Hace justo un año, el Papa recibía en audiencia privada a dos compatriotas suyos, Guillermo Robledo, líder del Movimiento Hélder Cámara para la Paz entre las Religiones, y Eduardo Murúa, representante del Movimiento Nacional de Empresas Recuperadas. En esa oportunidad, ambos dirigentes –que tenían relación con Francisco desde que era el cardenal Jorge Bergoglio– pudieron alcanzarle una propuesta, basada en la encíclica Laudato Si, que consistía en la creación de un Observatorio de la Riqueza, cuyo objetivo central es diseñar un nuevo sistema financiero y comunicacional mundial capaz de beneficiar a las mayorías populares que hoy quedan habitualmente excluidas de las riquezas de sus naciones. Ese proyecto se concretó en Buenos Aires pocos meses después del encuentro con el Papa a través de una amplia convocatoria a la que concurrieron destacadas figuras del ámbito económico, académico, artístico, sindical y empresarial de la Argentina. Guillermo Robledo, coordinador del Observatorio de la Riqueza, afirma en charla con PáginaI12 que la Laudato Si “cuestiona profundamente al sistema económico y habla de la obsolescencia del sistema capitalista internacional”. En sintonía con esta idea, desde la creación del Observatorio se realizaron varias reuniones y elaboraron algunos documentos en donde se da cuenta del funcionamiento del sistema financiero en la Argentina, reglado básicamente por una ley que data de la época de la última dictadura cívico-militar. “Este sistema lleva cuarenta años fugando capitales al exterior, que es lo mismo que fugar nuestra riqueza –denuncia Robledo– y en el último año este modelo se ha profundizado”.

–¿Cómo es el origen del Observatorio de la Riqueza?

–El Observatorio nació de una convergencia del Movimiento Nacional de Empresas Recuperadas y del Movimiento Hélder Cámara por la Paz entre las Religiones y los Pueblos, que yo presidía. Nosotros teníamos una relación con (el Papa) Francisco previa, veníamos trabajando el tema de un Tercer Concilio Vaticano, desde hace cinco años, y cuando él llega a Papa le llevamos una serie de propuestas, y eso desemboca en una idea, junto con una parte de los movimientos sociales. La idea era que si la Universidad Católica (UCA) tiene el Observatorio de la Pobreza, nosotros, el pueblo, teníamos que hacer el Observatorio de la Riqueza. En realidad la idea había quedado picando hace varios años atrás, cuando las comunidades eclesiales de base de Quilmes, en la época en que yo era funcionario del municipio, en una reunión nos planteaban que ellos habían querido que el Observatorio de la UCA fuera de la Riqueza y de la Pobreza, de las dos cosas, y la UCA no aceptó. Entonces, le llevamos la idea a Francisco y nos dio su aceptación, y ahí arrancamos. Volvimos a la Argentina e hicimos una convocatoria amplia, no sólo de un sector de pensamiento político o ideológico

–¿Ustedes recurrieron a un grupo de científicos de la Universidad de Buenos Aires para trabajar sobre la Laudato Si?

–Sí, porque nosotros pensamos que para poder llevar adelante esas metas éticas, filosóficas y religiosas que plantea Francisco, hace falta algún tipo de diseño científico. Por eso nos planteamos analizar cómo funcionan los flujos de riquezas, y cómo se puede cambiar esa dinámica, de una manera científica. Fuimos a buscar qué antecedentes tenía la Argentina, y encontramos algo muy rico, que fue la experiencia que se hizo en los años setenta en la Fundación Bariloche, presidida entonces por el físico Carlos Mallmann (padre de Francis, el cocinero), quien decide dar una respuesta desde Latinoamérica a un modelo matemático  (The World3) que había sido desarrollado por los centros de pensamiento internacional, que planteaba la necesidad de poner un freno al ritmo de crecimiento demográfico y económico. Y la Fundación Bariloche produce lo que se llama el Modelo Mundial Latinoamericano, y un grupo de científicos lo ha reflotado en los últimos años mediante un verdadero trabajo de arqueología computacional, porque eso estaba en los primeros lenguajes de programación. Uno de los trabajos del Observatorio es fusionar aquel trabajo argentino de la Fundación Bariloche con las ideas que plasmó Francisco en la encíclica, para un nuevo orden financiero mundial, y obviamente social y de poder.

–Desde el Observatorio ustedes publicaron algunos documentos en donde analizan la situación de Argentina, y sobre todo los cambios que hubo desde diciembre de 2015, con datos muy alarmantes en relación al endeudamiento del país y a la gran fuga de capitales hacia el exterior.

–A nivel local, lo que nosotros hemos descubierto en este año de investigación es que los flujos financieros están bifurcados por el Estado entre lo que maneja el Banco Central y lo que se maneja de presupuesto del Estado nacional, por una razón que no entendemos. Nosotros creemos que debe estar unificada. La sociedad, el poder político, el Parlamento no tiene la visión de conjunto de la masa de intereses que paga el Estado nacional, una parte por el Banco Central y otra parte por el presupuesto nacional. Cuando el Congreso aprueba el presupuesto nacional, aprueba la mitad de los intereses que paga, y por otro lado el Banco Central paga por otros conceptos sin aprobación parlamentaria, lo que da una cifra que es la que plasmamos en nuestros documentos, que está proyectada para el año 2017 de casi quinientos cuarenta mil millones de pesos. El Congreso ha aprobado doscientos cuarenta mil, y el Banco Central paga intereses de otro tanto por intereses. Eso da una cifra que es realmente la causa del empobrecimiento, porque es una masa de recursos que termina en los paraísos fiscales. La desproporción que hay entre esos quinientos cuarenta mil millones de pesos al sector financiero y diecisiete mil, por ejemplo, al sector científico, o sesenta mil millones de pesos al sector de la salud, demuestra claramente que hay algún problema estructural en el manejo del Estado, que es el que causa la pobreza. Las desproporciones son escandalosas, y el hecho de que no estén unidos los dos conceptos es una debilidad política que es la que nosotros hemos tratado de instalar desde el Observatorio, que se unifique lo que se conoce como “déficit fiscal financiero” y “déficit cuasi fiscal”.

–¿Cuál es la diferencia entre uno y otro?

–Que uno lo paga el Banco Central y el otro lo paga el presupuesto nacional. Ahora, los conceptos y los beneficiarios son los mismos, son intereses pagados por mayor endeudamiento a los bancos que terminan en paraísos fiscales. Porque cuando uno lee las cuentas del Banco Central determina que el flujo financiero termina en el exterior, porque con el nuevo gobierno están liberados los capitales. No hay ningún elemento que haya demostrado en las cuentas del Estado que ese flujo de intereses pagados en el país ha sido reinvertido.

–¿Cómo caracteriza a este sistema financiero?

–Es un sistema de saqueo.

–-Pero este sistema no se instaura en diciembre de 2015, ¿no?

–No, en realidad es un déficit de los cuarenta años de democracia, pero en el último año se ha agudizado. Pero es un problema que arranca en la ley de entidades financieras de la dictadura y que, lamentablemente, hace cuarenta años que estamos en democracia y todavía no se ha modificado. Ése es el corazón del problema.

–¿Como funciona este sistema financiero de saqueo?

–Bueno, no se puede hablar de la ley sin hablar de otro aspecto que también está silenciado que es el incremento de la riqueza físico-biológica de la Argentina a lo largo de estos cuarenta años. A nosotros los medios de comunicación, los comunicadores intencionados, nos convencen de que somos un país pobre, o una región pobre. Pero el incremento de la productividad física de los argentinos en los últimos cuarenta años, del campo, la industria, las comunicaciones, el transporte, etcétera, ha sido casi de catorce a uno, o sea, somos catorce veces más productivos en términos físicos que hace cuarenta años. Este sistema financiero lo que hace es monetizar esa mayor riqueza en forma tal que la neutraliza como riqueza nacional y la transfiere al exterior. Nosotros como Observatorio denunciamos que somos cada vez más ricos en términos de productividad físico-biológica y cada vez más pobres en términos monetarios financieros por ese sistema financiero, que es evitable. No es que esto es una situación universal que siempre ha sido así en todos lados, porque cuando se compara con otros países del mundo, se ve que hay distintos mecanismos que han permitido que el incremento de la riqueza física de las naciones se quede en su país, como por ejemplo el caso noruego, el chino, el mismo modelo brasileño ha radicado mucha más riqueza en términos financieros que el modelo argentino. Entonces, hay distintas opciones, pero Argentina tiene el sistema financiero más retrógrada, donde todo ese incremento de productividad se monetiza al dolarizarse, y cuando se dolariza en camino a los paraísos fiscales no se socializa el aumento de la productividad física.

–¿De qué manera se profundizó este modelo en el último año?

–En la época del gobierno kirchnerista se puso freno a esa dinámica, no del todo, pero se acotó el problema, con limitación a los flujos de capitales, de giro de utilidades al exterior, y demás. Pero las medidas del gobierno actual han liberalizado totalmente, hoy los flujos entran y salen, casi sin producir información de destino, entonces eso automáticamente genera mayor transferencia de riqueza al exterior, y de hecho eso es lo que ha pasado en el 2016. Si nos hemos empobrecido ha sido porque se han caído las limitadas y acotadas barreras que había puesto el gobierno anterior.

–¿Cuáles eran las medidas que limitaban ese funcionamiento en modalidad de saqueo del sistema financiero?

–La limitación a los flujos de capitales, el pedido de autorización para mandar las utilidades al exterior, la pelea con los fondos buitre y la limitación en las tasas de interés. Las políticas del Banco Central eran completamente distintas, las tasas de interés aumentaron el ciento por ciento con este gobierno respecto de la política que tenía el Banco Central antes, tasas de interés del veinte pasaron al treinta y ocho por ciento. Desde lo financiero el liberalismo es absoluto. El Banco Central hoy es un mecanismo de entrada y salida de capitales en el día, sin el menor mecanismo de política de inversión. De hecho, las únicas políticas de inversión que puede registrar el gobierno actual son inversiones financieras con alta rentabilidad en dólares. No hay ningún lugar del mundo que tenga una rentabilidad del treinta y pico por ciento en dólares como tiene la Argentina en este año.

–¿De qué manera se relaciona la crisis que se está viviendo en la región con la de los países centrales?

–Esta pregunta me dirige a otra pregunta: ¿por qué observar la riqueza es viable e imprescindible? Porque la crisis mundial es una crisis de sobreproducción, debido a la revolución tecnológica exponencial, por la revolución de la automatización, la nanotecnología, las comunicaciones. Y esa sobreproducción genera deflación. Yo sé que hablar en Argentina de deflación parece chino, parece de otro planeta porque vivimos en una inflación, estamos al revés, pero el mundo está en deflación. Esa deflación que es producto de la sobreproducción hace que los poderes centrales hayan tomado una decisión política, que en algunos planos es política militar o paramilitar, de que determinadas regiones del mundo se retroceda. Los continentes que están afectados por esa decisión de los países que hoy son hegemónicos en el mundo son América latina, África y el Medio Oriente. Esas tres regiones tienen una debilidad estructural porque no tienen moneda común, no tienen un sistema financiero para protegerse de la deflación, entonces son los que están sometidos a las tormentas más virulentas, más salvajes. En realidad hoy la OTAN está poniendo en práctica el mismo diagnóstico que tenía el club de Roma en los setenta: hay que frenar el crecimiento en los países en desarrollo. En realidad es una estrategia de los países centrales de diferir la crisis de deflación y sobreproducción, pero no la resuelven. De hecho, expresiones políticas como el triunfo de Trump o el Brexit en Europa son quiebres de un esquema que no cierra, con clases medias en decadencia. Porque la deflación va a afectar más a las clases medias del mundo que a los pobres del mundo, porque los pobres ya son pobres. 

–Ustedes también plantean, además de la cuestión financiera, la necesidad de un nuevo orden comunicacional, ¿a que se refieren?

–Nosotros aspiramos a que los sectores populares vean que hay una alternativa, porque hoy el estado de retroceso y de resignación que viven los pueblos en el mundo se debe a que el sistema mediático los convence de que esto es lo único posible. El sistema financiero se mantiene por el sistema comunicacional. Una corrida bancaria la arman los diarios. Qué moneda es fuerte y qué moneda es débil no está determinado por el respaldo en oro o en dólar, eso es un tema mediático, sobre todo en un país rico. Que un país rico o un continente rico estén dolarizados es un problema mediático. La historia demuestra que la moneda es un consenso. Es mentira que una moneda necesita tener respaldo en otra moneda, eso es ejercicio de poder imperial sobre un país colonizado. No se necesita tener respaldo en oro, salvo para el comercio internacional pero no para el comercio interno. Por ejemplo hay una pregunta que nadie hace: ¿por qué Argentina emite mucho menos moneda que el resto del mundo y está en inflación? ¿Por qué ellos emiten más y están en deflación? Porque es una mentira que hay una relación entre emisión e inflación. Lo que hay es emisión que capturan los monopolios.

-¿Cuáles son las consecuencias para la Argentina de la vigencia de la ley de entidades financieras de la última dictadura?

–Si se fugaron capitales afuera, la base de recaudación del Estado disminuyó, y eso no lo arregla un blanqueo por dos pesitos. Nosotros hicimos el cálculo de la masa de lo fugado en cuarenta años, y si ese capital hubiese quedado en la Argentina la recaudación fiscal del Estado sería doce veces mayor que la actual, no habría déficit fiscal. El ingreso per capita que tendría la Argentina, sin esa fuga de capitales, sería hoy igual al de Noruega.


¿Por qué Guillermo Robledo?

En busca de un nuevo orden

Guillermo Robledo es el coordinador del Observatorio de la Riqueza, surgido en mayo de 2016, cuyo objetivo central es diseñar un nuevo sistema financiero y comunicacional que beneficie a los pueblos del mundo y no a los poderosos de siempre. Muchas de las ideas que nutren el Observatorio vienen del trabajo realizado previamente en el Movimiento Hélder Cámara para la Paz entre las Religiones, del cual forma parte. Además de su militancia social y religiosa, Robledo se desempeñó en la función pública como secretario de Producción y Empleo en el partido de Quilmes, provincia de Buenos Aires, durante la intendencia de Francisco “Barba” Gutiérrez.

El Observatorio de la Riqueza cuenta entre sus integrantes a destacas figuras del quehacer político y social de la Argentina: Raúl Zaffaroni, Pedro Biscay, Mario Cafiero, José Sbatella, Alejandro Vanoli, Vicente Zito Lema, Silvina Batakis, Washington Uranga, Alfredo Zaiat y Clelia Isasmendi, entre otros.

A fines del año pasado, el Observatorio hizo público un documento titulado “Carta al Pueblo y a los legisladores sobre el Presupuesto 2017 en Argentina”. Allí denuncian que durante el presente año la Argentina planea pagar una suma de dinero en concepto de intereses de la deuda (externa) que se elevaría a más del doble de lo presupuestado originalmente para 2016. “La razón de ser de nuestro Observatorio tiene entre sus objetos de estudio el Presupuesto de Estado. En ese presupuesto y su articulación con los Bancos Centrales del Mundo y los Estados Paraísos Fiscales se definen los flujos de riqueza y el daño social sobre los pueblos y las naciones”, explican en el documento.

El 11 de febrero se realizaron actividades en más de cuarenta ciudades del mundo en apoyo a los grupos panafricanistas del Frente Anti franco CFA (Franco de la Comunidad Financiera Africana), entre las cuales se encuentra la participación en Buenos Aires del Observatorio de la Riqueza. Ese día se realizó una reunión en la fábrica recuperada IMPA para hablar sobre las cuestiones que plantean los panafricanistas y sus posibles conexiones con la problemática de nuestra región. “África sigue teniendo un esquema monetario que es el mismo de la etapa colonial, se liberaron, se independizaron, pero el sistema financiero sigue siendo el mismo”, señala Robledo. Como integrante del Observatorio, Pedro Biscay –director del Banco Central de la República Argentina nombrado por el gobierno anterior– fue el invitado especial en la sesión realizada en París, junto a: Kemi Seba –panafricanista y ensayista–, Nicolas Agbohou –economista y autor de El franco y el euro contra África–, y Toussaint Alain –ex asesor de Laurent Kudu Gbagbo, ex presidente de Costa de Marfil–.