La brutal devaluación que aplicó el Gobierno tras su fracaso en las PASO tiene un impacto negativo mucho más profundo que el paquete de medidas de alivio presentado este miércoles por Mauricio Macri. Los precios de todos los bienes de la economía están en proceso de ajuste, que va desde el 20 al 30 por ciento, y que se sentirá de lleno desde la semana que viene. Si se tiene en cuenta que la canasta básica para una familia tipo no baja de 30 mil pesos, la suba de precios diluirá desde los próximos días más que los 4 mil pesos por mes que podrían cobrar adicionalmente dos adultos a cargo. Y mientras la reducción del poder adquisitivo por la inflación es permanente (y faltan los aumentos en servicios públicos y naftas que el Gobierno pateó para adelante) las mejoras anunciadas son circunstanciales, ya que terminan con las elecciones nacionales. Pero, además, la devaluación y la suba de tasas al 75 por ciento están generando un quiebre financiero para las pymes, que explican el 70 por ciento del empleo nacional. Es decir que habrá atrasos en el pago de la segunda quincena para obreros y en el próximo sueldo, más suspensiones y cierres de empresas.
Entre tanta confusión, una de las certezas que tienen los operadores del mercado es que el Banco Central tiene poder de fuego para dominar el mercado cambiario, el cual se mueve en base a las señales. Una señal contundente de parte del Gobierno antes de la apertura del mercado del lunes con la puesta a disposición de los dólares suficientes hubiera contenido la corrida contra el peso. En cambio, no hubo medidas oficiales hasta bien entrada la tarde del lunes. En otras palabras, el Gobierno devaluó la moneda y lo hizo en sintonía con la conferencia de prensa de Macri del lunes, para que el pueblo se sienta responsable de no haberlo votado.
La disparatada estrategia oficial fue endilgarle la culpa de la devaluación al Frente de Todos para que luego Macri saliera a anunciar las medidas de alivio. Pero la devaluación también fue concertada por el Gobierno. Y ambas medidas tienen en conjunto un saldo muy negativo para el salario y las finanzas de las empresas.
Los precios
Molinos Río de la Plata (produce marcas como Luchetti, Matarazzo, Granja del Sol, Gallo, Terrabusi, Don Vicente, Favorita, Canale, Cocinero, Cruz de Malta, Nobleza Gaucha y Blancaflor) ya envió una lista de precios con aumentos del 10 por ciento y está en camino otro 10 por ciento. AGD (aceites Natura y Cada Día) ajustó sus precios un 25 por ciento y Molinos Cañuelas lo hizo en un 20 por ciento en aceite, 15 por ciento en harinas (luego completará hasta un 30 por ciento) y 10 por ciento en galletas.
Además, fuentes del supermercadismo adelantaron a este diario que están en camino fuertes aumentos de las gigantes Unilever (Axe, Comfort, Dove, Hellmann´s, Knorr, Lux, Ala, Rexona, Cif, Clear, Sedal, Drive o Impulse, entre otras) y Arcor (marcas Arcor, La Campagnola, Criollitas, Salsati, entre otras). También avisaron de nuevas listas Menoyo, Establecimiento Las Marías (Taragüí, Unión, La Merced), Alicorp (marcas Zorro, Suave, Plusbelle), Inalpa (conservas), Dos Hermanos y Bunge.
Frigorífico Piamontesa avisó que la semana que viene sube los precios un 8 por ciento. En entregas mayoristas de harina hay subas del 30 por ciento y en papel higiénico, rollos y servilletas, un 21 por ciento desde este miércoles. El té Green Hills y la yerba La Tranquera harán lo propio en un 8 por ciento. Otros rubros muy sensibles como los medicamentos también ajustan rápidamente con el dólar.
Las pymes
Con más de diez meses de caídas de ventas y tasas por arriba del 60 por ciento, la devaluación mayor al 30 por ciento de estos días junto al alza de tasas hasta el 75 por ciento partieron al medio a las pymes, que explican el 70 por ciento del empleo nacional. Por un lado, el sistema de ventas está paralizado por el nivel de incertidumbre cambiaria, lo cual frenó los ingresos. Pero además, los cheques por cobrar en poder del vendedor ya perdieron entre un 20 y un 30 por ciento de su valor para reponer mercadería y aquellos papeles que todavía no están para cobrar es imposible cambiarlos por efectivo: “Los bancos no tienen tasa, es decir, no entregan la plata porque no saben a qué precio hacerlo”, explica un pyme.
En consecuencia, hay un brutal achicamiento del efectivo disponible que va a impactar en las próximas semanas en dificultades para el pago de salarios y para reponer mercadería, lo que implica más suspensiones y cierres. “Los empresarios no saben qué hacer”, resume un dirigente. No hay plan de financiamiento de las cuotas impositivas (como anunció Macri) que alcance para remediar la bomba que implicó la devaluación y la suba de tasas en un contexto que ya venía deteriorado.