Agosto es el mes de la promociones en la bolsa. El viernes los activos volvieron a derrumbarse por el mal clima internacional. Las acciones y los bonos se venden al 2 x 1. Los inversores aprovechan para tomarle el pulso a los cambios políticos. Los años electorales producen esta reacción. No es novedad. Las medidas que se aplicarán a partir del próximo mandato no se conocen y la liquidez es una moda hasta tener claro el panorama. Esta estrategia del mercado se potenció por el margen de 20 puntos de las PASO a favor de la principal fuerza de la oposición. Este resultado no se había contemplado en ningún escenario de inversión.
El pesimismo financiero de estas semanas es abrumador para los operadores. La falta de confianza tiene el boleto picado. Los inversores -a menos que en el mundo estalle una nueva crisis económica- pararán la pelota y dejarán de pensar en la incertidumbre de corto plazo del mercado local. El valor de los activos argentinos es muy bajo, pero casi nadie se atreve a afirmar que no sigan bajando. Algunos piensan que las tasas del 20 por ciento en dólares que ofrecen los bonos despertarán más temprano que tarde el apetito de los optimistas. El impago de las deudas puede ser un deseo para algunos fondos buitre.
El costo de oportunidad de un default es alto. Para entender este punto no se necesita un título en finanzas internacionales ni haber administrado un fondo de cobertura global en Nueva York. Simplemente hace falta mirar algunos datos del mundo para darse cuenta cuál es el costo de no pagar la deuda.
La tasa de interés del Tesoro de Estados Unidos a 10 años es el indicador más simple. Se ubica en 1,5 por ciento anual: el rendimiento más bajo de las últimas seis décadas. La Argentina a finales de 2001 anunció que no pagaría sus compromisos con acreedores externos. La tasa de interés internacional en ese momento era 5,0 por ciento y los flujos de inversión no tenían incentivos para ingresar a las economías emergentes.
El capital barato en el mundo es ahora un elemento estructural. La estrategia comercial de algunos bancos de países desarrollados lo muestra. Las entidades empezaron a cobrar a los clientes (aplican tasas negativas) para mantener la plata en sus cuentas. ¿Cuál es el sentido de incumplir las deudas en un mundo donde sobra el dinero y prácticamente se lo regala? La probabilidad que la Argentina en este contexto vuelva a declararse insolvente por segunda vez en menos de 20 años es baja.
Los eventos imponderables como la profundización de la guerra comercial entre China y Estados Unidos son lo único que puede forzar la economía al default. Esa clase de episodios no contemplados en la hoja de ruta alteran el programa financiero de cualquier país. Pero por ahora los dólares alcanzan para cumplir los compromisos. Las reservas netas de la autoridad monetaria suman 15 mil millones de dólares y en el escenario más pesimistas para este año resta pagar deudas por 8 mil millones (en vencimiento de Letes en manos privadas y cupones de bonos soberanos en moneda extranjera).
El mercado ajustó en agosto el precio de los activos financieros: todo bajo a la mitad. El resultado electoral que no había sido anticipado por las encuestas se vivió en forma traumática. Hacia adelante –a menos que aparezcan imponderables- no quedan episodios que el mercado pueda percibir de una manera tan exagerada. Los elementos que pueden generar de nuevo algo de malestar son pocos. Principalmente la medida que nadie descarta: la implementación de políticas para organizar en forma estratégica la entrada y salida de divisas de la economía (control de la cuenta Capital).