De un tiempo a la fecha, personalidades trans del showbiz hollywoodense vienen reclamando al sitio Internet Movie Database (IMDb, autodefinido como “la fuente de información más popular y autorizada del mundo sobre películas, programas de tevé y celebridades”) que, por favor, deje de publicar sus nombres pre-transición sin su consentimiento. En abril, sin más, revista IndieWire levantaba la queja de dos performers trans de renombre, que -sin revelar sus identidades- denunciaban cómo la web hacía oídos sordos a su solícito y reiterado pedido. “Con la enorme violencia, discriminación y muerte que sufre nuestra comunidad, me resulta obtuso que se nieguen a quitar información que pone literalmente en peligro nuestras vidas”, opinaban desde el anonimato, atizando el fuego de una controversia que crecía en bríos. Aún así, negóse IMDb a dar el brazo a torcer, excusándose sus portavoces con evasivas, alegando que su compromiso era para con la información, siempre lo más enjundiosa posible. Pero tras los sonados reclamos de la comunidad LGBTQ+, tuvo que recular la web de consulta, y como quien busca quitarle hierro al asunto, ha confirmado recientemente que permitirá que se eliminen los nombres de nacimiento, de así ser requerido.

Acaso haya hecho mella en su intransigencia las palabras de la actriz Laverne Cox que, evidentemente conmovida, días antes se había referido al tema explicando “cuan profundamente traumático es para nuestra gente el deadnaming, una manifestación íntimamente vinculada a un sistema que rechaza nuestra existencia”. “Es una cuestión complicada: por un lado, tenemos un sitio que quiere dar información integral, pero luego está el dolor profundo y el abuso que conlleva el deadnaming. Algo tan intenso que me cuesta pensar la cuestión desde un punto de vista neutral, objetivo”.

Por si las moscas, pertinente aclaración: se llama deadnaming (neologismo anglosajón que, de momento, no tiene traducción al español) a esta práctica de referirse a una persona trans por su dead name o “nombre muerto”; léase el nombre que se le dio al nacer, con el que ya no se identifica. Se haga por mero descuido o con el expreso propósito de ofender, es lisa y llanamente un insulto. A punto tal que hasta Twitter ya lo ha prohibido: fue a fines del año pasado cuando la red del pajarito redefinió qué entendía por “conductas de odio”, sumando el deadnaming a otros comportamientos condenables (insultos repetidos y/o no consensuales, epítetos, tropos racistas y sexistas, cualquier contenido degradante). Un refuerzo necesario para una de las plataformas más tóxicas del panorama, que prometía entonces dispensar sanciones temporales o definitivas para quienes incurriesen en la perniciosa práctica.

Volviendo a IMDb, por cierto, vale aclarar un “pero” grande como un castillo: solo abandonará el deadnaming “si ese nombre no se conoce públicamente y si la persona ya no lo usa voluntariamente”. No alcanza con que tal o cual actor o actriz o guionista o cámara o realizador trans lo pida: tiene IMDb la última palabra, queda a su criterio qué pone, qué quita. Además, otro dato significativo: si la persona trans aparece en los créditos de equis producción con su dead name, así seguirá figurando en el sitio, “para preservar el registro histórico y reflejar con precisión lo que devuelve la pantalla”. Su nombre muerto irá entre paréntesis, eso sí, acompañando al nombre pos transición. Ergo: se ha zanjado el percal, pero solo parcialmente, porque la respuesta del sitio ha sabido a poco, poquísimo.

“Revelar el nombre de nacimiento de una persona transgénero sin su permiso explícito es una invasión a la privacidad que solo sirve para socavar su verdadera identidad, que puede ponerla en riesgo de discriminación, incluso violencia”, explicaba el activista Nick Adams, directivo de la archiconocida organización GLAAD (Gay and Lesbian Alliance Against Defamation) a cuento del tira y afloje con la web. Con el aval del Sindicato de Actores de Cine y la Federación Americana de Artistas de Radio y Televisión (SAG-AFTRA), de agencias de talento, de managers, GLAAD armó una coalición para abordar el tema, uniéndose a sus filas otras agrupaciones como el National LGBTQ Task Force, el Transgender Law Center y el Transgender Legal Defense & Education Fund. Y la unión hizo, evidentemente, la fuerza: la coalición logró que la web cinéfila revisara su actitud, primeramente taxativa, y ya luego, tibia.

 

De allí que Adams subrayase que, aunque la nueva política del sitio era “un paso en la dirección correcta y da a algunos profesionales trans de la industria del entretenimiento el respeto y la dignidad que merecen”, persiste -a todas las luces- una situación que dista años luz de ser perfecta. “Todavía queda un largo camino por recorrer”, dispensó el representante de GLAAD, disconforme por la decisión de IMDb de mantener, en algunos casos, lo que a su entender es “información obsoleta que sigue afectando a gente que trabaja delante y detrás de cámara”. En especial, siendo el sitio una de las primeras opciones que lanza Google cuando se busca un personaje en línea…