“Tenemos un vínculo virtuoso”, asegura el dramaturgo y actor Enrique Papatino refiriéndose al que mantiene con el director Enrique Dacal, “porque cada uno convoca al otro a generar nuevos proyectos o a sacarlos del arcón”. El director afirma que este ida y vuelta es posible porque puede trabajar con total libertad. "Hago una apropiación irrespetuosa de sus textos cuando los estoy ensayando; los modifico y los recorto como si los hubiera escrito yo mismo”, afirma, en tanto que el autor admite que muchas veces los ensayos demuestran que se impone una reescritura de los textos concebidos en soledad: “Siempre es mejor aquella versión de mis textos que sube a escena”, es su conclusión.
Luego de haber estrenado ocho piezas de Papatino, Dacal se propone en breve trabajar sobre otras dos del mismo autor: una sobre Macedonio Fernandez y otra sobre Timón de Atenas. “Se trata de un aggiornamiento del texto de Shakespeare, acerca de un desencantado que se levanta un día con ganas de que todo explote”, resume. En la actualidad hay dos obras de la dupla en cartel: la recientemente estrenada La catedral sumergida (II Premio Fondo Nacional de las Artes) y El viento escribe (premios Trinidad Guevara y Argentores). En el primer caso, el director define esta pieza que interpretan Gabriel Rovito, Yamila Ulanovsky y Analía Yáñez como “una obra intimista de suspenso, casi un policial sobre el amor y sobre las relaciones que motorizan o detienen una vida”. El autor, por su parte la analiza “como una proyección de la metáfora del iceberg, porque lo que está oculto es lo más complejo”.
Por otro lado, Dacal destaca una sumatoria de opuestos: la catedral como construcción que exhibe su monumentalidad a la vez que su interior propone un viaje hacia lo íntimo y pequeño. El título de la obra, que coincide con el del preludio para piano de Claude Debussy, alude a la posibilidad de que, si las emociones están sumergidas y las campanas así y todo siguen sonando, bastará con que las aguas bajen para que todo quede al descubierto, según describe el autor. Para Dacal, lo fundamental que ocurre en esta obra es “el momento de fulguración a partir del cual la vida ya no es la misma”. De todos modos, ambos acuerdan en que la pieza admite muchas miradas y que el sentido final, como sucede en todos los casos, se completará con las asociaciones de los espectadores.
Interpretada por Victor Hugo Vieyra, Manuel Longueira y Marcelo Nacci, El viento…, surgió de la pregunta acerca del significado de la verdad, lo cual llevó a Papatino a pensar en La vida es sueño, de Calderón, y tomar un fragmento de uno de sus versos para darle título. La obra aborda la relación de un coleccionista de documentos históricos con un personaje que le consigue material de un tercero. El caso es que en su obsesión por poseer una carta donde aparece un dato inédito, revolucionario, el coleccionista acepta lo que a todas luces es una estafa. “¿Por qué tenemos imperiosa necesidad de creerles a quienes nos acorralan con sus mentiras?”, se pregunta el autor.
Dacal, por su parte, considera que “como cualquier pacto social implica una creencia en algo, el personaje del estafador cuenta con el beneficio de la debilidad humana, con su necesidad de creer aún cuando sospeche que se trata de una mentira”.
* La catedral sumergida, El método Kairos teatro (El Salvador 4530) domingos a las 18.
* El viento escribe, Espacio IFT (Boulogne Sur Mer 549) viernes a las 20.