Tocaron con gente grossa de la cumbia latinoamericana como Totó la Momposina, Celso Piña, Damas Gratis y Frente Cumbiero. Llevaron el carisma festivo de este ritmo colombiano no solo a teatros, clubes y bailes de todo el país, sino también a cárceles, tomas universitarias, hospitales psiquiátricos y movilizaciones populares. Y hace un par de meses ganaron un premoi Gardel como "Mejor Álbum Grupo Tropical" por su disco Sonido Subtropical (2018). Todo eso lo logró La Delio Valdez, un nombre clave para entender la revitalización de la cumbia en territorio porteño. La orquesta está cumpliendo diez años de vida y lo celebrará este viernes 16 de agosto a las 20.30 en el Gran Rex (Corrientes 857), que ya agotó localidades. “Cuando arrancamos, no estaba tan instalada la cumbia colombiana o de orquesta en la escena local. Entonces, nos interesaba transmitir nuestro sentir con el género”, analiza el clarinetista Santiago Moldován, uno de los fundadores del grupo.
“Somos parte de procesos que se van dando socioculturalmente, pero es cierto que cuando empezamos a tocar no había en esta ciudad bandas de este estilo o había menos" amplía. "Y hoy en día La Delio es una de las bandas referentes de la cumbia con orquesta. Creo que ayudamos a construir una escena, que propusimos una estética y tal vez hay algunas bandas que adoptan cosas de nosotros. De todos modos, formamos parte de una cosa que sucede hace tiempo y que nos excede. Y que tiene que ver con revalorizar lo latinoamericano y lo folklórico”. En la década del ’40, el colombiano Lucho Bermúdez se había ocupado de trasladar la cumbia más rudimentaria (tambores y gaitas) a un ensamble de orquesta, con secciones de viento y percusión. Fue ese mismo formato el que La Delio rescató en 2009 y expandió por todo el país. Con quince músicos en escena, actualizaron el sonido de la cumbia con toques psicodélicos, elementos del rock, el jazz, el folklore andino y otros ritmos tropicales, como la salsa.
Después de versionar clásicos de la cumbia colombiana o de exponentes locales como Gilda, en su cuarto disco, Sonido Subtropical, apostaron a las composiciones propias. Las once canciones están firmadas por ellos. Claro, tuvieron que aprender los yeites del género y encontrar una voz propia. “Había uno o dos temas nuestros en cada disco. Pero fue un proceso largo hasta llegar a este disco, que incluye todas canciones propias. Fue una apuesta fuerte”, confiesa la saxofonista Agustina Massara. “Y también incidió la toma de decisión de trabajar con un productor externo. Trabajamos con dos personas, Andrés Mayo y Mariano Fernández. Ellos pusieron el oído y el ojo para definir y pulir un montón de cosas que ya teníamos. Porque al ensayo íbamos con los temas súper armados”, se explaya. “Cuando empezamos, tocábamos las versiones como salían, escribíamos los arreglos como podíamos. Y fue un proceso de aprendizaje: escuchar mucha música, cumbia de todo tipo, no solo colombiana. Fuimos madurando y construyendo una identidad propia”, suma Moldován.
En el disco conviven desde la cumbia con aires andinos “La cancioncita” hasta las bien argentas “De noche al amanecer” o “Amnesia”, la psicodélica “Danza del Uco” o “Corazón cumbiambero”, cuyos arreglos de gaita le dan un sonido tradicional. Pero hay una canción que sobresale. Se llama “Santa Leona” y está dedicada “para las que cada día alzan su voz y caminan hacia la vida”. En el medio, aparece una voz conocida que recita unos versos sobre una mujer de ojos iluminados que baja de un morro para luchar por los humildes. La voz invitada es la de Taty Almeida, de Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora. “Es una canción de Pablo Broide, el saxofonista, y el recitado está basado en una poesía que le escribieron a Marielle Franco (activista por los derechos humanos brasileña) después de que la mataron. Sentíamos que a la canción le venía bien un recitado y por eso convocamos a Taty. Fue muy flashero. Ella estaba muy compenetrada e involucrada en lo que tenía que hacer”, recuerda Moldován. “Estamos atravesados por esta realidad y nuestra forma de aportar es a través de la música. Y cada vez que nos sentimos convocados por algún motivo, lo hacemos”, dice.
"¿Ustedes son La Delio? Si alguna vez me tuviera que volver a casar los contrataría para mi casamiento", les dijo el Chango Spasiuk, con quien se encontraron de casualidad en un estudio de grabación y lo invitaron a meter su acordeón en “La cosecha”, del último disco. Spasiuk, entre otros amigos, será uno los invitados del Gran Rex, show que grabarán para un futuro disco en vivo. Como las entradas están agotadas, el viernes 30 de agosto a las 23 en El Teatro de Flores (Av. Rivadavia 7806) van a realizar un clásico Cumbión, con DJ Sonido Parrandero y Ninfas. “Nos interesa la música como herramienta sanadora: cómo la frecuencia y los timbres de la orquesta resuenan en el cuerpo y le hacen bien a la gente. A veces vas a un show y salís renovado. Entendemos la cumbia como una herramienta de transformación”, resaltan. “Y nuestra búsqueda también tiene que ver con habitar otros espacios que no solo tengan que ver con una movida comercial, un baile o una joda. Desde que empezó La Delio, tocamos en tomas de facultades, en el Borda, en cárceles... es un desafío para nosotros. ¿Qué nos pasa tocando en otro lugar? ¿Qué tiene la música para dar ahí?”.
-¿Y eso tiene que ver con su forma de organización, de manera cooperativa?
Agustina Massara: -Sí. Ya somos cooperativa legal y estamos muy contentos de trabajar de esa manera. Siempre, naturalmente, trabajábamos así. Y cuanto más avanzábamos en el crecimiento de la orquesta, más surgía la necesidad de ser una cooperativa legal. Es un modo de trabajo maravilloso, muy desconocido también para mucha gente. Termina el show y seguimos trabajando durante la semana para lograr todo. Y es la idea también, sino seríamos sesionistas. Esto es un proyecto dentro y fuera del escenario.
Santiago Moldován: -El hecho de ser una cooperativa genera un compromiso distinto, porque donde no hay patrón o no hay un jefe, vos sos el que empuja tu propio proyecto, tu propio sueño. Cuando hicimos el curso conocimos a un montón de cooperativas de todo tipo y te das cuenta que a todos les pasa lo mismo. Todos tienen que comprometerse y hacerse cargo. Y las relaciones humanas son muy importantes.