¿Qué tiene de nuevo la campaña presidencial de 2019? Anoto:

1) Por primera vez un candidato presidencial – presidente para más – es escondido en el distrito electoral más importante del país. La Alianza Cambiemos viene jugando a las escondidas desde la pasada elección de medio término en 2017, cuando virtualmente ocultó en la campaña a su candidato a senador en la provincia, Esteban Bullrich, y debió salir la gobernadora de Buenos Aires a convertirse en el rostro de Cambiemos en una elección en que no participaba. Ahora, el personaje “oculto” es nada menos que el Presidente. ¡Jamás en mi vida vi algo semejante! Agréguese el exilio mediático y de las redes de Elisa Carrió y su prosa inflamada.

2) La oferta electoral de las tres principales fuerzas se peronizó. Si Cambiemos compitió en 2015 a “puro PRO” (Macri-Michetti), esta vez el Presidente hizo tragar sapos a su núcleo duro, e incorporó como vice a Miguel Ángel Pichetto, un hombre que fue clave en los gobiernos kirchneristas. Pudo haber bolsonarizado su oferta acompañándose con Patricia Bullrich, pero eligió enviar señales al votante peronista. La no promoción de la ministra de Seguridad también habla de los límites que encuentra la intención de bolsonarizar la escena argentina. Y la lista peronizada, o directamente kirchnerizada, puede completarse con Roberto Lavagna, ex ministro de Eduardo Duhalde y Néstor Kirchner, encabezando la tercera fuerza junto a Urtubey. Y Lousteau, el ministro de la 125, mostrado por Horacio Rodríguez Larreta y por María Eugenia Vidal.

3) Las figuras que más votos arrastran en las dos principales fuerzas son femeninas. Es un indicador del ascenso social de la mujer y su mayor credibilidad, aunque no del auge del feminismo, si se considera que el tema de la legalización del aborto está ausente de la campaña. Pero son también femeninas las voces más escuchadas de grandes espacios de la vida política y cultural: Hebe de Bonafini; Estela Carlotto; Nora Cortiñas. Y, en la grieta, más allá de la circunstancialmente silenciada Carrió, Mirtha Legrand, y Patricia Bullrich y Laura Alonso y otras denunciantes antiperonistas que bajaron el tono, como la últimamente peronizada Margarita Stolbizer (acompañó a Massa en 2017; ahora a la fuerza que animan Lavagna, Urtubey, Graciela Camaño y Luis Barrionuevo). Y también en la grieta Beatriz Sarlo, una voz que marca simbólicamente el canon en el universo del libro y la racionalidad y que hoy goza de un estrellato mediático que le otorgan La Nación y TN. Cierto que su antiperonismo se vió herido últimamente por la extraordinaria incursión que hizo en su “feudo” el libro la ex presidenta. A propósito de CFK, me reencontré con una columna que escribí a mediados de 2017, meses antes de los comicios, en la que refutaba declaraciones de tres referentes mediáticos de enorme peso, como Joaquín Morales Solá, Eduardo Van Der Kooy y Beatriz Sarlo: ellos coincidían en anticipar que, más allá del resultado que tuvieran aquellos comicios, estábamos ante la “muerte política de Cristina Fernandez de Kirchner”. Sé que por lo menos desde 2007 voces muy escuchadas anticipan “El fin del ciclo K” y la muerte política de Cristina. Resulta un prospecto digno de estudiarse como una forma de patología del análisis político. Dos años más tarde, Cristina conserva intacta la capacidad de dar vuelta la escena política con sus iniciativas.

4) Es la primera elección presidencial con presos políticos (Milagro Sala; Amado Boudou; Julio De Vido; Luis D´Elía; los propietarios de C5N; el dueño de Radio del Plata, etc.). Quizás esta sea tristemente la novedad con menor impacto en un contexto en que la economía quedó en el centro de las preocupaciones mientras que la sociedad pareció digerir, “ayudada” por los medios, las denuncias de corrupción macrista, las persecuciones políticas vía Comodoro Py, y los encarcelamientos de opositores a cuenta. Pero, si es así, si la sociedad no se alarma por estos embates autoritarios y hasta celebra los avances punitivos, la capacidad de nuestra democracia de procesar el conflicto en forma pacífica está seriamente debilitada por lo que Raúl Zaffaroni llama “la construcción del enemigo”.

Vuelvo al primer punto: el Presidente y candidato a la reelección escondido en el mayor distrito: viene llamando la atención que mientras la alta imagen negativa de la ex presidenta se va “trabajando” cada día desde el discurso oficial, los medios y Comodoro Py, o sea que parece requerir del “trabajo sucio”, y aún así se reduce, la imagen negativa de Mauricio Macri, a pesar del blindaje que le ofrecen el aparato mediático y parte del Poder Judicial, crece.

Habrá que ver cómo reaccionan las grandes mayorías del país, que han visto descender su calidad de vida en estos tres años, a la noticia de que el patrimonio del Presidente, justamente cuando hay tres millones y medio de nuevos pobres, creció un 52% en este durísimo último año.

 

Pero está claro que no nos bañamos en el mísmo río de 2015.