Mauricio Macri dijo que hoy es lunes. Pero es martes. Confundió la fecha nada menos que al poner en funciones al nuevo ministro de Hacienda, Hernán Lacunza . Primero hizo un chiste malo con los nombres del funcionario. Luego pidió a Lacunza “cuidar a los argentinos”. ¿De qué? Macri lo dijo: “De los costos del proceso electoral”. Por un momento se pareció a Fernando de la Rúa en su costado grotesco, cuando en 2001 confundió la puerta de salida al dejar un programa de Marcelo Tinelli. Pero después, el 20 de diciembre, De la Rúa se fue matando. A las 8.30, cuando Macri habló en el juramento de Lacunza, un hecho inusual porque no suele haber discursos en esos casos, todavía revistaba en la categoría de NN el hombre asesinado por un policía de la Ciudad ayer en San Cristóbal. Nadie sabía el nombre de la persona que, solo por interrumpir el tránsito, fue derribada de una patada en el pecho y murió rumbo al hospital. A NN no lo cuidó nadie.
“No hace falta un tipo de cambio más alto”, dijo Lacunza un rato después en el Ministerio de Hacienda. Al revés de Macri, que atribuyó “costos” al proceso electoral, explicó el hombre elegido por María Eugenia Vidal para endeudar a la provincia de Buenos Aires que ahora su función será “garantizar la estabilidad del tipo de cambio en el proceso electoral y dejarle todo en orden “al próximo mandato, sea quien sea”. Señaló que Macri “es más Presidente que candidato” y mencionó la palabra “transición”. ¿Fue un gesto de racionalidad y resignación ante los 15 puntos de Alberto Fernández y CFK frente a Macri y Miguel Pichetto? ¿O Macri se impondrá sobre el discurso de Lacunza y seguirá insistiendo, con distintas variantes, en su tesis inicial de que los votantes del Frente de Todos tienen la culpa de la disparada del dólar y la estampida de precios? La atribución presidencial de costos al proceso electoral, cuando los costos los genera el que gobierna, parece inclinar la respuesta afirmativa más bien por la segunda hipótesis que por la primera.
Al rato, Guido Sandleris, presidente del Banco Central, contó que el lunes 12, al día siguiente de la derrota oficial en las PASO, el mercado abrió en alza. Omitió tres cosas. Que él dejó correr el desastre en silencio, que el Banco Nación había arrancado con un dólar a 51 pesos en lugar de los 45 o 46 del viernes 9 y que el propio Macri habló recién después de las cuatro de la tarde, cuando la casa estaba en llamas.
Prometió que el Banco Central cuidará las reservas y seguirá aplicando “una política monetaria restrictiva”, es decir que las tasas seguirán altas y la economía congelada.
El inspector Ramírez, autor del asesinato, está detenido. Pero cuando abrieron los mercados, a las 10, el muerto ni siquiera tenía nombre. Macri se extingue. Pero mientras pega patadas en el pecho.