La economía argentina volvió a dar la nota. Devaluación de casi 30 por ciento en una semana. Caída de acciones del 50 por ciento y riesgo país en 2000 puntos. El asombro entre los analistas internacionales fue notable. El reportero de mercado del Financial Times Colby Smith puso en números algunas de las pérdidas más importantes. El fondo de inversiones de Templeton -administrado por Michael Hasenstab- registró un rojo de 1800 millones de dólares en un solo día.
El país es una caja de sorpresas financieras: tiene un nivel de volatilidad extrema. En las finanzas los eventos de tipo cisne negro son los que nadie espera pero cuando se producen generan un gran impacto en el precio de los activos. El especialista en matemática financiera Nassim Taleb le dio repercusión a esta idea en 2007. Este concepto resumió a la perfección el derrumbe de los bancos y otras empresas en la crisis de las hipotecas subprime en Estados Unidos.
La semana pasada Taleb fue uno de los primeros analistas de renombre global en ponerse a estudiar los datos de la Argentina. El investigador pretende entender -una vez superado el evento- las condiciones que llevaron a este nuevo cisne negro. La tarea no es sencilla. El desplome de los activos combinó muchos elementos. La estafa de las encuestas. La pasividad del Banco Central para intervenir el mercado cambiario. El efecto manada: los inversores se desprendieron de los activos sin mirar los precios.
El balance financiero de los últimos días deja datos impactantes. La bolsa argentina marcó un nuevo hito en las finanzas mundiales. La caída de las acciones de 48 por ciento este lunes fue la segunda más importante de los últimos 70 años. El dato surge de estadísticas de Bloomberg y se calcula comparando los resultados diarios de las principales bolsas del mundo. El mercado bursátil de Sri Lanka ocupa el primer puesto con un rojo de 62 por ciento en 1989.
El precio de los bonos es otro de los puntos imposibles de pasar por alto. Los operadores de la city empezaron a mitad de semana a hacer buenos chistes. Se trata de una reacción natural para evitar llorar. La recomendación de las mesas de dinero fue comprar títulos públicos para aprovechar la promo del mercado argentino. Fue la semana del 2 x 1 en la compra de bonos. La paridad de estos activos bajó a la mitad de su precio. El que compró 100 dólares de casi cualquier título se hizo de un capital de 200 dólares que cobrará al momento del vencimiento.
Las anécdotas del desplome financiero dejaron otras perlas. Una de las que más se comenta es la de un banco de inversión de Estados Unidos –uno de los más importantes también a nivel internacional- que venían pagando por encima de 50 mil dólares semanales para recibir encuestas con información privilegiada. El fondo con el correr de las semanas terminó recibiendo encuestas que daban paridad técnica.
La furia después de las elecciones fue mayúscula. No por haber gastado cientos de miles de dólares en consultarías. Son monedas. El punto principal es que tomó decisiones de inversión con datos irreales y anotó perdidas por cientos de millones. La posibilidad que vuelva a contratar una encuestadora local es cercana a cero. Este fastidio de los fondos aumenta la irracionalidad. La sensación de estafa parece impulsarlos a la ola de ventas. No les importa si puede haber o no impago de deuda. Por ahora lo único que quieren es irse de la Argentina.