“No es que apuntó por apuntar, le tiró a matar”, aseguró Camila Magallanes, ex pareja de Lucas Cabello, el joven que hoy tiene 23 años y que está en silla de ruedas desde que fue baleado, el 9 de noviembre de 2015, por el policía de la ex Metropolitana Ricardo Ayala. Este jueves comenzó el juicio por ese caso de gatillo fácil en el Tribunal Oral en lo Criminal N° 1, mientras afuera del Palacio de Justicia organismos de Derechos Humanos realizaron una radio abierta y actividades culturales. En la audiencia declararon Magallanes, Carolina Vila y Aldana Cabello, la madre y la hermana de la víctima, y Celeste Portillo, otra testigo. Ayala, por sugerencia de sus abogados, decidió no declarar.
Poco antes de las 10 de la mañana, Ayala ya estaba sentado en la sala del TOC N°1 acompañado de sus dos abogados, sus padres y su novia. El acusado, que está separado de sus funciones pero no exonerado de la fuerza, vestía pantalón y remera azul oscuro y camisa blanca y, mientras esperaba, movía los pies al ritmo de la música que sonaba en la calle: la Marcha de la Bronca.
Por el pasillo se escucharon aplausos y gritos de “¡Vamos Lucas!”. Cabello ingresó con sus abogados, Gabriela Carpineti y Adrián Albor, amigos, integrantes de la Liga Argentina por los Derechos del Hombre --que también son querellantes en la causa-- y madres de víctimas de gatillo fácil, todas con remeras, carteles y distintivos con los rostros de sus hijos.
Debido a que Ayala decidió no declarar en esta audiencia, el presidente del tribunal, Adrián Pérez Lance, solicitó que se leyera la declaración que brindó en la etapa de instrucción. En ese documento, el policía afirmó que Cabello lo había amenazado mientras él cumplía una consigna y, después, le apuntó con una pistola. Por eso, se justificó Ayala, él disparó dos tiros con su arma reglamentaria, “por miedo a su integridad física y la de la familia que custodiaba”. Sin embargo, los peritajes balísticos demostraron que las tres vainas halladas en la escena eran del arma policial, la única que fue encontrada.
Ayala, que tenía apenas 20 años y una instrucción de 10 meses en la fuerza de seguridad, debía hacer guardia dentro de un conventillo de La Boca, justo al lado de la vivienda donde residía Cabello y su familia. Una mujer llamada Patricia tenía consigna en su casa y un botón antipánico después de denunciar a una vecina.
Magallanes contó que el 9 de noviembre de 2015 ella, Cabello y su hija de 2 años se levantaron cerca del mediodía. “Lucas salió, pero yo no sabía que había ido a la panadería”, recordó. Magallanes dijo que ella se acercó al pasillo cuando Cabello regresó y lo vio hablando con Ayala en la puerta del conventillo, aunque no pudo escuchar qué decían. “Me doy vuelta y escucho un disparo”, afirmó.
La joven relató que se acercó a Cabello, que quedó tirado en el suelo, lo agarró del cuello, pero no sabía bien de dónde sangraba. “Hijo de puta, ¿qué le hiciste?”, gritó a Ayala. En ese momento, aseguró Magallanes, el policía se acercó y le disparó dos veces más a Cabello, en la pierna y en la ingle. En las manos del joven baleado, agregó Magallanes, había dos sándwiches y una bolsita de panes saborizados.
Después de disparar, “(Ayala) se fue como una rata” y “subió como un cagón” a la pieza donde vivía Patricia. Con la ayuda de los vecinos, Magallanes llevó a Cabello al Hospital Argerich.
La madre de Cabello, por su parte, declaró que ella estaba trabajando en una rotisería de la zona cuando una vecina fue a avisarle que habían baleado a su hijo. “Fuimos corriendo. (Cuando llegamos) veo todos los patrulleros y la Policía”, aseguró. Como a Cabello ya lo habían trasladado al hospital, Vila le pidió a efectivos de la Metropolitana que la llevaran. “Me dijeron que estaban para otra cosa y me cerraron la puerta (del móvil policial) en la cara”, relató.
Según Vila, recién en el hospital se enteró de lo que había sucedido. “Me acuerdo de acariciarle la cabeza, me quedó la mano llena de sangre --dijo la madre del joven--. (Lucas) me dijo bajito que no había hecho nada, que lo había baleado el policía”.
Vila también afirmó que tuvo que dejar de trabajar para dedicarse al cuidado de su hijo y, aunque logró sobrevivir, aseguró que “(a Lucas) la vida se le arrebató igual” porque ya no puede realizar las mismas actividades que antes.
Cuando fue el turno de la hermana de Cabello, la joven recordó que estaba estudiando en su pieza cuando escuchó los disparos y, luego, los gritos de su ex cuñada. Aldana contó que vio a su hermano tirado en el suelo, alejó a su sobrina de dos años del lugar y después salió corriendo al conventillo de al lado para buscar la ayuda de Ayala.
“Vi a Ayala, le pedí por favor que me ayude, que habían baleado a mi hermano. No me hizo caso --relató la hermana de Cabello--. Cuando vino mi ex cuñada nos dijo que la Policía lo había baleado”.
La audiencia finalizó con el testimonio de Portillo, quien aseguró que vio cómo Ayala le disparó a Cabello. La próxima audiencia se celebrará el jueves 29 de agosto.
Informe: Ludmila Ferrer.