Julieta Venegas, Santiago Loza y Guillermo Cacace celebran que la entrevista con PáginaI12 sea la ocasión que los reúne luego de aquel primer encuentro un año atrás en una chocolatería donde empezaron a dar forma a un nuevo proyecto teatral al que nutrieron con sus trayectorias y lenguajes. Es que el proceso de trabajo fue avanzando un poco a través de mensajes virtuales y otro poco sólo con la presencia de una parte del equipo. Entonces, en el bar del Teatro Picadero se ponen rápidamente al día y comparten la excitación que les produce el estreno reciente de La enamorada.
Loza confiesa que hasta el momento no pudo ver el resultado final de la obra y, entre risas, Venegas señala: “A esta altura está entregado”. “Ni en mis mejores sueños sobre esta puesta figuraban ni Julieta ni Guillermo. Sólo estaba este texto que se estrenó hace unos años en Córdoba con una amiga, Eva Bianco, pero que no se había estrenado en Buenos Aires, y por eso teníamos el deseo de hacerlo acá”, cuenta el reconocido dramaturgo, director y guionista sobre la obra que escribió hace veinte años con el título original de La enamorada del muro.
Con formato de monólogo, la pieza pone en escena a una mujer deseosa de contar partes de su vida y transmitir sus emociones. Hermana menor de catorce hermanos, entre los cuales destaca especialmente a un hermano japónes, reflexiona sobre la maternidad, la lactancia, la muerte, la vida eterna y el amor. Y con esa historia se encontró la cantante y compositora mexicana Julieta Venegas, radicada en Buenos Aires desde hace dos años y en medio de un proceso de experimentación musical alejada de giras internacionales y conciertos masivos (ver recuadro). “Cuando leí el libro de Santi Obra dispersa, que incluye varios monólogos y obras suyas, le comenté por las redes sociales que me había gustado mucho La enamorada, y ahí él me contó que la productora Romina Chepe estaba buscando hacer la obra y me propuso que me juntara con ella. Pero yo le dije que no era actriz y me contestó: '¿Y cuál es el problema?' (risas)”. Así fue que Venegas comenzó a transitar el camino que la llevaría a su debut teatral, al que aportó, además de su carisma, lo que bien sabe hacer: componer canciones.
“No fue algo que pensamos desde un principio”, asegura. “Yo estaba buscando otra manera de crear, porque estaba un poco aburrida de hacer giras y de la carrera. Nunca había actuado y tenía ganas de hacer otra cosa, y cuando nos juntamos por primera vez no pensé en componer, pero después me volví a cruzar con Santi en su obra Sagrado bosque de monstruos donde yo cantaba en algunas funciones. En ese momento, me pareció que una de las canciones necesitaba más trabajo y juntos trabajamos para cambiarla, entonces le propuse que hiciéramos lo mismo con La enamorada”.
La incorporación de Guillermo Cacace es aún más pintoresca. Fue Loza quien pensó en él luego de haberle confiado la dirección de El mar de noche. “Estaba volviendo de una gira en un avión con la productora y ella me habló de que existía un proyecto para trabajar con Julieta Venegas”, recuerda. “Soy un poco outsider en algunas cosas y debo confesar acá, delante de Julieta, que no sabía quién era ella (risas), y como venía en un nivel de saturación importante de trabajo con los actores, dije: '¡Qué bueno que no sea actriz!'. Porque venía de hacer una obra de Chéjov con dieciséis personajes en escena y Mi hijo sólo camina un poco más lento, con once actores. Pero para mí el texto era el que definía todo y cuando lo leí me di cuenta que lo conocía, porque se lo había escuchado leer a Santiago en la presentación de su libro y me había seducido mucho”.
-¿Por qué te entusiasmaba trabajar con alguien que no se dedicara a actuar?
Guillermo Cacace: -Porque si bien una de las cosas que más me interesa de dirigir teatro es hacer trabajos quirúrgicos en la actuación, había en mí cierto nivel de saturación de trabajar con actores y con las cosas que saben. Mi hipótesis era que alguien que se dedica a cantar no iba a tener los vicios ni los lugares comunes de la actuación. Igualmente, eso no es algo de lo que me quejo, porque para mí es un placer absoluto la dirección de actores. Creo que tanto Julieta como yo estábamos buscando alternativas a lo que veníamos haciendo y quisimos experimentar. Estaba bueno eso de ignorar un poco quiénes éramos y qué podíamos hacer juntos.
-Julieta, vos hacés hincapié en que no sos actriz sino intérprete. ¿Por qué hacés esa distinción?
Julieta Venegas: -Respeto mucho el oficio de les actores. Me parece precioso y soy muy fan de la gente que tiene ese trabajo. Sé estar en el escenario por otras razones, porque canto y tengo experiencia en eso, pero yo llegué a esta historia porque me pareció lindo el texto, no porque quería actuar. No sabía qué podía pasar y esa pregunta estuvo dando vueltas mucho tiempo en todo el proceso, y de alguna manera sigue ahí. Ahora vemos lo que pudimos hacer porque ya estrenamos y creo que todos sentimos una satisfacción linda de haber logrado algo con muchos lenguajes, porque siento que sumé mi lenguaje, que es la música.
-¿La actuación, entonces, es otra forma de experimentar la música o puede ser pensada como un nuevo oficio?
J.V.: -No lo sé. Para mí es otra manera de estar en la música y aprendí mucho de todo este proceso, porque nunca había escrito canciones a partir de una historia tan concreta como en este caso. Eso me dio mucha libertad. Santi me iba tirando la letra y hacíamos un tejido simultáneo. Nunca había trabajo con alguien así y fue muy lindo, porque me di cuenta de que las canciones tomaban la forma de la personalidad que yo sentía que tenía el personaje de la historia. Fue como haber entrado en un mundo paralelo en donde esa mujer estaba dictándome lo que tenía que escribir.
-Guillermo, dado que estos son los primeros pasos de Julieta en la actuación, ¿con qué premisas trabajaste para guiarla en la composición?
G.C.: -No pensé en que ella estaba dando sus primeros pasos sino que era alguien que estaba comprometiéndose con un material, y eso nos ayudaba a disolver las categorías estancas de lo actoral, la danza o la música. El trabajo fue relajado, porque no estuve pensando en que ella no fuera actriz, y trabajamos para que fuera apareciendo la voz del personaje. Cuando empecé a hacer los deberes y a ver lo que hacía Julieta, fui a uno de sus shows, y al escuchar su voz hablada cuando presentaba los temas, pensé que eso era lo que ella tenía que hacer con el texto de Santiago. Hay algo hermoso en Juli, muy fresco y genuino, que hace que no necesite actuar. Creo que este es un espectáculo que alguien puede venir a ver por el nivel de reconocimiento que tiene Julieta, pero nuestra apuesta es que el público pueda asistir a un entrecruzamiento de lenguajes, que es lo que está por delante de todo. Como en el cuadro de Magritte que dice “Esto no es una pipa”, podemos decir “Esto no es un unipersonal”.
-Santiago, como en otras obras tuyas, como Nada del amor me produce envidia, La mujer puerca o Todas las canciones de amor, La enamorada pone en escena a una mujer que expresa sus pensamientos y hace, de alguna manera, una catarsis. ¿La mirada y la sensibilidad femeninas te resultan particularmente inspiradoras al momento de escribir?
Santiago Loza: -Lo femenino actúa en mí de una manera muy natural. Aparecen voces que se instalan como una obsesión y muchas veces tienen que ver con lo femenino, por cercanía y porque es la forma en la que yo percibo. Siempre el afuera empezó a señalar que yo escribía para mujeres, pero no me daba cuenta. Parecería que a todos esos personajes el transcurso del espectáculo les permite la posibilidad de la palabra, pero fuera de eso uno puede imaginar que son más bien personas calladas y que en la obra se desbordan. Pienso también en otra obra como El mar de noche, donde aparece lo masculino, pero vulnerado, porque a mí me interesa lo que se permite estar a flor de piel. Me conmueve eso. Y lo femenino tiene menos prejuicio sobre lo vulnerado que lo masculino.
-Hablás de voces que aparecen. ¿Cómo apareció la voz de La enamorada?
S.L.: - Hace veinte años tuve una crisis y abandoné la escritura, y cuando me fui reencontrando con la palabra, de a poco aparecieron estos monólogos. Cuando volví a releer La enamorada junto con Julieta, me di cuenta que esa obra está hablando de una persona que necesita redefinir el mundo desde lo más simple, volver a enamorarse de él y ofrecer esa capacidad amorosa a otres.
-Julieta, desde la interpretación, ¿sobre qué cosas te llevó a reflexionar este personaje?
J.V.: -Lo que más me atrajo en un principio fueron esas preguntas metafísicas que hace y la mística que tiene. Ella no quiere filosofar y se aleja de eso, pero hace preguntas fuertes, y eso me parecía muy atractivo. Hay algo en el texto que me resonó mucho empezando por ahí. Por otro lado, al igual que a esta mujer, a mí tampoco me dieron la teta, y todavía se lo reclamo a mi madre (risas). Ella, en el fondo, está hablando de la muerte, pero no de una manera triste. Y eso me parece algo lindo y muy audaz, porque no nos atrevemos a hablar de ese tema.
La cantante mexicana está en proceso de reinvención
Experimentar y reconectar
Inmersa en una búsqueda artística nueva, luego de más de treinta años de carrera, más de 20 millones de discos vendidos en todo el mundo y seis premios Grammy, Julieta Venegas disfruta de los desafíos que la sorprenden en esta etapa. Subir a un escenario durante una hora, ya no a realizar un recital sino a interpretar un unipersonal, con todo lo que eso implica, no es algo que seguramente haya estado en sus planes cuando decidió echar raíces en Buenos Aires.
Sin pretensiones ni apuros, también realiza un show al que llamó Íntimo, con el que recorre distintos espacios de la ciudad, en los que toca para públicos pequeños acompañada solamente por el conjunto de instrumentos que domina. “Este tipo de show chiquito me da mucha independencia porque al estar sola no tengo necesidad de planificarlo demasiado”, explica, y adelanta que para sus próximas presentaciones las entradas ya están agotadas.
Pero no es en ese formato de concierto, sino en La enamorada donde hoy deposita su energía, y lo que incluso la motivó a dejar abierta la posibilidad de volver a grabar un disco propio. Es que la cantante ya está en pleno proceso de grabación de las nueve canciones que escribió especialmente junto con Santiago Loza para complementar el texto, aunque en la puesta final sólo se incluyeron siete. “Tengo un montón de canciones nuevas que no he querido grabar porque no me daban ganas de entrar al estudio, pero la grabación de las canciones de la obra me conectó otra vez con ese tipo de trabajo”, asegura Venegas, quien lanzó su séptimo y último disco Algo sucede en 2015.
-Hay en la obra un carácter intimista, donde la protagonista busca expresar sus emociones al público. Parecería haber una similitud entre este personaje y tu nuevo deseo de experimentar y difundir tu música.
-Sí, estaba metida en una rutina que requería de mucho esfuerzo y me sentía un poco desconectada de lo que estaba haciendo. Sentía que necesitaba reconectar con la parte creativa de simplemente sentarme y tocar por gusto, y eso ha requerido quitar la distancia entre el resultado y el proceso, y hacer todo en un formato más chiquito. Por eso también mi trabajo con Guille (Cacace) fue muy importante para mí y es parte de mi proceso como persona, porque todas las juntadas que hicimos las tomé como una terapia, más que como un trabajo. A partir de un texto y de alguien que estábamos imaginando, como la enamorada, hablamos de literatura, de filosofía, de psicología y de la vida. Por eso a Guille lo apodé Mister Miyagi (risas), porque él es maestro y tiene esa actitud. El me decía que no intentara construir este personaje sino que tenía que dejarlo hablar. Y eso es muy bonito, porque yo estaba toda asustada pensando que tenía que inventarme como actriz.
-¿Y por qué elegiste vivir en Buenos Aires?
-Porque me encanta. Me parece una ciudad preciosa. Muchas razones lindas se juntaron y me vine para acá. Ahora que estoy en un proyecto de teatro, ya soy porteña... aunque Guille dice que para eso me falta hacer terapia (risas).
La ficha
La enamorada, de Santiago Loza. Dirección: Guillermo Cacace. Elenco: Julieta Venegas. Canciones: Julieta Venegas y Santiago Loza. Música original: Julieta Venegas. Diseño de escenografía: Johanna Wilhelm. Asistente de escenografía: Martina Nosetto. Colaboración coreográfica: Andrés Molina. Diseño de vestuario: Betiana Temkin. Diseño de luces: Matías Sendón. Asistencia de dirección: Gabriel Baigorria. Producción ejecutiva: Romina Ciera. Dirección de producción: Romina Chepe. Lugar: Teatro Picadero (Pasaje Santos Discépolo 1857). Funciones: jueves a las 21.45 y viernes a las 22.