La devaluación de China y la proximidad de las elecciones locales hicieron que el dólar ocupe el centro de la atención la semana pasada. Pero hubo una variable que en otro momento hubiera concentrado la curiosidad de los principales analistas del mercado: las reservas internacionales. Las autoridades del Banco Central consumieron casi la mitad de los 5400 millones de dólares del crédito del Fondo desembolsado a mitad de julio. En palabras simples: la caída de las reservas fue de casi 2400 millones de dólares en tres semanas.
La conjetura de los economistas era que el Central iba a utilizar la semana pasada divisas para intervenir (e intentar contener) el tipo de cambio. La apuesta oficial no fue vender moneda extranjera para compensar la dolarización del mercado. La estrategia fue aprovechar los contratos de dólar futuro: hizo operaciones equivalentes por más de 100 millones de dólares por día. La tasa de interés fue el otro instrumento de contención: superó el 63 por ciento por primera vez desde finales de junio.
La decisión de no sacrificar dólares para controlar la plaza cambiaria no impidió que las reservas caigan a pasos acelerados. El retroceso fue superior a 2000 millones de dólares en los últimos 15 días hábiles. La tendencia se potenció en la última semana. Las estadísticas de alta frecuencia de la autoridad monetaria precisan que hubo una pérdida de 1200 millones de dólares en los últimos cinco días y de 1700 millones en los últimos diez.
El lunes pasado fue una de las jornadas con mayor retroceso: 520 millones. La principal explicación fue la devaluación de la moneda de China. El Central atesora el equivalente a 20 mil millones de dólares en yuanes. Las diferencias de cotización impactan fuerte en las reservas. La devaluación de casi 2 por ciento del yuan ocasionó una caída cercana a 400 millones de dólares. El martes hubo otro retroceso de 450 millones. Los operadores estimaron que fue por pagos de deudas con acreedores internacionales.
El ritmo de la caída de las divisas del Central parece poco sustentable. Las reservas netas no superan los 18 mil millones de dólares y en el promedio de las últimas tres semanas se perdieron cerca de 150 millones por día. Estas cifras encienden las luces de alarma de los consultores. Las reservas netas de la autoridad monetaria -si se proyecta el ritmo de caída de las últimas semanas- se agotarían en cuatro meses (120 días). La decisión de intervenir en el mercado cambiaria podría acelerar el efecto.
El nivel de las reservas resulta complicado de estimar para fin de este año. El resultado puede modificarse por muchas variables y dependerá en gran parte de la evolución de la tensión macroeconómica. El punto importante es la situación de debilidad estructural en la que queda el Central para los próximos años. La entidad no cuenta con ahorros genuinos (las reservas en su mayoría son deudas con acreedores internacionales) y la política de emisión monetaria cero ocasionó un endeudamiento de corto plazo cada vez más difícil de desarmar.
El balance de la gestión del organismo no muestra puntos favorables. No pudo ahorrar. No pudo bajar la inflación. No consiguió incentivar el crecimiento del mercado interno. No pudo mantener la credibilidad. Las próximas autoridades del Central deberán enfrentarse a un gran desafío: recuperar estos patrimonios de la entidad. Los economistas del mercado plantean que la tarea será titánica: recomponer la institución demandará años.