Para evitar desbordes emocionales y ocultar su estado de ánimo, el presidente Mauricio Macri leyó el discurso ayudado por un teleprompter . Además de informar que si duerme mal deja al descubierto que pierde noción de la realidad, como el domingo cuando recibió una tremenda paliza en las urnas, reiteró la línea argumental de su gobierno. No cambió nada de la concepción y de la política que derivó en una crisis de proporciones . Afirmó que recibió una pesada herencia, que exigió mucho a la población, que la mayoría no lo pudo acompañar y que necesita más tiempo para seguir haciendo lo mismo que ha derrumbado a la economía. También insistió con la misma estrategia electoral de aplicar una dosis adicional de populismo “bueno” , como en los meses previos a las elecciones de 2017 y las PASO 2019. Las mismas medidas no tienen el mismo resultado si el escenario político ha cambiado. Y es lo que pasó este domingo. La realidad política se alteró y el gobierno se niega a aceptarla. Congelar tarifas, en este caso la de los combustibles, y entregar pocos recursos a sectores castigados son medidas anunciadas por un gobierno al que se le ha evaporado su legitimidad con el resultado de las PASO.
Como si no hubiese pasado nada en las urnas, Macri se victimiza, insiste con el discurso de que reconoce que cometió un error, redobla la apuesta diciendo que lo que hizo estuvo bien y que la culpa es de la población que no tiene aguante, vuelve con la misma receta económica y sigue proponiendo que el camino para el país es el que él ordena. En una economía real desquiciada y una corrida cambiaria y contra activos financieros descomunal, Macri continúa en campaña electoral. No mencionó a Alberto Fernández ni al Frente de Todos, y hace una convocatoria general sin precisar que con quien tiene que hablar es con uno solo de los candidatos. Y no lo hizo ni lo invita públicamente a reunirse.
La responsabilidad de agudizar esta fase de la crisis de la economía macrista tiene en este discurso un elemento clave. Contiene todos los factores para acelerar la caída. Simulación del arrepentimiento por lo que dijo, ratificación de la política económica y distribución de una propina subestimando al electorado que lo castigó en las urnas. En el frente financiero, agudiza la vulnerabilidad porque la crisis de la economía macrista es la manifestación de la disputa por los recursos fiscales entre el pago de los intereses de la deuda y el resto de las partidas del presupuesto nacional, y también de la puja por los dólares disponibles en el Banco Central entre los acreedores y el resto de la sociedad.
Las medidas económicas presentadas como un alivio serán insignificantes para el bolsillo de la mayoría. El shock inflacionario pulverizará ese dinero. Solo servirán para alimentar la corrida de los grandes jugadores de las finanzas globales invitados a participar del casino financiero de la economía macrista.