Estalló el gobierno de Cambiemos y con él distintos conflictos en el sector cultural. En el Teatro Argentino de La Plata, el Centro Cultural Rector Ricardo Rojas y la propia Secretaría de Cultura de la Nación, problemáticas que ya tienen un tiempo encontraron su pico esta semana, con movilizaciones, repudios, solicitadas y hasta paro y cese de actividades de trabajadores. En todos los casos, las autoridades (todas pertenecientes al ámbito público) desconocieron los reclamos.
Drama platense
En el medio de la crisis política que se vive en la Provincia de Buenos Aires tras la dura derrota de la gobernadora María Eugenia Vidal, la asamblea de trabajadores del Teatro Argentino de La Plata movilizó el jueves a la mañana hasta la cartera de Gestión Cultura para pedir una reunión con el ministro, Alejandro Gómez. El reclamo de este colectivo es por la reanudación de las obras de remodelación del teatro, la mejora en las condiciones de trabajo, la sanción de planteles básicos y estructuras, por un mayor presupuesto y programación y por reapertura de paritarias, entre otras demandas.
Tras una marcha con tintes performáticos –hubo zapatos de baile colgados del edificio, pancartas, música y baile--, los trabajadores juntaron firmas y entregaron un duro petitorio titulado “Salvemos al Teatro Argentino de La Plata”. El texto cerraba: “Exigimos que se respete el Teatro que es tanto nuestro, como de toda la comunidad. Y llamamos a todas las fuerzas artísticas, sociales, a la ciudadanía en general y a los medios de comunicación a pronunciarse en apoyo a todos los trabajadores en su pedido de condiciones laborales y edilicias dignas para poder volver a ofrecer obras de calidad”.
Consultado por PáginaI12, un grupo de bailarines del teatro denunció desinterés por parte de las autoridades: “Nosotros hablamos de vaciamiento, de falta de cobertura de carfos, de falta de programación, y las autoridades responden evadiendo las audiencias con los trabajadores. No asumen la responsabilidad de organizar y administrar los organismos”.
La semana empezó para atrás para los trabajadores de la Secretaría de Cultura de la Nación, luego de que quien maneja la cartera, el devaluado ex ministro Pablo Avelluto, se enorgulleciera de haber despedido 1600 empleados cuando llegó a la gestión. Los repudios no tardaron en llegar y al día siguiente la Junta Interna de Ate Cultura convocó a una asamblea general frente a la calle Alvear. Finalmente, y a fin de garantizar una organización más efectiva en cada lugar de trabajo, esa gran concentración devino en asambleas por edificio (las distintas subsecretaría y organismos funcionan en distintas sedes). Ayer se hizo la primera, ahí en la sede central.
“Repudiamos en la asamblea las declaraciones de Avelluto, pero sobre todo reforzamos el pedido que le hicimos el jueves en un petitorio que ya fue entregado. Necesitamos que solucione la situación desesperante que viven los trabajadores y trabajadoras con sueldos muy por debajo de la canasta básica familiar y sabemos que tiene herramientas para hacerlo, pero en cambio tiene congelado un aumento que tenemos otorgado los compañeros y compañeras.”, contó a este diario el secretario general de la Junta Interna, Manuel Cullen.
Según detalló el delegado, la asamblea le otorgó un plazo hasta el miércoles a Avelluto para que responda favorablemente a esa y otras demandas, como el pase a planta de los trabajadores con más de cinco años de antigüedad. De no tener respuesta positiva, aseguraron los trabajadores, harán una gran actividad en la calle y ejecutarán protestas en inauguraciones de muestras que dependan de la Secretaría.
Ayer también se organizó otro cuerpo de trabajadores y trabajadoras, esta vez el del Centro Cultural Rector Ricardo Rojas, que depende de la Universidad de Buenos Aires. El conflicto allí también viene de largo y tiene que ver con que, tal como informó la asamblea, “las instalaciones del edificio se encuentran en franca destrucción y sus servicios esenciales obsoletos”. Tras ser desoídos por la máxima autoridad del espacio, la directora Cecilia Constanza Vázquez, ayer hubo cese de actividades, algo poco usual para el establecimiento.
“Días atrás, compañeros alertaron sobre el respirar de aire viciado, fruto de pérdidas de gas y de mal funcionamiento de la calefacción. La respuesta fue acusar a los trabajadores de paranoicos, vagos, exagerados y generadores de caos. Pero poco después, por orden del Rector de la UBA, Vázquez decidió el cierre total de las instalaciones, lo que termina asintiendo nuestro reclamo sobre lo peligroso que es para alumnos, profesores y trabajadores asistir al que fuese el máximo ícono del arte y la cultura porteña”, denunciaron en un comunicado los trabajadores.
“El Rojas no está cerrado por su decisión, sino por un paro de trabajadores. Nos trataron de locos y después postergaron el inicio de clases para cerrar las aulas”, confirmó a este diario el delegado general de la comisión interna, Chelo Acosta.