“Patronal cobarde y misógina”, “soldado”, “vil”, “botón”. Los trabajadores y trabajadoras de la cultura no escatimaron en adjetivos de repudio al ex ministro –ahora secretario-- de cultura, Pablo Avelluto, que el lunes a la noche había dicho que despidió a 1600 empleados porque tuvo “el coraje, la audacia y la voluntad política de hacerlo" y que el suyo era un “ministerio marginal”. Agrupado en distintos sindicatos y organizaciones, el sector cultural respondió fuerte a esta provocación y le recordó al devaluado funcionario que “si hubiese tenido valentía y audacia, le hubiera comunicado el despido él mismo en persona y en la cara a las compañeras con licencia por maternidad, a los de planta, a las embarazadas y a los miles de compañeros con gran cantidad de años que echó del ministerio en enero de 2016”. Además de esa declaración –la primera que circuló el martes temprano-, la junta interna de Ate Cultura convocó a una asamblea para este viernes a las 11 en la sede de la secretaría de la calle Alvear.
“No hay ninguna valentía ni audacia en mandar a la empresa de seguridad de ese momento a colgar una lista de despedidos en la puerta de cada uno de los edificios del organismo”, destacó el sindicato, que caracterizó al accionar de Avelluto como “el acto más vil y cobarde” y a él como “una persona que no afronta las decisiones que toma”. “En lo que sí vamos a coincidir es en que los despidos fueron de una clara voluntad política, voluntad que no tuvo para terminar con la precarización laboral, recategorizar a los compañeros, mejorar las condiciones de trabajo y recuperar el salario de los trabajadores de la cultura”, sentenció la Junta Interna. Esas reivindicaciones, de hecho, serán las que exigirán el viernes en la asamblea en la que discutirán los pasos a seguir frente a semejante ofensiva oficial.
Pero el repudio excedió lo gremial y se extendió también a los colectivos culturales independientes y agentes activos del sector cultural. El espacio M.E.R.D.A. en Acción, crítico de Avelluto desde el inicio de su gestión, disparó: “Que un ministro degradado a secretario se mofe de que su única acción corajuda es haber despedido cuando se tiene todo el poder, habla más de cobardía y de un mal aprendizaje de significado de las palabras que de una acción valiente. La realidad es que Avelluto salió a cortar cabezas, a señalar gente, a botonear compañeros y a aumentar los índices de desocupación como parte del cumplimiento de la receta impuesta por el FMI”.
Entre los trabajadores y trabajadoras que se expresaron estuvieron Victoria Albornoz Saroff, de los colectivos Génera y Agenda Argentina, que opinó que “(Avelluto) le habla a su votantes, a esa oligarquía insensible e insensata, ya que fue puesto en ese cargo con el único objetivo político de favorecer los intereses económicos de su clase y diezmar la soberanía cultural”. También el gestor cultural y fundador del Club Cultural Matienzo, Juan Manuel Aranovich, que en línea con el resultado electoral del domingo respondió con altura que “en lugar de entrar en provocaciones tenemos que poner nuestras energías en participar del proceso democrático para construir el país que queremos en donde la cultura es protagonista, el trabajo un derecho y donde la memoria es la clave para construir futuro.”
Entre tantas otras, una de las respuestas más curiosas fue la del cineasta y docente Cristian Bernard, que publicó una dura y viralizada carta abierta a Avelluto en su blog. En ella escribió: “Yo los voté en el 2015, mi desencanto es enorme y no pienso hacerlo en esta elección. Desde mi humilde punto de vista su gestión obedece a la misma lógica de ejecución de todas y cada una de las políticas del gobierno del cual usted forma parte. Es decir; entregar cada una de las áreas del estado a los sectores más concentrados de la economía. Esa es la estrategia y el sesgo ideológico del PRO y su coalición de gobierno. Ese es el plan. Para qué negarlo. Asúmanse como lo que son”.