Mauro Albarracín se baja del Sarmiento en la estación Once, atraviesa toda la Plaza Miserere y llega a una pizzería de Jujuy y Rivadavia registrando todo de queruza con una GoPro. Viene de un viaje largo de casi dos horas, combinando bondi y tren desde su casa en San Justo, pero no quiere perder la oportunidad de volver a relevar el entorno donde comenzó Les Amateurs, en mayo de 2017. Dos años y 170 videos después de salir a filmar el recorrido de la línea 88, que une Once con Cañuelas, Les Amateurs se impuso como una de las novedades más interesantes de la viralidad youtuber : Mauro recorre barrios del Gran Buenos Aires –y a veces de capital– contando historias de un modo random, sin tanto guión ni premeditación, con mucho de repentismo y picaresca. Y con un detalle fabuloso y diferencial: Lesa (como también conocen a Albarracín) parte desde algún point del Oeste hacia su destino en medios de transporte públicos: colectivos o trenes, pero también balsas, como las que cruzan el riachuelo desde La Boca hasta Isla Maciel.

 

Algunos lo definen como el Marley del conurbano –no por el músico sino por el conductor televisivo, claro– pero en realidad tiene más de Fabián Polosecki, aunque él no lo conozca: Lesa sale a buscar historias donde la pantalla chica solo encuentra escándalo o morbo, y pone la atención en escenarios y personajes ignorados a través de su mirada y su curiosidad. El barrio Las Catonas en Moreno, una feria de Cartoneros en José C. Paz, un ida y vuelta Floresta-Isla Maciel por una final entre All Boys y San Telmo. De paseo por la feria de Punta Mogote (La Salada) o el Mercado Central, pero también en la torre Eiffel de Ituzaingó (!), los recovecos alrededor de Ciudad Universitaria, el “telo más cheto de Laferrere” o la peluquería de Vicente Viloni en Devoto. Son 10 o 15 minutos a ritmo intenso, casi de noticiero, influencia que Mauro no niega: “Donde yo vivía no había cable ni internet, solo se miraban los noticieros y eso me dejó impregnado el interés en que no decaigan la atención y la tensión del relato”.

Lesa empezó Comunicación Social en la Universidad de La Matanza, pero en simultáneo trabajaba de cadete en Buenos Aires y viajaba mucho. Y de repente sintió que le interesaban más esos trips en trenes y colectivos que las clases en la facultad. Que ahí había un montón de cosas e historias para contar. En simultáneo, YouTube se expandía como plataforma de contenidos autogestivos para su generación etaria, la sub20 urbana. “Miraba cosas como Luisito Comunica, que acá no se habían realizado. Entonces se me ocurrió hacer algo que me encantaba: turismo conurbano”, explica Mauro. “Al principio éramos cinco, después dos, y desde hace un año estoy solo.”

“Siempre quise hacer producciones dignas. Nada de puberto, sino algo elaborado, profesional”, jura a los 22 años quien empezó a los 20. Comenzó grabando plano con un celular rústico: “Así tiré cincuenta videos”. Después, gracias a un ahorro de hormiga, llegó a su primera GoPro, una versión básica y sin pantalla pero fundamental para hacer otra tira de cien entregas más. “Ahí pude mejorar un toque. Aunque fue todo a prueba y error: a veces iba a un lugar y grababa cosas re piolas en los colectivos, pero después no se escuchaba un carajo por el ruido del motor. Además yo estaba menos suelto, más tímido”, reconoce. “También tuve que aprender cuestiones y trucos de edición que son claves en este formato. Uso el Premiere y mucho Adobe, además de herramientas espectaculares como el Google Earth Studio, que hasta te permite hacer animaciones. En esos detalles también se puede hacer diferencia.”

La voracidad por buscar historias lo llevó a Lesa a encontrar el formato a medida que iba haciendo su camino. “Al principio el ciclo era muy de bondis, al punto de que nos subíamos a uno para ver qué onda, hacia dónde nos llevaba”, cuenta. “Era una cosa más flashera, viendo qué podíamos sacar. Y eso gustó mucho, teníamos un público fiel. Pero después empezamos a priorizar los lugares, y en función de eso a encontrar los medios de transporte para llegar.”

Sin embargo, en mayo sucedió algo que aceleró la curva de alcance de Les Amateurs y cambió su dinámica: dos videos que se viralizaron. “Venía con un público cautivo pero estancado. Aparecieron esos dos y todo explotó, aunque fueron muy distintos y me dejan sensaciones encontradas”, sorprende Lesa. “El primero fue sobre los bondis eléctricos de la línea 59 y golpeó más porque era una noticia que andaba dando vueltas. Metí 200 mil visitas, nunca había tenido tantas, pero no me pone muy orgulloso porque en realidad lo que impactó fue la novedad, la noticia, que no es lo que más me gusta hacer.” No obstante, seis días después sacó a la cancha otro sobre “El pancho más grande del conurbano”, en un kiosco cercano a la estación de trenes de Morón, y también alcanzó los 200K de views.

 

En un pestañeo, Lesa Albarración multiplicó por diez los seguidores que tenía en YouTube: pasó de 7 mil a 70 mil. Una locura. También un algoritmo: “Al principio es difícil que YouTube te dé bola. Los contenidos pueden estar buenos pero necesitás ese empujón de la plataforma. Y los dos virales fueron claves: eso ayudó a que YouTube se hiciera ‘amigo’ y a que lo muestre a más personas”. Del mismo, modo su archivo de más de cien videos legitimó la capacidad de laburo previa al hit y ayudp a “que el robotito siempre encuentre más videos de Les Amateurs para sugerirte”.

Gracias a la calidad y originalidad de su contenido, lo que hace tiene muchas vistas. Y gracias al Adsense, Lesa pudo dejar su trabajo en una reconocida franquicia de cafeterías para tirarse a vivir quizás con menos, pero haciendo lo que le vibra. “Igual no quiero volverme loco por el clickbait. Trato de ser prolijo, aunque es difícil. Establezco un cronograma, trato de cranear lo que publico y le dedico todo mi tiempo a hacerlo. Hay que manejar la ansiedad, nomás”, observa.

 

“A veces me aparecen un montón de ideas, y quiero hacer todo. O la gente empieza a proponer lugares. ¡Y te tiran cada una que la querés hacer ya!”, festeja Albarraciín, quien últimamente suele hacer las recorridas acompañado por pibes del lugar. “Me escriben por Instagram y me invitan a ir a su barrios. Trato de contestar a todos, son un montón y me lleva tiempo. Ya tengo una lista de cien videos para hacer, y me encanta, porque además permite que hablen otros y no aburrir. Eso lo que más me dio el canal: amigos por todos lados.”