El viernes pasado, en el íntimo escenario del Centro Cultural El Conventillo, en La Plata, cantó Florencia Brown en la que fue su primera presentación tras la muerte de su padre, José Luis Brown, el Tata, ocurrida el 12 de agosto pasado, a sus 62 años y tras padecer Alzheimer. Cantó Muchacha, ojos de papel, del Flaco Spinetta, que tanto le gustaba a su papá: “Una canción a la que respondía en el último tiempo. Estaba muy sensible emocionalmente”, le dijo a Líbero.
Florencia habló de otras canciones que la acercaron a quien pasó a la historia al anotar el primer gol de la final entre Argentina y Alemania, en México '86. El equipo entonces dirigido por Bilardo fue campeón y el 'Tata' aportó su cuota de heroísmo cuando, tras lastimarse el hombro derecho, y para no dejar la cancha, se hizo un agujero en la camiseta, metió el dedo y jugó como si lo tuviese enyesado. Valdano y Burruchaga hicieron los otros goles para el 3-2 final.
Además, Florencia le compuso un cántico al día siguiente de su muerte. Se sentó frente al piano y se dejó llevar por el sentimiento. Lo tituló Plegaria para papá: “‘Vuela vuela muy alto, papá te amo, papá por eso vuela’. Es como el permiso, el aceptar que era el momento para él de descansar en paz. Porque estoy segurísima de que es así”.
La tarde del 29 de junio del '86 será por siempre significativa para los argentinos. Tanto que al 'Tata' lo invitaban a dar charlas por distintos países y no faltaban los homenajes con videos de su gol y de su lesión. El periodista Ezequiel Fernández Moores fue testigo de cuánto se emocionaba el 'Tata' con esos momentos. Le recuerda a este diario que en 2014, en Temuco, Chile, mientras en pantalla gigante y ante 200 personas pasaban el video de aquella final lo miró y lo vio emocionado: “Me impresionó que tenía los ojos vidriosos. ‘Tata, estás llorando’, le dije. ‘La puta madre, esto siempre me pone así’, me contestó en voz bajita. Me conmovió ver esa cosa de lágrima silenciosa de él por lo bajo. Que se emocionaba así. Realmente me conmovió. Lo quise mucho”.
Más allá de la Selección, José Luis Brown está en el corazón del hincha de Estudiantes. Fue uno de los símbolos de aquel equipo dirigido por Bilardo primero y Eduardo Manera después que salió bicampeón en el '82-'83. Siempre ante un Independiente emblemático con Bochini, Marangoni y Trossero. Pero aquel Estudiantes, por algunos minimizado porque lo dirigía Bilardo, jugaba increíble. Osvaldo Príncipi, fanático Pincha, opina ante Líbero: “Dista y es ajeno al Brown de la Selección nacional, que festejamos, pero ése era un producto integral y masivo. El nuestro era el zaguero de Estudiantes. Con Gette, con el 'Negro' Agüero, con Landucci, con quien fuese. Aquel que daba precisamente sentido de huracán al Estudiantes de 57 y 1 de tablones, que nunca será olvidado jamás, porque aquel Estudiantes con Sabella de diez, paradójicamente, trazaría también una línea de tiempo para el Estudiantes campeón de América con Sabella en el banco”.
El hijo mayor del 'Tata', Juan Ignacio, empezó a despedirlo antes, cuando sabía que el final se avecinaba. El Día del Padre le dedicó un mensaje por redes sociales. “Fue una manera de expresar que yo sentía que hacía un tiempo a esta parte que el que estaba ahí en la clínica y al que íbamos a ver no era papá, porque producto de su enfermedad el deterioro avanzaba cada vez más. Si bien uno lo iba a ver y compartía momentos con él, no había un ida y vuelta, no había el poder compartir algo, una charla, nada”.
“Pero lo disfruté muchísimo. Más que mi papá fue un amigo. El fútbol nos unió muchísimo. Tuve la suerte de compartir vacaciones con él en familia. Tuve la suerte de compartir un Mundial como el de Alemania 2006, que la pasamos muy lindo los dos. Fue algo que disfrutamos muchísimo. Tuve la suerte de tenerlo como técnico y que nos haya ido muy bien. Porque peleamos un campeonato con Almagro que terminó ganando Godoy Cruz, que fue el año que ascendió Godoy Cruz”, dice el ex futbolista y director técnico.
Otro que no escatima elogios para el 'Tata' es su hermano mellizo y compinche, Miguel Angel, quien en marzo de este año sufrió también la muerte de un hijo. Ahora que se suma la de su hermano dice: “La sigo peleando por mis otros hijos y nietos y porque amo la vida”. Y ensaya una sonrisa para sintetizar lo que era el 'Tata' como persona: “Cuando fui al velatorio, a la sede del club, sabía que me iba a encontrar con mucha gente, pero me quedé corto. Cuando vi la cantidad de medios de prensa y de gente que estaba en la sede me asombró, para bien, por supuesto. Y las demostraciones de afecto, de cariño, que le dieron todos. Estudiantes de La Plata como institución, los dirigentes, compañeros, ex jugadores, incluso, me enteré después, gente de Gimnasia y Esgrima La Plata, lo cual habla del tipo de persona que fue”.
Su primera esposa, Silvia Curi, madre de Juan Ignacio y de Florencia, también lo recordó de la mejor manera. “El legado que nos deja es el de una persona humilde, trabajadora y muy muy buena gente, ante todo”. “Los círculos se cierran”, dijo a manera zen cuando cayó en la cuenta de que, justamente, Independiente fue el rival del primer partido de Estudiantes tras su muerte, aludiendo a la rivalidad de principio de los años 80.
Como anécdota, Curi eligió la de una inolvidable fiesta para los 40 del Tata, que la organizó a escondidas. “Entre esos invitados estaban Diego y Claudia, que era mi cómplice para organizar su venida. Y nadie falló. El fue sorprendido, fue una fiesta hermosa, súper emotiva, que duró hasta las 7 de la mañana del día siguiente”.
Viviana Cavaliero, su última pareja y madre de Diego, de 13 años, el tercer hijo del 'Tata', va en la misma línea: “Todo este afecto que le da la gente hoy es lo que su papá era, no futbolísticamente, sino humanamente. Era un gran tipo. Fue un excelente profesional que dejó la vida en cada partido. Se esforzó para llegar a donde llegó, y la vida lo premió con ese gol en la final del Mundo y con haber sido campeón con Argentina. Pero él era mucho más campeón como persona que como futbolista”.