PáginaI12 En Brasil
Desde Brasilia
”Con mucha música, sudor y cerveza los invitamos a nuestro desfile para gritar juntos Fuera Temer”. Comenzó ayer el pre-carnaval de Río de Janeiro con la participación de más de cien grupos callejeros, los “blocos de rua”, como la banda que escribió el convite citado arriba.Una multitud bailó en Copacabana y en las avenidas del centro carioca a donde hubo que enviar carros hidrantes para contrarrestar el sol y los 34 grados del mediodía. Decenas de miles de personas, disfrazadas de Batman, Caperucita Roja o Donald Trump, siguieron el camión con altoparlantes (“trío eléctrico”) en lo alto del cual cantó Preta Gil, hija del celebrado Gilberto Gil, el ex ministro de cultura durante el gobierno de Lula que en sus últimos recitales europeos denunció el “golpe” contra Dilma Rousseff perpetrado con eficacia por una alianza dominada por banqueros, medios y jueces.
Esa coalición sediciosa, consentida por los militares (cada vez más actuantes), tenía como objetivo proscribir la candidatura de Lula en las elecciones de 2018, en las que se perfila como claro favorito según una encuesta del jueves último, cuya divulgación fue escamoteada por la prensa grande.
Desde antes del golpe el juez Sergio Moro asumió la tarea de perseguir a Lula a través de aprietes mal disimulados, como la detención ocurrida a las 7 horas del 4 de marzo de 2016, luego de que comandos policiales allanaron su departamento donde dieron vuelta el colchón matrimonial para humillación de su esposa Marisa Leticia, fallecida este mes a raíz de un ACV. Hubo una reacción popular inmediata contra la prisión y horas más tarde el ex presidente recuperó la libertad. “Si lo que querían era matar a la jararaca (cobra) les salió mal, la jararaca está viva” avisó Lula, dirigiéndose seguramente a Moro. Era la primera paliza propinada por el fundador del PT al publicitado juez de provincia.
La vía Moro para acabar con Lula parece haber sufrido otra derrota con esta nueva encuesta y cuando no son pocos los que responsabilizan al magistrado por la angustia que derivó en el fallecimiento de Marisa Leticia.
La consolidación de Lula es un mazazo sobre Temer, de quien también se burlaron este fin de semana los miembros del grupo carnavalesco Sovietico, que desfiló por el centro de San Pablo. Un columnista del Folha de San Pablo escribió, entre irónico y resignado, que “la jararaca Lula está viva y engordó” con el 30 % de apoyo que lo coloca 19 puntos delante de sus principales rivales, Marina Silva y el militar retirado Jair Bolsonaro, apologeta de los golpes de 1964 y 2016.
En la misma encuesta Temer continúa su descenso, con una aprobación del 10 %, y probable tendencia a la baja, si se confirman las delaciones premiadas de ex ejecutivos de Odebrecht que lo tocan de lleno.
Temer permaneció parte del fin de semana en Brasilia donde mantuvo consultas para mitigar el efecto de las inminentes confesiones de Odebrecht y otras, acaso más mortíferas, que podría realizar su ex socio, el ahora preso Eduardo Cunha, ambos del Partido Movimiento Democrático Brasileño (PMDB).El más que oficialista semanario Epoca, del grupo Globo, ya no disimula las fisuras en las facciones que sustentan el cada vez más raquítico régimen post-democrático. “Pavor en Brasilia, el Planalto le teme a la delación de Cunha, un profundo conocedor del dinero recaudado por el PMDB” publicó la revista.
Paralelamente los canales de televisión de cable y aire del mismo multimedios Globo saturaban con la cobertura de los irreverentes bailes callejeros, chicas en bikini y, a pocos metros de ellas, soldados con sus borceguíes enterrados en la arena. Temer ordenó blindar el carnaval con el envío de 9 mil militares a Río de Janeiro ante la amenaza de una rebelión policial y las protestas sociales casi diarias.
Es en ese contexto que el jefe del Ejército, general Eduardo Villas Boas, declaró al diario Valor Económico, “Somos un país que está a la deriva” y más adelante manifestó su recelo hacia los “populistas”. Fue la segunda entrevista del jefe del Ejército en poco más de dos meses.