Los gatos de Walter Chandoha
“El mundo de la moda tiene a Helmut Newton; el fotoperiodismo, a Robert Capa; y la fotografía de gatos, a Walter Chandoha”, aseveran desde la editorial alemana Taschen a cuento de flamante lanzamiento: Cats: Photographs 1942–2018, fotolibro que reúne ¡cantidad! de imágenes tomadas a michifuces por el artista estadounidense, por muchos considerado el mejor retratista de mininos, muerto el pasado enero a los 98 pirulos. “Los gatos son naturalmente expresivos y suelen ponerse en variedad de situaciones”, solía decir don Chandoha al justificar su preferencia natural, a la par que compartía un consejo que recibió tempranamente, en los 50s, de un entrenador de felinos, cuando él recién daba los primeros pasos en tan difícil especialidad: “Para lograr una buena foto de un gatito, se necesitan tres cosas: ruiditos, paciencia y comida”. Y un evidente talento para capturar la elegancia de sus modelos, estuviesen solos o en manada, en pleno baño o bostezo, por mencionar unas pocas situaciones eternizadas por el prolífico Walter, que llegó a amasar más de 90 mil imágenes de michos en vida. Algunas para publicaciones como Life y National Geographic, otras para numerosísimos anuncios y latas de comida, o bien para calendarios, libros, tarjetas de felicitación. “En una tarde de invierno en 1949, Walter caminaba hacia su apartamento de Astoria, Queens, cuando vio a un gatito gris abandonado, temblando en la nieve. Lo guardó en el bolsillo de su abrigo y se lo llevó a su esposa, María. Las payasadas del animal, que corría cada noche como si estuviera poseído, luchando contra la sombra que le devolvía un espejo, inspiraron a la pareja a nombrarlo Loco. Chandoha comenzó a fotografiarlo y rápidamente vendió las imágenes a periódicos y revistas de todo el mundo”, anotaba recientemente el New York Times a cuento de la génesis del artista, que aunque capturó a perros, caballos y otros bichos, siempre privilegió a los mininos por múltiples razones, entre ellas “por su rango ilimitado de posturas, actitudes y coloración”.
No tan vil metal
Puede que no sirvan siquiera para comprar un caramelo, pero ya son parte de la historia de Gran Bretaña, habiendo pasado a formar parte de las arcas del prestigioso British Museum. Y es que, muy recientemente, el reputado museo londinense ha incluido a su colección dos billetes falsos, sin valor de mercado pero con suficiente peso simbólico para haberse ganado un lugarcito en su serie de monedas, medallas y divisas. ¿Qué tiene de especial el dinerillo de mentirillas para que la reputada institución le echara el ojo y la billetera? Diseñado por Bath for Europe, colectivo artístico anti-Brexit, critica sardónicamente la salida de la Unión Europea, cargando las tintas contra dos de sus más acérrimos defensores. En uno, planta la caripela de Boris Johnson, actual primer ministro, con leyendas del tipo “Prometo no pagar al National Health Service la suma de 350 millones” (monto que, según el político, se destinaba semanalmente a la UE y, tras el Brexit, se redirigiría a salud) o bien “Promesas, promesas, promesas...”. En otro caso, habemus carita del parlamentario ultraconservador Jacob Ress-Mogg, de lo más rancio de la élite clasista inglesa, cuyo billete anota “Prometo pagarle a usted menos que a mí”, “Arrogantus toffo Posterium” y “Por el privilegio de unos pocos”. “Estas divisas son un registro valioso de nuestro tiempo, reflejo de la actualidad política, económica y social”, asegura el curador Tom Hockenhull a cuento de la curiosa incorporación, y agrega que sendos ejemplares encajan a la perfección en “ese subgénero de larga tradición que es la libra esterlina paródica, hecha con el fin de difundir un mensaje político o un punto de vista particular” (para pruebas, la que antaño creó Banksy, con Ladi Di emperifollando los 10 mangos, también parte de la colección).
Vuelta al mundo en 400 desayunos
La frase se repite como verdad revelada: “El desayuno es la comida más importante del día”, “El desayuno es la comida más importante del día”, “El desayuno…”. Pues, ni tan así, a decir de especialistas en tema que resaltan que no hay evidencia concluyente que resguarde el dicho. Lo único certero, ofrecen, es que es la primera del día, independientemente de la hora a la que se la embuche, y ya está. “Parece que la primera referencia que hay al respecto de esta sentencia es la de Lenna Frances Cooper, una mujer de armas tomar, tanto que pasa por ser la primera persona en ocupar el cargo de dietista para el ejército norteamericano”, contaba recientemente el dietista ibérico Juan Revenga Frauca. Y pronto relataba -en tonito ligeramente conspiranoide- que “la oración de la polémica fue publicada en la revista Good Health, que en aquel entonces era el órgano de difusión del balneario de Battle Creek. Sí, aquel afamado sanatorio -que tuvo película propia- fundado por John Harvey Kellogg, el padre putativo del emporio de los cereales Kellogg’s, que por aquel entonces estaba en plena efervescencia. Más allá de su ranking respecto a otras opciones hermanadas (almuerzo, merienda, cena), el desayuno tiene valor como cualquier otra comida del día. Y a descubrir con qué platos y bebidas suele arrancarse la mañana en 80 países, ha dedicado varios años de investigaciones una apasionada de la cuestión desayunadora: la autora estadounidense Emily Elyse Miller. Se zambulló en tópico y salió a flote con alrededor de 400 recetas que ha editado en formato libro (Breakfast: The Cookbook) y que trazan un mapa atípico donde se entrelaza cultura, tradición, alimentación. “El desayuno a menudo se prepara rápidamente o se come sobre la marcha, pero está repleto de rituales”, carga las sabrosas tintas la muchacha con residencia en Nueva York Así, revelando predilecciones de diferentes naciones, cuenta la damisela que privilegian niños y adultos de Países Bajos al hagelslag (pan con manteca y chispitas de chocolate) que, como era de esperarse, es de receta breve y simple: untar, espolvorear, servir. En Filipinas, el champorado: arroz cocinado con chocolate y aromatizado con azúcar y vainilla, que obtiene el golpe salado del tuyo, tipo de pescado seco, servido a un lado o desmenuzado en la papilla, acompañado por pan de sal. De la región tana de Sicilia, flor de curiosidad: el brioche con helado. En Noruega, sencillitos: tostada con brunost, adorado queso dulce, que requiere de un rebanador especial para rebanar. De Etiopía, rescata el enqulal fir-fir, huevos revueltos con tomate y pimientos rojos, bien especiado. De República Dominicana, una bebida que es un poema: Morir Soñando, mezcla (romántica) de leche y jugo de naranja, que hay que preparar con mano ducha para evitar que se cuaje. En fin, algunas alternativas para no caer inevitablemente en la tostadita con mermelada o las medialunas, insignia local.