Un hogar compuesto por una pareja y dos hijos pequeños requirió en julio 31.934,44 para no ser considerado pobre. Las cifras oficiales representan un aumento de 2,5 por ciento frente al mes anterior y acumulan una escalada del 58,6 por ciento respecto de igual mes del año pasado. La valorización de la canasta básica de alimentos informada el jueves por el Indec equivale a 2,5 salarios mínimos. El nivel de ingresos que requirió esa misma familia para superar el umbral de indigencia ascendió hasta los 12.773,78 pesos el mes pasado. Marca un incremento del 2,9 por ciento frente a junio y un 57,3 por ciento en doce meses. Las cifras no contemplan la aceleración inflacionaria que acompaña a la última corrida cambiaria. El repunte en los precios que impactará de frente sobre el nivel de pobreza recién se reflejará en las estadísticas oficiales a partir de septiembre. Con niveles de precios que, si no median nuevos sobresaltos del dólar, se ubicarán por encima del 50 por ciento se presenta improbable que la pobreza sea inferior al 40 por ciento al finalizar 2019.
La ecuación es sencilla aunque difícil de comprender para los economistas del gobierno formados en las corrientes más conservadoras. Sin emisión monetaria y con un brutal ajuste en el gasto, la inflación alcanzará niveles record impulsada por la volatilidad cambiaria que refleja las consecuencias del desmantelamiento de las herramientas de administración de los flujos de capitales. A pesar de las medidas desplegadas por el gobierno de Mauricio Macri tras la derrota en las elecciones primarias, los precios experimentaron un violento sacudón que estuvo concentrado en alimentos y bebidas como el aceite, harina, pan, yerba y fideos, entre otros. La presión sobre los niveles de pobreza se redobla, a su vez, por el marcado de deterioro de los ingresos y destrucción de empleo. Si los sucesivos datos oficiales dieron por tierra con la promocionada promesa electoral de “Pobreza Cero”, la nueva devaluación y la persistente inestabilidad permiten anticipar que Macri finalizará su presidencia con un incremento de por lo menos 10 puntos porcentuales. Una pesada herencia.
La inflación de julio se ubicó en 2,2 por ciento. El indicador que marcó entonces el menor valor mensual desde mayo de 2018 cumplió un año y medio con aumentos por encima del 2 por ciento todos los meses. El alivio fue efímero dado que para agosto y septiembre se perfilan con un piso del 5 por ciento de inflación, luego de la brutal devaluación aplicada por el Gobierno en los primeros días después de las PASO. A pesar de la ralentización previa a la corrida exhibida por los precios, Alimentos y bebidas marcó una suba anual del 58,1 por ciento. Se trata del rubro determinante en la elaboración de la canasta básica y la canasta alimentaria que determinan los niveles de pobreza e indigencia.