En el escenario del teatro del Globo: penumbra, pocas luces en escena. En su asiento el personaje central actúa.

Próspero despertándose: --¡Soñé con un huracán! ¿Lo soñé o no? ¡Las ventanas del castillo tiemblan!

El asistente: --No se preocupe ¡usted no se va a mojar!

Próspero: --¡Llame al hombre de barba! ¿No oye el viento?

Asistente: --Escucho un rumor fuerte, pero no es el viento. ¿Para cuándo lo cito?

Próspero: --Hace unos minutos que no lo veo, algo tendrá para decirme sobre este cúmulo oscuro.

Asistente: --Si quiere que le lea el oráculo no creo que pueda, él tampoco paraba de estornudar con este viento frío.

Próspero: --Vaya a buscarlo ¡No me atormente más! -grita.

Sale el asistente en busca del hombre de barba.

Entra un coro que se desplaza por el centro del escenario, canta: ¡Próspero mandó a buscar al hombre de barba! ¡Que venga! ¡Que venga! ¡Que venga y nos diga cómo abrir el paraguas!

Como calcula que el hombre de barba llegará en unos minutos, Próspero decide escapar por unos minutos: "¡Yo aprovecho!". Se va.

Hace mutis en un tris. Llega al jardín cultivado en el ala del castillo donde siempre brilla el sol. Próspero pasea por su jardín trabajado con tecnología de punta, huele una flor multicolor. "¡Qué rico perfume!¡el perfume de todas mis flores es muy rico!" -mira admirado sus flores de muy rico perfume-. Cuando yo las riego con mis propias manos, crecen.

Se inclina sobre el pozo para recoger agua del fondo y vierte un chorrito en una maceta.

Se sienta en una reposera especialmente diseñada para la curvatura de su espalda. "¡Qué bueno descansar después de regar!".

Se escucha cerca un helicoptero que sacude levemente el aire. "¡Mierdra un helicóptero!". Se tensa. --Estaba tan tranquilo descansando entre mis bellas flores... Se levanta y se sienta un par de veces prestando atención al motor que sobrevuela ¡Debe ser el hombre de barba con las últimas  novedades!

Sale disparando. Llega al escenario iluminado.

En el centro, el coro ensaya fragmentos de la misma obra que viene repitiendo desde que empezó la temporada. La solista de formas muy pero muy redondeadas se adelanta unos pasos cuando ve entrar a Próspero.

Solista: ¡Atenti, hay nubes estancadas encima ¡Yo te quiero cuando me  hacés caso y cuando no, no. No hay caso!

Próspero le sonríe: No te enojes Sycorax, demasiado paseas y te sientas en los sillones de mi castillo, pero cuando estoy en los aposentos más  alejados, tu voz se pierde, un poco.

"¡Eso sí que no me gusta!", grita Sycorax, la solista. Bastante hago por tus piernas cuando se te acalambran. No te dejan caminar si no te doy  masajes ¡Los calambres traban tus articulaciones! Sycorax se acerca a una ventana y espía el paisaje afuera, vuelve al centro de la sala y luego vuelve a espiar, mira el río a ver qué embarcación avanza más rápido en medio del clima espeso, levanta un dedo para evaluar los movimientos de Próspero.

--¡Todavía tengo buenas piernas! -grita Próspero, trata de demostrarlo dando unos pasos cortos, suma saltitos acrobáticos, pero trastabilla acalambrado. Sicorax corre a cambiarse la capa con la que entró, porque pasaron diez minutos y no aguanta más ese estampado, busca otras combinaciones entre las capas de su guardarropa inagotable.

Entra el hombre de barba y saluda a Próspero que apenas le contesta porque le mira fijamente su muñeca derecha.

--¿De dónde es ese reloj?

--De USA -le contesta el hombre de barba.

--¡Bien! ¡Muy bien! ¡A mí me importa lo que se importa!

--¿Me mandó a llamar?

--¡Hasta cuando las pesadas nubes van a seguir oscureciendo mi castillo!

El hombre de barba estudia un poco el panorama.

--Es hora de que salga al balcón y grite con todas sus fuerzas: "¡El sol sale para todos!", y san se acabó.

--¡Mierdra! ¡Qué buena idea! -dice Próspero, y sale disparando bajo la lluvia en dirección al balcón.

Oye a lo lejos a los que están reunidos gritando, son los que gritan rabiosos porque están embarrados hasta la medula de los huesos. "¡El sol sale para todos!", grita Próspero por sobre el rumor de los embarrados barrosos hundidos en el barro. Grita irguiéndose más derecho que nunca en el balcón. "¡El sol sale para todos!", gritan los que están al pie del balcón, aplaudiendo el corte del saco de Próspero y sus botitas hechas a medida.

Un chaparrón vuelve a desplomarse entre rayos y centellas.

Próspero pregunta: ¿Qué son esas manchas borrosas y oscuras oscureciendo el horizonte?

"¡Son los barrosos embarrados borrosos!", contestan los de la primera fila.

Próspero: ¡Mierdra! ¡Entonces voy traer mis maquinas lavadoras! Su cara se entusiama. --¡Y otras maquinitas fumigadoras! Se acaricia las mejillas encendidas.

Aplausos. Hay que ver cómo aplauden los de la primera fila y los de alguna que otra fila de atrás también, regados por la luz del balcón iluminado artificialmente.