El Fondo Monetario Internacional confirmó que la misión oficial llegará este sábado a la Argentina. Los técnicos del organismo habían postergado la visita luego de las fuertes tensiones financieras de las últimas dos semanas, aunque la versión del ministro de Hacienda, Hernán Lacunza, es que fue él quien pidió la postergación. En los últimos días se puso en duda el futuro de los próximos desembolsos de la entidad. Este año el Gobierno no llegará a cumplir las metas de déficit e inflación pautadas con el organismo monetario.
“Un equipo técnico encabezado por Roberto Cardarelli visitará Buenos Aires a partir de mañana (por el sábado). El equipo se reunirá con las autoridades argentinas para analizar los recientes acontecimientos económicos y financieros y los planes de políticas del gobierno”, indicó el FMI a través de un comunicado. La institución de crédito internacional agregó que “el equipo económico también se reunirá con asesores económicos de los principales candidatos presidenciales para intercambiar puntos de vista”.
El Fondo acordó con el Gobierno alcanzar una meta de déficit cero para este año. Pero tras los últimos acontecimientos, ningún consultor del mercado estima que el presupuesto cerrará equilibrado en 2019. Las medidas implementadas la semana pasada a pocos días de las PASO potencian el desorden de las cuentas del sector público. En materia de inflación, crecimiento y tipo de cambio los resultados tampoco fueron los acordados con el organismo de crédito internacional. La devaluación de agosto pone un piso de al menos el 50 por ciento para la inflación de 2019.
La corrección cambiaria de las últimas semanas golpeará en los próximos meses el nivel de la actividad económica (que desde el segundo semestre del año pasado muestra una situación de estancamiento y recesión estructural). El equipo económico mostró de nuevo una falta de pericia para frenar la corrida y generó un nuevo círculo vicioso para la economía. La negociación de los salarios para este año está lejos del nuevo piso de inflación. Por esto se refuerzan las expectativas de precios y nuevas rondas de devaluación. Los desequilibrios de las principales variables macro encienden luces de alarma.
El Fondo Monetario Internacional tiene pendiente para lo que resta de este año el desembolso de 6400 millones de dólares. Se deberían entregar unos 5400 millones a mediados de septiembre y otros 1000 millones en diciembre. Este fue el plan original pero en el mercado dudan de si se cumplirá. La duda es si el Fondo modificará los plazos del desembolso (por ejemplo entregando el crédito en octubre en lugar de septiembre) o impondría nuevas condiciones para enviar el dinero.
Si el Fondo no desembolsa este año los 6400 millones de dólares que prometió, las reservas netas de la autoridad monetaria terminarán arrojando un resultado negativo a finales de este año. Para estos cálculos en el mercado usan supuestos pesimistas (pero no irracionales) para computar el pago de deudas con privados.
El principal problema para cerrar el programa financiero de este año viene por la renovación de las Letes de corto plazo. Los inversores (neto de sector público) pueden no renovar estas letras y solicitar el cobro de más de 6000 millones de dólares. El nivel de inestabilidad y pérdida de confianza con la capacidad de repago de la deuda es importante.
El riesgo país se aceró este viernes a los 2000 puntos debido un nuevo derrumbe en el precio de los bonos soberanos. El clima financiero internacional se puso más espeso y provocó salida de capitales de emergentes como la Argentina. El país es una de las economías más expuestas a shocks externos y en cada episodio de volatilidad global recibe un fuerte impacto.
El Fondo Monetario Internacional apostó fuerte por la Argentina. En 2020 y 2021 se deberían desembolsar otros 6000 millones de dólares. El organismo tendría responsabilidad plena si el país tiene un colapso financiero por segunda vez en menos de 20 años. Las negociaciones que se hicieron a partir de la mitad del año pasado buscaban justamente lo contrario: revertir el rol nefasto de la entidad en 2001 cuando le soltó la mano a la economía argentina. El resultado fue el default con un 50 por ciento de pobreza y más de 10 puntos de caída del PBI.
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