No era difícil de imaginar que la herencia en el cine de R. W. Fassbinder iba a ser infinita, un cineasta que murió a los 37 años e hizo unas 44 películas en alrededor de 13 años, y que nunca dejó indiferente a quienes se acercaron o se acercan a su obra, que siempre desarrolla de alto impacto estético y sociológico.
HIJOS E HIJAS DE FASSBINDER
La veta más influyente del cine de Fassbinder, que quemó varias etapas y estilos, fue la línea melodramática influenciada por Douglas Sirk, una nueva forma de retratar el clasismo, el machismo y la potencia femenina desde la sentimentalidad extremista. En los últimos años, Todd Haynes tomó la posta y pudo volver al melodrama queer con la densidad con que Fassbinder lo había hecho en aquellos días, dándo un espesor político y crítico al amor romántico.
Rosa von Prauheim había dialogado en algunas películas con Fassbinder, especialmente en un documental que quería echar sombras sobre su figura. También hubo otros documentales recientes, analíticos, testimoniales, que trazaron recorridos por vida & obra de Fassbinder; pero nadie trató de recuperar el espíritu del caos en que se mezclaron su forma de vivir y crear.
El alemásn descentrado
Christoph Schlingensief, cineasta, dramaturgo y regisseur, pertenece a quienes tienen un deuda directa con todo aquello que germinó la obra de Fassbinder: su cine está más vinculado con la veta más revolucionaria y descentrada, esa misma que homenajea en algunas películas el canadiense Bruce LaBruce, y que está más cerca de La tercera generación (1978) que de El matrimonio de María Brown (1978), por comparar dos estilos distintos en películas que Fassbinder dirigió el mismo año.
Schlingensief, cuyo cine aún está inédito en Argentina, hizo su tributo a Fassbinder con Los 120 días de Bottrop, un verdadero delirio sin respiro, donde el “26 de octubre de 1996 los últimos sobrevivientes de la época de Fassbinder” se proponen hacer una remake de la obra de Sade, Los 120 días de Sodoma. El resultado es una película extrema que “Fassbinder nunca hubiese dirigido”, como dice un intertítulo de la película misma, pero con la que seguro se hubiese divertido. Diario experimental y esperpéntico de un rodaje, biografía sintética sobre un modus operandi donde actores y actrices icónicas de la troupe fassbinderiana (Irm Hermann, Volker Spengler, Udo Kier, etc.) se cruzan en un laboratorio de puesta en escena que diluye la frontera entre vida y obra.
La película logra recomponer el espíritu de creación grupal, orgiástica (muy literalmente), en el que vivía Fassbinder con sus intérpretes. Y como si eso fuese poco, también hay reversiones bufas del lesbodrama Las amargas lágrimas de Petra von Kant (1972) y una cantidad de humor negro que alcanza para abordar el suicidio de amantes de Fassbinder tanto como la propia muerte del cineasta. Además de su visión sobre Fassbinder, Schlingensief va más allá y se propone reflexionar políticamente sobre el Nuevo Cine Alemán en esos años 90, sobre dónde quedó el rupturismo de esa generación de fines de los 60 que planteó un cine queer que ninguna otra modernidad tuvo la valentía de sostener con tal potencia cinematográfica.
El Instituto Goethe presenta Alemania fuera de control: retrospectiva de Christoph Schlingensief (1960-2010), del 23 a 30 de agosto en la sala Leopoldo Lugones (Corrientes 1529, CABA).