El incremento en las tasas de interés de referencia fijadas por el Banco Central para intentar contener las presiones cambiarias y financieras se traslada a los costos de financiamiento de los segmentos más vulnerables. Forzados a recurrir al endeudamiento para amortiguar el deterioro en sus condiciones de vida, las familias que solicitan créditos personales enfrentan costos financieros totales (CFT) que pueden llegar a superar el 200 por ciento anual en el sistema bancario tradicional. Las cifras se multiplican cuando los préstamos personales se solicitan a través de las desreguladas entidades financieras electrónicas, donde el CFT puede trepar a 817 por ciento anual. El desmantelamiento de los instrumentos destinados a proteger a los usuarios del sistema financiero y la ausencia de supervisión sobre las denominadas fintech habilitan a plataformas como Vivus a exigir costos que se disparan hasta la usurera cifra de 5546 por ciento anual. Los reportes del BCRA muestran un incremento en los niveles de irregularidad que se acentúa entre los individuos con menores ingresos. El deterioro en la cartera crediticia se ubica por debajo de los niveles exhibidos durante el estallido de la crisis internacional.
El CFT es el costo real de un préstamo. Además de la tasa de interés incluye todas las comisiones y cargos asociados a la operación. La tasa nominal anual por un préstamo personal de 10.000 pesos a pagar en doce meses en el Banco Nación asciende a 65 por ciento, pero el CFT llega a 116,51 por ciento. En el Banco Santander la tasa alcanza al 99 por ciento mientras que los costos ascienden a 212,76 por ciento. Las cifras algo menores en el BBVA, donde las tasas llegan a 88 por ciento y el CFT trepa a 172,89 por ciento. El estupor ante los costos impuestos por el sistema bancario tradicional, que logró deshacerse de las regulaciones establecidas durante el gobierno anterior, se desinfla frente a los montos exigidos por las fintech.
El CFT informado en el sitio web de la fintech Mango oscila en un piso de 115 por ciento pero puede alcanzar un máximo de 632 por ciento. La amplitud es inferior en los créditos personales ofrecidos por Welp, donde el costo se mueve entre 200 y 472 por ciento. Otros firmas ni siquiera difunden en sus sitios web el CFT. “El Costo Financiero Total de nuestras operaciones varía según el resultado del análisis crediticio del cliente que se efectúa al solicitar cada préstamo y de la aplicación o no de descuentos”, explica Vivus antes de informar que el CFT para operaciones a 30 días es como mínimo de 817 por ciento y como máximo de 5546 por ciento.
“Este comportamiento que tenían las mutuales y ahora exhiben algunas fintech se vuelve más grave en las crisis por dos causas convergentes. En primer lugar afecta a gente que está muy corta de liquidez, muchas veces desesperada. Y el segundo elemento a tener en cuenta es que muchas veces se trata de individuos con escasos conocimientos financieros. Las fintech sin regulación no son lo óptimo en tiempos normales, a contramano de lo que indicaban ex funcionarios del Banco Central, no se debe esperar que una innovación financiera madure para regularla. Y si no funciona en momentos de calma, durante una crisis podría tener consecuencias muy nocivas. La Superintendencia de Entidades Financieras y Cambiarias del Banco Central debería analizar, actuar y prevenir”, expresó el investigador del Conicet y ex jefe de investigaciones económicas del BCRA, Jorge Carrera.
El último Informe de Estabilidad Financiera del BCRA describe la evolución del endeudamiento por estratos de ingreso entre mediados de 2016 y fines de 2018, previo al tembladeral financiero desatado tras la contundente derrota del gobierno en las elecciones primarias. La autoridad monetaria presenta los datos como el resultado de un proceso favorable de “expansión crediticia” sin contemplar el efecto del marcado retroceso en la capacidad de compra de los salarios y la destrucción de puestos de trabajo sobre esa dinámica. El informe muestra que al finalizar el año pasado el nivel de endeudamiento se expandió 12,8 puntos porcentuales entre el 10 por ciento de la población con menores ingresos. Con esa expansión, el nivel de endeudamiento en relación al ingreso anual de los hogares más pobres alcanzó un pico del 47 por ciento previo a la reciente corrida cambiaria. La mora en los dos estratos de menores remuneraciones es de 8,5 y 9,6 por ciento, respectivamente. Los niveles más elevados de mora se observan en los créditos personales, donde alcanzaban al finalizar el año pasado al 12,7 por ciento en el primer decil.
El reporte oficial reconoce que “la calidad de la cartera crediticia del sistema comenzó a deteriorarse (partiendo de niveles históricamente bajos) desde fines de 2017” e indica que la “tendencia se acentuó desde mediados de 2018, en el marco de la fase recesiva que atraviesa la economía argentina y de la importante caída real del crédito al sector privado”. El deterioro no está limitado a las familias de menores ingresos. De acuerdo al BCRA, la escalada en la irregularidad de los préstamos se dio casi en su totalidad en los últimos 6 meses por las empresas industriales y las firmas comerciales.