso de Alberto Fernández, la contracara exacta. Y que la historia Argentina puede volver a ser lo que fue. Tan inclusiva como digna.