Los gobiernos neoliberales demuestran que tienen un rumbo económico opuesto al desarrollo, donde la ciencia, la tecnología y la innovación nacional no son prioridad. Cuanto más se desalientan a las capacidades nacionales, más se insiste en que las modernizaciones y el progreso llegarán de la mano de actores y recursos extranjeros. Los proyectos nacionales y populares vienen a dar otra mirada; el conocimiento científico- tecnológico tiene otro lugar. En ese modelo de país, ese conocimiento es estratégico.
El criterio general de la política pública debe ser la creación de empleo y el mejoramiento de la calidad de vida de la población. En ese sentido, una estrategia virtuosa es la aplicación del conocimiento en general, y del conocimiento científico-tecnológico en particular para la resolución de problemas o generación de oportunidades en las cuestiones sociales, medio ambientales y productivas.
La estrategia de la aplicación del conocimiento científico-tecnológico es una síntesis entre conocimientos, problemas y oportunidades. En la conformación de una política de desarrollo que tiene como objetivo el aumento de la generación de riqueza nacional y de los empleos de calidad, la incorporación de conocimientos al sector productivo permite la mejora de la competitividad permitiendo, además, la promoción de las exportaciones con valor agregado, que contribuyen a la generación de divisas y la superación de las restricciones externas.
En la Argentina tenemos capacidades en ciencia y tecnología, así como también, en su sistema productivo. El complejo de investigación científica tecnológica se destaca por la calidad de su producción de conocimientos, está institucionalizada y con una extendida red de organizaciones que incluye a las universidades nacionales. También tiene una amplia matriz productiva, con economías regionales, sectores industriales diversos, y algunos nichos en la frontera tecnológica.
El Estado es el principal responsable de generar la agenda de resolución de problemas o generación de oportunidades orientadas a una política nacional de desarrollo. En este escenario virtuoso de Estado promotor cuya agenda prioriza el desarrollo productivo y conocimiento tecnológico, ¿qué rol tiene la pequeña y mediana empresa nacional?
Es común es decir qué implementar este tipo de actividades para una empresa pequeña o mediana es difícil. Existe una falsa impresión que el desarrollo de nuevos procesos, productos, organización o formas comerciales no le es propio a estas empresas, condenándolas de manera equivocada a una imagen de cierto quietismo o conservadorismo empresario. Vamos a demostrar, que es una imagen falsa. La innovación es posible también para las pymes.
Las actividades de innovación en una pyme, también necesitan un encuadre estratégico. El conjunto de estas actividades son parte de un Plan Estratégico de Innovación o Tecnológico de la empresa. ¿Quién puede ayudar al empresario en esta formulación? En ninguna pyme falta, ni debe faltar, un contador y un abogado. Pero ya es hora de contar con un Gestor Tecnológico. Este es un profesional que se ha formado a nivel posgrado para desarrollar, entre otras, esta tarea. Por lo tanto, las pymes lo tienen de aliado para innovar.
Entonces, ¿qué implica un Plan Estratégico de Innovación para una pyme? Es un plan que se ajusta y alinea a la visión y misión de la empresa, definiendo ejes en los siguientes aspectos: como tejer las redes de innovación, cómo gestionar los recursos humanos para la innovación, y cómo obtener los recursos materiales necesarios.
Las redes de innovación buscan que la empresa se relacione de la manera más estable posible con aquellos que detentan el conocimiento, la experiencia o el mercado innovador. Serán acuerdos informales, pero también – preferentemente – contratos. A veces estos actores están en nuestra cadena de valor, como los proveedores o los clientes. Pero también lo son los centros de investigación y desarrollo, las universidades. Una creciente profesionalización del plantel de la empresa, la clara identificación de quienes se encargan del tema de la innovación, como así también de la I+D; el reconocimiento de ello, son necesarios para afrontar la innovación. Las pymes no deberían subestimar, o desconocer los planes oficiales de apoyo para que las empresas incorporen estudiantes de maestrías, que buena parte de sus ingresos son subsidiados por el Estado.
Financiamiento del agujero o “gap” que a veces implica la innovación. Esto, incluye investigación y desarrollo, tareas que significan cierto nivel de incertidumbre. De ninguna manera se excluye de este comentario la inversión que el empresario se atreve a realizar: es un riesgo que puede ser premiado con la exclusividad temporal que da la novedad. Pero esa posibilidad es el verdadero “talón de Aquiles” de las pymes. Las soluciones son muchas: utilizar los servicios de vinculación y transferencia tecnológica de las universidades, el uso de patentes caídas o no vigentes en el país, las licencias u otras formas de asociativismo con el sistema de ciencia y tecnología del Estado, los créditos blandos o aportes no reembolsables del Estado (llamados ANR), el asociativismo entre empresas para reducir riesgos, o una combinación de éstos recursos. El gestor tecnológico sabe cómo orientar en ese tema, que muchas veces le resulta un terreno hostil al empresario pyme.
Finalmente, se presentan una variada cantidad de actividades de innovación que las pymes pueden implementar. Por ejemplo, la compra de maquinaria y equipos, pero poniendo la atención, no solo en el activo físico, sino en el concepto integral de tecnología tangible e intangible; y la incorporación de Tecnologías Informáticas y de Comunicación como elemento básico para el abordaje a la Industria 4.0. También el uso inteligente de los beneficios de la propiedad industrial y la vigilancia tecnológica, hecha de manera profesional, por consultoras nacionales públicas y privadas que prestan el servicio. Otra posibilidad interesante, es la incorporación del diseño industrial como función sistemática. Comprender que no se trata de “hacer más agradable” el artefacto que se está fabricando, sino de diseñar producto y proceso como un todo.
Es válido dudar si se debe contar con un servicio de Desarrollo Tecnológico, interno o externo. Como otras tantas variables, este punto dependerá de la capacidad de amortizar los costos fijos e inversiones implícitas de este servicio tenga la empresa. En el caso de hacer de modo externo, se trata de vincularse tecnológicamente con organismos de I+D, como el INTI, el INTA, la CNEA, con empresas de tecnología como Y-TEC, y otras tantas que se están desarrollando, o con universidades que oferten este servicio.
* Licenciado en Organización Industrial (UTN) y Especialista en Gestión de la Tecnología y la Innovación (Untref). Autor de Autonomía Tecnológica (2013. Ciccus) y Tozuda industria nacional (2018. Ciccus – Lenguaje Claro).