Seis años en cartel, con una respuesta de público que no deja de sorprender a sus responsables: Mi hijo sólo camina un poco más lento ha obtenido una aureola especial. Nacida y sostenida en Buenos Aires desde el teatro independiente, la obra escrita por el croata Ivor Martinic, que dirige Guillermo Cacace, continúa su periplo ascendente esta noche, a las 21, en una única función en Teatro La Comedia (Mitre 958).

"Uno podría presuponer que una obra realizada durante seis años se mecaniza, y eso es lo peor que nos puede pasar a los actores y directores. Pero pasa todo lo contario, y creo que tiene que ver con algunos hechos fundacionales. Entre ellos, darse cuenta de que a mí me gusta mucho ensayar porque me gusta ensayar, y no porque por haber ensayado mucho una obra sea mejor. Para esta obra, cuando la montamos, tuvimos dos meses. Como los actores tenían otros compromisos de trabajo -esto es así en el teatro independiente- sólo nos pudimos juntar todos durante siete domingos, nada más", explica Cacace a Rosariol12.

En esa urgencia y apuesta apareció, según Cacace, algo distintivo. En sus palabras: "Fue gracias a eso que no pudimos dar puntadas finales, que hacen hasta el día de hoy que la obra esté en una suerte de ensayo permanente. Diría que hasta su estética tiene el descuido de un ensayo. Al momento del estreno, algunos de los actores no terminaban de recordar algunas marcas o textos, así que dijimos 'bueno, cualquiera en cualquier momento de la obra les puede decir para dónde ir o decir el texto', pero no como un apuntador, sino como un compañero de elenco. De lo que se trata es de no ocultarlo, y que se convierta en el procedimiento con el que nos abrimos al público. De esta manera, la obra nos puso en jaque muchas creencias. Es como una suerte de regalo que nos dio este laburo, para poder desaprender algunas cosas".

"Antes que decir que toda familia es un infierno, también podría ser un infierno que necesitás, al que volvés, que a veces es reparador".

Once actores en escena, alrededor del día de cumpleaños de Branko, cuya enfermedad lo tiene en silla de ruedas. Parece que la pérdida de movilidad será total. ¿Es sobre esto necesariamente la obra? "En Buenos Aires, por lo menos, ha tenido un regodeo en la familia disfuncional como tema, como si se tratara de afanarle un término a la psicología, que es más de otra índole. Lo que sucede en la obra tal vez no es explicable y sea más ambiguo. Antes que decir que toda familia es un infierno, también podría ser un infierno que necesitás, al que volvés, que a veces es reparador. Una visita a la familia puede implicar tener pedido el remís para asegurarte la salida, pero también haber almorzado y compartido tu historia, y haberte quedado en la semana con algo que quedó sanado mientras te comías unos ravioles. Me parece que los temas son más complejos, y en la escena porteña creo que se ha hecho hincapié en un solo aspecto de lo familiar cuando, en verdad, lo familiar no escapa mucho de ser una refracción de una escena más grande, donde todo está muy horadado, donde el lazo está erosionado".

Si estos espacios en blanco están y persisten, lo que se produce es una interpelación de la que todos y todas participan. Cacace agrega que "por decirlo de alguna manera, en la obra nos resta todo. Lo que nos resta quizás sea una síntesis, que anticipe de manera contundente lo que va a pasar. Pero eso es sólo una parte. Nos resta poder nombrar de qué va, porque ni siquiera el autor nos aporta demasiados datos sobre la enfermedad progresiva que tiene Branko, y por suerte es así, porque en ningún momento sentimos que hacíamos una obra sobre un chico de capacidades diferentes. En realidad, estamos hablando de una trama vincular, donde alguien tiene este tipo de condición, que bien podría replicarse en otro tipo de imposibilidades en otros de los miembros de la familia. Eso es algo que fuimos descubriendo. Nos conmovió profundamente el material desde una zona que no podemos nombrar demasiado, pero sí podemos rodear, buscar merodeos alrededor de lo que hacemos, siempre con la insuficiencia de poder definir de un modo contundente".

En este sentido, Cacace se pregunta "¿por qué la obra sigue teniendo aceptación y repercusión?". E intenta una respuesta: "La verdad es que yo seguí haciendo obras y ninguna tuvo el mismo nivel de repercusión. Ahora bien, no hay ninguna fórmula. Preguntados sobre los móviles de las acciones de algunos personajes, los actores han contestado saber qué situación -durante la pieza- los invita a tal reacción, como por ejemplo al momento de percibir una mirada, pero sin saber intelectualmente por qué la madre, en un momento, logra decir que su hijo no camina un poco más lento, sino que no va a caminar más. Nuestro mérito ha sido entrar en consonancia y resonar con lo que ya la obra tiene en términos de porosidad. Es una obra muy blanda, con un cuentito muy pequeño. No es Shakespeare ni Chéjov. Es un cumpleaños de este chico que tiene este tema, en donde se es un poco testigo de lo que le pasa a la familia alrededor de un acontecimiento".