Una apretada sinopsis acerca de vida y obra de Buitres arroja resultados coherentes con sus treinta años de historia. Quince discos de estudio. Toques -como le dicen a los recitales más allá del río- en todo Uruguay. Un breve parate en 1997. Inestabilidades baterísticas (pasaron cuatro bateristas, hasta el actual Kako Bianco). Discazos como Rantifusa (producido por Jaime Roos) o Mientras. Conciertos apoteósicos, como aquel de tres horas que dieron en el Teatro de Verano ante ocho mil personas en el último año del siglo pasado. O el de 2009, en ese mismo lugar, pero junto a La Vela Puerca, Jorge Nasser, La Triple Nelson y No Te Va Gustar entre los invitados. Y una prehistoria que los une a las entrañas de una banda clave en la historia del rock celeste: Los Estómagos. “Aquello estuvo muy raro. Los Estómagos fueron y son una banda emblemática. Algo muy fuerte”, enlaza Gustavo Parodi, junto al cantante Gabriel Peluffo, uno de los Buitres actuales que permanece desde la transición entre una banda y otra.
Fue un año clave, aquel 1989. No solo porque, como refiere el guitarrista, con el fin de Los Estómagos se cerraba un momento “particular” en la historia del rock uruguayo, sino también porque la conversión provocó rispideces entre viejos y nuevos seguidores. A eso le llama “raro” el guitarrista. “Es algo imposible de resumir, pero el hecho de que a los pocos meses aparecieran tres de aquellos tipos con una banda nueva se analizó mucho. Se estudió demasiado, y creo que simplemente queríamos seguir tocando la guitarrita y hacer lo que nos gustaba, sin importar lo que pasara. Pero mucha gente no lo vio así, y durante un tiempo se nos rechazó en algunos medios de prensa y en aquel público de Estómagos. Por eso Buitres fue empezar de nuevo todo… Otra vez a recorrer el país en una camioneta, pueblo por pueblo, ciudad tras ciudad”.
La insistencia rindió sus frutos. A las rispideces iniciales sucedieron los treinta años esbozados líneas arriba, que la banda festejará hoy jueves 22 de agosto en La Trastienda (Balcarce 460), tras dos conciertos a lleno total en el Antel Arena del Uruguay. “Venimos a refrendar nuestro carácter de banda de ruta, de trinchera”, asegura Parodi, en la previa. El buitre exestómago se refiere a las canciones que salen del corazón, y que traen entre cuerdas para recrear en Buenos Aires. “Son muchos años y muchos discos, por lo que no es fácil armar un repertorio y dejar contenta a la gente, afortunadamente. Lo que hacemos en un show así, aniversario, es repasar toda la carrera de la banda en una hora y media. E incluir cosas de Los Estómagos hasta llegar a un par de canciones que estamos grabando aquí para el nuevo disco. Van a ser clásicos de la banda y algunas cosillas que se nos antoje tocar ese día”.
Dicho así, Parodi no da pistas claras sobre el talante del nuevo disco de Buitres. Solo deja entrever que es “de guitarras y buenas canciones”, y glosa posibles rasgos a través de gustos y pareceres, en retrospectiva histórica. “Toda la banda tiene influencias y gustos bastante diferenciados, y más a medida que te vas haciendo viejo”, sonríe. “Nosotros, al momento de empezar a escuchar música y dejando de lado la música anglosajona que era nuestra principal influencia cuando éramos jóvenes, nos gustaba muchísimo el rock español postfranquista. Teníamos 'dealers' musicales que nos inculcaron todo aquello, cientos de artistas que cantaban en nuestro idioma, y nos hicieron empezar a escribir de una forma muy particular. No nos sentíamos influidos por lo que venía desde la Argentina en aquel momento. Recuerdo que a Gabriel (Peluffo) y a mí nos gustaba mucho Riff, conseguíamos todos los discos. Luego Virus, porque eran diferentes a todos, y tenían un sonido propio y nuevo. Pero no nos pegaba lo demás, preferíamos lo que nos llegaba de España. De lo que no podíamos escapar era del tango: es imposible no sentirte marcado por él. Es lo que se escuchaba en tu casa, en la calle, tus viejos. Es algo que se lleva en los genes y está marcado a fuego en Buitres”.
-¿Qué es para vos “lo específico” del rock uruguayo, respecto del argentino?
-No lo sé. Todas las bandas son diferentes. Incluso, las que ya se han asentado aquí en la Argentina. Las bandas rioplatenses tenemos mucho en común, pero también hay algo que nos diferencia, y mucho, sobre todo al principio. Buitres ha sido, a través de su carrera, una banda tremendamente uruguaya en el sentido de tratar de conquistar desde un principio, incluso en el período Estómagos, todo el territorio nacional. Abrir caminos no es fácil, sobre todo en un país como Uruguay, en el que el rocanrol nunca fue el niño mimado de la historieta. Eso lo tenemos prendido como un tremendo logro y nos llena de orgullo. Tal vez eso nos sacó un poco de la idea de venirnos a mostrar aquí. Pusimos nuestra cabeza en aquello y creo que está bien.
-Si se amplía la pregunta anterior al ámbito de la política y la cultura en general, ¿qué contestás?
-Que cada país es diferente. No somos iguales los argentinos, ni los paraguayos ni los brasileños ni los chilenos con los uruguayos. Más allá de venir todos prácticamente desde el mismo lado, la historia política que decanta luego de doscientos años nos hace diferentes. Particularmente, creo que estamos en el sube y baja democrático. Y lo peor es que ya no se sabe de quién depende ese sube y baja. Más allá de todo, valoremos lo que tenemos. En cuanto a lo otro, creo que hay una decadencia cultural y social general que se refleja en ciertas áreas de la juventud. No sé con qué fin, pero parecería que se estuviera manejando desde algún lugar en particular.
-¿Cómo duraron treinta años? ¿Cuál es el secreto?
-Que prevaleció la amistad. Ante todo, somos amigos de barrio; o mejor dicho de balneario. Nos conocimos y crecimos con esto. Tenemos una especie de pacto secreto (risas). Además, es muy lindo cuando alguien se te acerca y tímidamente te dice que te agradece por las canciones y los momentos que ayudaste a atravesar. ¡Es tremendo! Eso emociona.