Cuando en el bunker de Mauricio Macri el clima empezaba a decaer, el jefe de Gobierno, Horacio Rodríguez Larreta, salió a intentar levantar los ánimos. Se entiende: es la mejor elección que tendrían para mostrar. "El esfuerzo vale la pena. Estamos haciendo la mayor transformación en la historia de la Ciudad. Una transformación que comenzó con Mauricio y María Eugenia", recordó el mandatario. El intento de mostrar alegría se dio ante la ausencia total de datos oficiales.
"Sí, se puede", coreó la tribuna PRO, que hasta ese momento se había mostrado apagada pese a la música de fiesta. "Hoy en la Ciudad también ratificamos el apoyo al cambio que está llevando Mauricio en todo el país", festejó Larreta. "Queremos un país en el que se respeten las instituciones. En la Ciudad al principio no fue fácil. Pero demostramos que sí se puede", dijo Larreta. "Hoy dimos un paso importante, pero no es el definitivo. Tenemos que consolidar el cambio con María Eugenia y Mauricio", insistió, ante la ausencia de datos oficiales. "No se puede volver atrás", dijo.
Luego invitó a subir al vicejefe Diego Santilli, que subió saltando y lo abrazó. A continuación lo llamó a Martín Lousteau, con el que también se abrazaron. Y a Maximiliano Ferraro, el hombre de confianza de Elisa Carrió. Larreta le dijo a Lousteau que "después de estar en lugares diferentes, hoy estamos juntos". Quizás fue el momento en que más en evidencia quedó la diferencia entre el armado de Larreta en la Ciudad, que sumó a sectores importantes que no eran parte del PRO, en relación al de Macri a nivel nacional, que no tuvo incorporaciones significativas, más allá de la figura de Miguel Angel Pichetto.
Con las pantallas gigantes de fondo diciendo "gracias" y "juntos podemos más", Larreta cerró un momento de festejo. Seguía sin haber datos oficiales que lo aguaran.