Sobre un ticket de supermercado y con un lápiz de albañil que encontró en la pensión donde Gastón E. la dejó encerrada y golpeada con su beba, en junio de 2018, Cristina escribió un pedido de ayuda y se lo pasó, hecho un bollito, a su vecino. "A las 12 llega mi marido, si escucha que me está pegando, por favor llame a la policía", rezaba la nota. Tras el rescate, las dos quedaron internadas y cuando les dieron el alta volvieron a la localidad de San Justo, de donde era la joven de 21 años. Al tiempo, el acusado le pidió que volviera porque su defensa quería hablar con ella, pero dijo que "era mentira". Cuando se encontraron en Rosario, le planteó que era la última vez que lo perdonaba; pero ante el nuevo contacto con el agresor, intervino Niñez con una medida excepcional y puso a la pequeña a resguardo "de la violencia de su papá". Ayer comenzó el juicio oral contra el acusado de 31 años, por dos hechos de lesiones y uno de privación ilegítima de la libertad. La fiscal de Violencia de Género, Luciana Vallarella, pidió una pena unificada -con una condena anterior, por agredir a una pareja anterior- de 6 años de prisión.

"A las 12 llega mi marido, si escucha que me está pegando, por favor llame a la policía", rezaba la nota que escribió al vecino.

 

La víctima conoció a E. por un amigo en común, cuando estaba en libertad condicional por el hecho de violencia anterior, en el que fue sentenciado a 3 años. Pronto empezaron los ataques de celos del imputado. "Decía que yo provocaba a los primos", señaló la joven. También hizo que dejara de ir a la escuela donde estudiaba dibujo artístico. La primera vez que se animó a denunciarlo, la hija de ambos ya tenía un año y medio. Aunque le ordenaron prohibición de acercamiento, el acusado la hostigaba cada vez que la cruzaba. "Me convenció de que empecemos de nuevo en Rosario; prometió que cambiaría y como yo no tuve a mi papá, no quería lo mismo para mi hija", recordó a víctima frente al juez Ismael Manfrín.

Cuando llegaron a la ciudad, convivieron en una vivienda donde también vivía la hermana del imputado. "Llegó a celarme con ella y con el padre. Decía que yo era una cualquiera, que nunca me portaba bien", relató. Luego vivieron en un lavadero donde el imputado trabajaba, hasta que pudo pagar una pieza en una pensión. Allí ocurrieron los últimos hechos de violencia. "Me pidió que saliera a cargar una garrafa, pero no había gas y de un lado me mandaban a otro, cuando conseguí ya era tarde. Entraba con la nena por el pasillo y me agarró de atrás", dijo sobre el día que le propinó golpes a ambas y las encerró con un candado del lado de afuera. Esa tarde se animó a escribir la nota y la pasó por un agujero en la pared que daba a la habitación donde jugaban los hijos de un vecino. "No soy de acá y me quiero volver a mi casa", escribió.

Sin bien pudo irse a San Justo con la nena, el acusado la convenció de volver, pero ella lo hizo sin avisarle a su familia. Su madre pidió ayuda y cuando advirtieron que estaba con él actuó Niñez. La víctima aseguró que está haciendo todo para recuperar a su hija: estudia y tiene una relación "sana" con otro compañero.

La fiscal Vallarella habló de los celos de E. como base de la violencia. "Siempre la celaba con cualquier persona que tuviera contacto. La violencia se ejercía en forma aleccionadora para que ella entendiera que era de su propiedad".

 

Cuando le preguntaron por su nueva relación, la joven respondió: "Ahora me siento libre. Puedo decir que salgo a visitar a alguien; antes, tenía que preguntar si podía".