El japonés es un idioma generoso en expresiones muy ricas que necesitan de varias palabras para ser comprendidas en otra lengua. El vocablo “Yūgen”, por ejemplo, refiere a “la sutil profundidad y belleza de las cosas y del universo”. Y si en esa oración se trocara la belleza por el horror se estaría bastante cerca de lo que pretende la serie de antología que este lunes estrena AMC: The Terror: Infamy (lunes a las 22). O quizá haya que inventar un nuevo término para describir los múltiples significados de esta ficción de diez episodios que aprovecha el folclore nipón más funesto bajo el contexto de la Segunda Guerra Mundial. El eje es una comunidad asiática que vive de la pesca en California hasta que sucede el ataque a Pearl Harbour. Hecho que convierte a estos inmigrantes en potenciales espías, enemigos públicos y/o adoradores del Emperador Hirohito. Y justo en esos días un espíritu malicioso y ancestral comienza a hacer de las suyas.
El protagonista es Chester Nakayama (Derek Mio), nacido lejos del sol naciente y en búsqueda de su sueño americano, lo que significa romper con los tradicionalismos de su familia. Le gusta la fotografía y sueña con ser militar pero sobre él, como en el resto de su familia y amigos, sobrevuela una aura pesada. Este joven será el encargado de combatir la entidad sobrenatural que los acecha. The Terror: Infamy tiene un ritmo manso pero paga con creces la espera gracias a sus postales tormentosas: mujeres que se clavan peinetas en los oídos, personas que surcen su cara con agujas, cegueras espontáneas, roturas de huesos e hilos de camisas que se vuelven venas sanguinolentas.
Más allá de las historias de superstición y el shock estético, se le suma el drama (¿la infamia?) que vivieron aquellos japoneses en suelo estadounidense durante el conflicto bélico. En este sentido los personajes tienen dos antagonistas. Los más viejos culpan a los bakemono –espíritus que cambian de forma- y hablan de la presencia de un yūrei vengativo. Pero además de los fenómenos paranormales deberán soportar la persecución estatal que los deposita en campamentos de detención o relocación, eufemismo acerca del maltrato que sufrió el colectivo por entonces.
Yuko (Kiki Sukezane) es otro personaje trascendente. Una migrante japonesa que llegó en los ’20 a Los Ángeles y que aún luce bellísima y joven. Por algún motivo a descular pareciera estar vinculada con varios de sus compatriotas. Su figura está cargada de simbolismos, discreción y secretismo, aunque no se la debería confundir con una geisha. “Es alguien muy espiritual y tiene un enlace especial con Chester y su novia, Ruth. Tiene una historia pesada que se irá revelando en el programa. Como la mayoría de los que viven en la Isla Terminal en California es una oriunda de Wakayama”, repasa la actriz entrevistada por Página/12.
-¿Qué es lo más particular de esta nueva edición de The Terror: Infamy?
-La historia de Yuko es bastante singular y muy auténtica al mismo tiempo. Se puede ver la cultura japonesa a través de toda la serie pero particularmente en ella. Eso y la historia exclusiva de la comunidad japonesa en los Estados Unidos en los ’40.
-¿Por qué tienen tanta presencia los bakemonos y yūrei en la cultura japonesa?
-¡Tenemos muchísimos! Los escuchamos en las historias que nos contaron nuestros padres y abuelos. Forman parte de los programas de tevé. Estaba familiarizada con ellos así que sentí la conexión instantánea con Yuko. Su historia es original pero lo bueno es que su aparición se da de manera natural.
-¿Que investigación realizó para componerla? Porque su personaje tiene tanto del kaidan con sus historias de fantasmas como de la estética de películas como Ringu.
-Lo que más rastreé fueron las historias de japoneses en los Estados Unidos desde los ’20 a los ’40. Lo de los campos de detención me atrajo mucho. También indagué en Wakayama. Pero lo de los campos de detención fue lo más fuerte. En Japón no nos enseñan eso. Fue shockeante. Creo que es una buena oportunidad para que la gente se entere sobre lo que sucedió.