El patrón de valorización financiera, que rige desde fines de 2015 en Argentina, está en crisis pero no agotado porque podría profundizarse. El deterioro de la situación económica tuvo una manifestación política principal de rechazo al modelo por parte de la mayoría de la población en las PASO del 11 de agosto. Este factor activo es una condición sine qua non para desplazar el modelo y reemplazarlo por otro.
El primer derrotado fue el capital financiero transnacional, hegemónico en el bloque de poder de esta etapa. Frente a la imposibilidad de contar con un proyecto propio con chances de triunfar, el círculo rojo -el otro sector integrante del bloque dominante- se encolumnó tras las políticas que perdieron consenso y recibieron un fuerte golpe en este proceso electoral. Ante la evidencia de los hechos, diversos actores económicos beneficiados en estos años que apoyaban a la fórmula Macri-Pichetto aceleran su distanciamiento de Juntos por el Cambio y dan por finalizada esta experiencia.
La devaluación, en torno al 25 por ciento, era una de las reacciones más probables de este resultado electoral, con el impacto negativo que conlleva en precios, salarios, jubilaciones, asignaciones, nivel de actividad y empleo. No obstante, es lo que ocurriría en caso de que el gobierno resultara triunfante en la instancia de octubre o noviembre. Desde su asunción, el tipo de cambio nominal se incrementó más de un 500 por ciento y su odisea aún no finalizó.
Las medidas que impulsa la gestión para intentar una recuperación electoral no tendrán efectos significativos debido a su magnitud y a que no se corresponden con la forma de funcionamiento de la economía. El mejor equipo de los últimos cincuenta años está jugando con muchos suplentes y, en su diaspora, no termina de ponerse de acuerdo. Se debe a que los sectores económicos que apoyaron al gobierno se niegan a pagar los costos de la crisis. La profundidad de la recesión se ahondará, dejando una pesadísima herencia.
Argentina queda con un grillete que lo une a la bola de deuda. La deuda pública superó el PIB. Los pagos de deuda externa venideros condicionan la política fiscal. Antes de octubre se conocerán los datos de desempleo del segundo trimestre de 2019, que no bajaría del 12 por ciento; y resta la mitad de un año arrasador. La destrucción de empresas y comercios se dinamiza y se expande la pobreza.
Determinada por la reducción de la tasa de ganancia global, la desaceleración continua del crecimiento del Producto en las principales naciones desarrolladas indica que estamos por ingresar en una etapa de recesión, una crisis mundial. Muchas voces alertan que sería la más profunda de la historia. Macri deja una Argentina mucho más vulnerable que la que recibió.
La especulación financiera continuará siendo la forma principal de valorización del capital en el mundo, cuyas tensiones ascienden en distintos planos. El neoliberalismo en el mundo no está en retirada sino urgido de encontrar nuevos espacios de acción.
De 1976 a 2001, el bloque que motorizó la valorización financiera en nuestro país no fue hegemonizado por el capital financiero transnacional, como en la actual etapa, sino por el círculo rojo, determinante en la producción nacional y la fuga de capitales.
El anti neoliberalismo es la oposición a que la economía especulativa prime sobre la economía real. No es una doctrina específica. Permite diversas interpretaciones, formas e implementaciones. No implica de manera unívoca el bienestar de la población ni el tipo de distribución del ingreso, leyes laborales y acuerdos comerciales con otras naciones. El próximo gobierno anti neoliberal requerirá que la participación popular trascienda las urnas para resguardar la unidad que garantiza tener a raya al neoliberalismo. Esta etapa no llegó, faltan las elecciones de octubre y no puede venderse la piel del oso antes de cazarlo.
* Economista UBA-UNDAV e integrante de Economía Política para la Argentina (EPPA).