Patrick Crusius, el asesino múltiple de El Paso, Texas, llamaba a construir el muro de Donald Trump desde su cuenta de Twitter. “Build the Wall”, decía. La misma masa de concreto que comenzó a extenderse en 2018 por la ciudad donde mató. Estaba obsesionado con una marea de hispanos que llegaría a Estados Unidos desde la frontera mexicana. Acaso nunca leyó la historia asimétrica de los dos países que habla de otras invasiones y declaraciones de guerra, pero de colonos estadounidenses a mediados del siglo XIX. Y en especial no leyó lo que escribió el intelectual Gastón García Cantú, en Las invasiones norteamericanas en México, un libro de Ediciones Era, publicado en 1971. El autor documenta cómo EE.UU se apoderó de 2.263.866 kilómetros cuadrados de su vecino, algo más del 50 por ciento de su territorio, mediante el tratado de Guadalupe Hidalgo en 1848. El hombre de 21 años que ahora se expone a una condena a muerte por odio racial había escrito un manifiesto donde culpaba al Partido Demócrata y a los intelectuales de la masacre que cometió: “Ellos son los instigadores, no yo. Simplemente estoy defendiendo a mi país de una sustitución cultural”.
El joven xenófobo mató a 22 personas – 8 de ellas mexicanas- en una sucursal de Walmart e hirió a 26 más. Ésa es la misma cadena que vendió uno de sus locales para que se levantara una cárcel de menores migrantes en otra localidad texana, Brownsville. Está probado que la política discriminatoria de Donald Trump estimula la furia asesina de quienes se nutren de su dialéctica presidencial. Porque siguen disparando a mansalva con sus rifles de asalto de venta libre. Su portación incluso se puede exhibir en público en Texas, que alguna vez fue república y conserva un fuerte sentimiento independentista como antiinmigrante.
Crusius le confió su objetivo a la policía apenas se entregó. Quería “matar a tantos mexicanos como fuera posible”. La información se desprende del acta de detención que firmó un detective de El Paso con inconfundible identidad hispana: se llama Adrián García. En ese texto el policía señaló que el asesino bajó de su auto, levantó las manos y confesó: “Yo soy el atacante”. Su madre preocupada ya había dado aviso de que portaba armas. Al estudiante se lo describe como parco. Tiene la mirada perdida. Así parece en una fotografía que difundieron las autoridades. Había viajado desde Dallas con un rifle AK 47 y protectores auditivos. Con ellos irrumpió en el hipermercado para cumplir su plan homicida.
Los principales indicios de que estaba dispuesto a todo salieron publicados en un sitio de Internet llamado 8chan. Una plataforma frecuentada por supremacistas blancos. Ahí apareció un manifiesto que se le atribuye y donde menciona “la invasión hispana a Texas”. Crusius le puso de título “Una verdad incómoda” apenas veinte minutos antes de que disparara contra una multitud desprevenida. Se había inoculado la llamada Teoría del reemplazo que plantea el filósofo ultraderechista francés, Renaud Camus, en un libro que se editó en 2012.
En un artículo bien argumentado que publicó en el sitio Magnet, el joven periodista español Andrés Mohorte, explica cómo serían esas ideas: “En un contexto de baja natalidad en los estados ricos del norte global, la llegada de migrantes latinos o musulmanes provocaría una sustitución paulatina de las poblaciones nativas y originales. En tales circunstancias, la lucha armada, el terrorismo, sería la única vía de defensa. Patrick Crusius o el autor de los atentados de Nueva Zelanda son la variante extrema de una ideología, el nacionalismo blanco”. En el segundo caso se refiere a Brenton Tarrant, el autor del ataque cometido el 15 de marzo pasado en las mezquitas de Al Noor y Linwood en Christchurch, Nueva Zelanda. Ahí asesinó a 50 personas e hirió a otras 39 por su odio hacia los musulmanes.
El sitio 8chan lo creó un joven llamado Fredrick Brennan. En 2013, él mismo había fundado otra plataforma de perfil ideológico semejante (4chan) de la que se cansó por las limitaciones que imponían sus moderadores. Así nació el espacio donde Crusius encontró su lugar en el mundo virtual. Este foro es una cantera en la que los seguidores de Trump y quienes lo corren al presidente por derecha – algo difícil de lograr – pueden expresar lo que piensan sin filtros. Eso incluye la divulgación de sus disparatadas teorías de invasiones tercermundistas. 8chan desborda de este tipo de proclamas, de instigaciones a cometer crímenes, que hasta su inspirador Brennan pidió que se cerrara.
El francés Camus, quien no es Albert, el célebre escritor y Premio Nobel de Literatura en 1957, sino Renaud Camus, sostiene que su teoría de la sustitución poblacional (en francés, “le grand remplacement”) se define así: “Había un país, había un pueblo, y en el espacio de una generación, en este mismo territorio ya había otros pueblos, con sus propias culturas, sus propias civilizaciones, sus propias religiones, sus propios idiomas y sus propios conceptos acerca del trabajo, la vida cívica, las leyes, la vida pública, la vida privada, las relaciones de vecindad, el territorio… Es un concepto muy bajo y muy humillante de lo que es el hombre, de lo que son los pueblos, el pensar que con otros hombres, con otras mujeres, con otros pueblos, con otras religiones, con otras culturas, se puede seguir teniendo la misma historia, la misma nación, la misma Europa”.
Crusius trasladó este concepto a Norteamérica. La Justicia de su país encuadró su caso en lo que llamó “terrorismo doméstico”, como si hubiera dos especies diferentes de terrorismo y no una universal. La local, supremacista, xenófoba, antiinmigrante y otra importada, que el gobierno de Estados Unidos ha definido a partir del adjetivo islámico y que el homicida múltiple de El paso extendió a los mexicanos.