Aunque nacieron en Vancouver, Canadá, y sus ancestros son escoceses, los gemelos Drew y Jonathan Scott bien podrían repetir el lema de Guillermo Francella en Los Benvenuto: "Al final, lo primero es la familia". Es que ambos no sólo son los protagonistas de Hermanos a la obra (Discovery Home & Health, jueves a las 20.15), el programa de renovaciones de casas más exitoso y longevo de la televisión, sino que además comparten tareas en sus propias empresas de mobiliario y de producción de entretenimiento. Además, JD, su hermano mayor, aparece en uno de los spinoffs del programa, Hermanos a la obra: Desafío, y el matrimonio de Drew con Linda Phan mereció un envío especial.
Al parecer, también les gusta viajar en familia: como Jonathan y Drew se embarcaron en el "Hermanos a la obra Tour" para visitar la Argentina, México, Chile, Brasil y Colombia, tanto Linda como JD y su novia los acompañaron. Pero los gemelos fantásticos de las renovaciones de hogares no vinieron a hacer maravillas con las cocinas ajenas ni a voltear paredes en busca del "concepto abierto" en el diseño, sino a promocionar el programa con espectáculos en los que, además de dar algunos consejos sobre renovaciones, se permitieron repetir chistes efectivos (como el de que Drew quería ser "como Tom Cruise, pero más alto", que también hicieron durante la entrevista con PáginaI12), bailar tango, patear una pelota luciendo camisetas de la Selección, hacer un truco de magia que involucró un mazo de cartas y una pistola de clavos, y competir por quién arreglaba mejor una biblioteca (con bandera argentina incluida).
La premisa de Hermanos a la obra es sencilla y -quizá por eso mismo- exitosa: como agente inmobiliario, Drew Scott ayuda a potenciales compradores a conseguir una casa para remodelar, tarea que queda luego a cargo de su gemelo Jonathan. Y en las historias de esas personas en busca del hogar de sus sueños también cobra importancia lo familiar, aunque con la diversidad suficiente para no limitarse al formato tradicional.
"Lo bueno del programa es que es que todo lo que se ve en cámara es la realidad, porque no tenemos guión", le decía Jonathan Scott a este diario un rato antes del despliegue de buena onda sobre el escenario de La Rural. "A veces, desafortunadamente pasa algo que no sale en cámara y pensamos 'Uh, hubiera estado bueno tener eso grabado'. Pero simplemente nos adaptamos a eso... Lo mismo sucede con las familias: son personas reales que pagan por la mayor parte de la renovación, por eso es que se estresan".
"En el pasado nos han dicho 'Es todo falso', pero creo que se nota que no es así porque lo que se ve en cámara son emociones reales de los compradores de casas", completaba Drew Scott. "Ellos realmente nos han dado sus casas para hacer que esto suceda. Y lo mismo pasa con el hecho de que nosotros nos preocupamos por ellos. También es cierto que nosotros no nos tomamos muy en serio, nos divertimos como se ve en el programa". Como para reafirmar que la dinámica de Hermanos a la obra es la que ellos tienen en su vida diaria, Jonathan cerró con la frase: "Lo único falso es que, bueno, creo que Drew tiene un poco de botox". Risas y fundido al espacio publicitario.
-¿No vuelven a grabar algunas cosas si salen mal?
Drew Scott: -No, pero si estamos hablando en una escena y pasa un tren, a veces tenemos que regrabar nuestros audios. Eso es lo único que rehacemos, pero no las escenas con los compradores, porque no son actores y se notaría. Si un programa rehace las escenas con personas que no son actores, se nota de inmediato.
Jonathan Scott: -Lo más gracioso es cuando la gente en las redes sociales me dice "¿Cómo hacés todo eso solo, Jonathan? ¿Cómo renovás toda una casa vos solo?" Imaginate qué locura... En este momento tenemos 35 proyectos, que son llevados adelante por 11 equipos de trabajo full time: pisos, plomería, electricidad... Es una operación realmente grande.
-Hermanos a la obra se ha emitido en más de 160 países. ¿Cuál es el ingrediente que lo hace tan especial entre los otros programas de renovaciones de casas?
D.S.: -Nosotros siempre jodemos con que la fórmula del éxito son las renovaciones en cámara lenta y los jeans ajustados (risas). Creo que la clave está en que no intentamos confundir a la gente con términos fancy de diseño y con que no hacemos un despliegue de ego: nos importan realmente las familias y nos divertimos haciendo el programa. Cuando ves un programa y pueden divertirse todas las generaciones, ahí tenés una fórmula del éxito.
-En Hermanos a la obra: Desafío han tenido a otros renovadores de casas como jurados y ustedes producen programas de algunos de ellos, como Casados por el diseño. ¿Miran este tipo de programas? ¿Los miraban desde antes de empezar el suyo?
J.S.: -Sí, sí. Uno de los que yo miraba más era el de Mike Holmes, no sé si acá lo habrán dado (Holmes on Homes, que se emitió de 2003 a 2008). Él fue una inspiración para mí. Es muy bueno ver diseñadores con diferentes estéticas y estilos. Cuando la gente dice "Oh, mi dios, Jonathan, sos el mejor diseñador, sólo quiero trabajar con vos", le digo que hay millones de diseñadores fabulosos que son mucho más talentosos que yo, sólo que sucede que yo lo hago por televisión. A mí me interesa mucho ver el trabajo de los demás. De hecho, la mayoría de la gente que sigo online son otros diseñadores, porque amo ver sus trabajos.
-Este año, a través de su productora Scott Brothers Entertainment ustedes compraron los derechos de Hermanos a la obra. ¿Planean introducir cambios en la dinámica del programa?
D.S.: -Sí. Hace diez años que hacemos el programa, un número al que no llega la mayoría de los programas de este tipo. Por lo general, duran un par de temporadas. Pero creo que la razón por la que nos mantuvimos como el programa número 1 es que siempre evolucionamos. Escuchamos a nuestros fans y qué quieren ver, y en base a eso hacemos modificaciones. Además, muchos de los conductores hacen entre 8 y 10 episodios por año, pero nosotros hacemos 45. Y como hacemos tantos, siempre estamos filmando, así que todo el tiempo cambiamos.
J.S.: -Uno de los cambios que verán en los nuevos episodios es que... él hace más trabajo manual.
D.S.: -(Con tono resignado) Sí. En los comienzos, ambos teníamos que hacer el trabajo manual, pero yo tuve la fantástica idea de ponerme más el traje y ser el agente inmobiliario (risas). Pero bueno, ahora él me arrastró de nuevo, así que voy a tener que trabajar más.
-Pero al principio se suponía que Drew sería el contratista y Jonathan el agente inmobiliario.
D.S.: -Sí, aunque la mayoría de la gente no lo sabe, al principio, era a mí a quien querían porque reconocieron mi talento: trabajo como agente inmobiliario, he trabajado en la construcción...
J.S.: -(Interrumpe) Uh, sí, es un tipo muy rudo.
D.S.: -(Saca bíceps) Esta es mi maza (risas). Como decía, al principio estaban considerándome a mí y les dije que tenía un hermano que también se dedicaba a esto: así fue como nació Hermanos a la obra. Pero, bueno, ellos simplemente asumieron que yo me veía más como el contratista y él como el tipo del traje (risas).
J.S.: -Pero no se habían dado cuenta de que yo soy el que tiene licencia como contratista.
-Uno de los cambios que tuvo Hermanos a la obra fue que, al principio, cuando les mostraban a los potenciales compradores una casa soñada no les avisaban que estaba por sobre su presupuesto, pero después empezaron a anticipárselos. ¿Fue porque caía mal o porque con el éxito del programa ya todos lo sabían?
D.S.: -Fue por eso último. Después de la segunda temporada, todo el mundo había visto el programa y ya no podía engañar a nadie con esas casas costosas. Además, él pensaba que yo era un boludo por hacer eso...
J.S.: -Yo odiaba esa parte del programa, era muy malvado hacer eso.
D.S.: -Pero el propósito no era decirles "¿Amás esta casa? ¡No podés pagarla!", sino ver qué cosas hermosas podían gustarles y poder ponerlas en sus casas.
J.S.: -Igual era malvado.
-¿Cómo funciona el proceso de selección de los compradores de casas? ¿Tienen importancia sus personalidades y sus historias?
J.S.: -Sí, eso es lo más importante. Cuando elegimos una ciudad, tenemos que filmar en bloque ahí. Por ejemplo, si viniéramos a Buenos Aires a filmar, deberíamos hacer al menos diez episodios acá para que valiera la pena. Cuando hacemos eso, empezamos un casting y se anotan miles de personas. En primer lugar, tiene que tratarse de personas reales que estén buscando comprar y hacer renovaciones, porque van a pagar por un 80% del presupuesto.
D.S.: -Sí, nosotros no pagamos todo.
J.S.: -En segundo lugar, queremos diversidad en las historias. No queremos que todos sean marido y mujer que van a comprar por primera vez. A veces son hermanas, hermanos, madre e hija... Y también queremos que sean diferentes tipos de casas a remodelar, para que el público no se aburra.
-Ambos trabajaron como actores antes de dedicarse al negocio inmobiliario. ¿Eso los ayuda a estar más cómodos frente a las cámaras?
D.S.: -Sí, cien por ciento. Hicimos stand up e improvisación, y eso realmente nos ayuda, porque no necesitamos un guión para hacerlo entretenido en el momento. A veces tenés personas que son muy buenas como contratistas y agentes inmobiliarios pero que no están acostumbradas a las cámaras, entonces se ponen muy nerviosas. Eso no nos sucede a nosotros.
-Ustedes empezaron a renovar casas para solventar sus proyectos artísticos. ¿Les gustaría volver a la actuación en algún momento?
D.S.: -Para mí todavía es una pasión, aunque creo que no para Jonathan. ¿Quién sabe? Quizás en algún momento pueda volver a actuar, pero estamos tan ocupados con lo que hacemos y nos gusta tanto que debería ser como una pasión complementaria.
-En el programa ustedes muestran parte de sus vidas. ¿Cuándo se dieron cuenta de que el público estaba interesado en ustedes, más allá de las renovaciones de casas?
D.S.: -Creo que fue por las redes sociales, porque los fans empezaron a decirnos qué cosas les gustaría ver. Siempre nos preguntaban si podían ver nuestras casas o si alguna vez íbamos a remodelarlas. Así que hicimos la casa de Jonathan en Las Vegas y a todo el mundo le encantó el tobogán de agua. Después, cuando Linda y yo íbamos a comprar nuestra primera casa juntos, hicimos la casa de Los Angeles. Así que, sí, cuando los fans empezaron a pedir esas cosas, Discovery nos dijo "Ey, ¿considerarían hacer esto para los fans?" Y nos pareció una gran idea.
D.S.: -Lo mismo pasó con el especial de la boda de Drew, que no tuvo nada que ver con las renovaciones. Ese programa fue enormemente exitoso y sólo era la historia. Igual, yo sabía que los fans iban a estar interesados en mi vida, pero no creí que les interesara la de él porque es muy aburrido (risas).
-¿Rechazaron muchos proyectos de programas?
D.S.: -Oh, sí, rechazamos cosas todo el tiempo. A él le ofrecieron hacer The Bachelor y lo rechazó, a Linda y a mí nos ofrecieron hacer realities cuando nazcan nuestros hijos... Tipo: "Los Scott - Ahora son tres". Hay ciertos aspectos que nos gusta mostrarles a los fans, pero hay otros que preferimos mantenerlos para nosotros.
-¿Y ustedes tienen proyectos para otros programas?
D.S.: -Sí, porque no sólo producimos los programas que conducimos sino también otros. Hay un par de otros talentos que estamos desarrollando y produciendo. Pero son proyectos para que conduzcan otros, no tenemos mucho tiempo para estar más en cámara.
-Uno de los programas que producen es Casados por el diseño, en el que los esposos Nate Berkus y Jeremiah Brent ayudan a personas a las que les afectó económica y espiritualmente que las renovaciones les salieran mal. Como productores, ¿qué buscan ustedes en estos proyectos?
J.S.: -Cuando buscamos talentos, lo más importante para nosotros es que no se trate de alguien que intenta o simula ser conductor. Queremos personas que sean ellas mismas y que si se equivocan, se rían de eso.
D.S.: -Tienen que ser personas genuinas. Tenemos cientos de empleados y siempre buscamos lo mismo: nos gusta trabajar con personas con las que nos gusta trabajar. Si tenés mala onda, no va a funcionar.
-¿Tienen tiempo para trabajar en el mercado inmobiliario al margen del programa?
D.S.: -Yo ya no trabajo con clientes al margen del programa, pero sí hacemos nuestras propias inversiones. Tenemos un equipo muy grande, así que es el equipo el que lleva adelante eso.
-¿Alguna vez se imaginaron que se convertirían en estrellas siendo agentes inmobiliarios y contratistas?
J.S.: -(Se ríe) No, nunca. Originalmente, cuando Drew quiso volver a trabajar como actor, debido a su experiencia en el negocio inmobiliario le ofrecieron ser conductor de un programa para encontrar al mejor en el rubro. Y lo que él me dijo fue "No quiero ser conductor, eso es aburrido, lo que quiero es ser una estrella de acción. Como Tom Cruise, pero más alto". Pero no, nunca nos hubiéramos esperado que esto nos abriría tantas puertas.
D.S.: -Estamos muy felices, pero no nos vemos a nosotros mismos como celebridades. Quiero decir, las estrellas de cine son celebridades, nosotros somos personas conocidas. La gente confía en nuestras opiniones y se siente conectada con lo que hacemos.
J.S.: -No simulamos ser otros. Muchos fans nos dicen "Oh, son iguales que en el programa". ¡Y sí, eso es porque el del programa soy yo! Somos exactamente los mismos.