Ya anocheció en Plaza de Mayo y la mujer se mueve acompasadamente, siguiendo el énfasis de sus palabras. “En el primer mundo tienen hospitales y los pagan. Y si no tenés para pagar, te morís”, y la “i” es aguda y acentuada, casi como un desafío. “Al colegio, si no tenés para pagar, sé un burro”. A los gritos en Plaza de Mayo, en el atardecer del 16 de agosto durante la marcha en respaldo al Presidente que sirvió de previa a la del sábado a la tarde, la mujer hace a su manera una síntesis del pensamiento macrista. “Si no tenés para pagar, te morís”, dice. Y lo dice con admiración.
Es odio. El mismo que trasunta Mauricio Macri cuando acusa a los votantes de Alberto Fernández y Cristina Kirchner de ser los culpables del desastre económico en que sus políticas sumieron al país; el mismo que lleva a Elisa Carrió a explicar los resultados de las PASO por el fraude, ya sea por la interferencia de los narcos o por la participación estelar de hackers rusos.
Desde la clandestinidad, Jaime Durán Barba aconseja que no sean Macri, ni sus alter ego María Eugenia Vidal y Horacio Rodríguez Larreta, los que transmitan más malas ondas. Con los globos pasados de moda, el Presidente se tiene que concentrar en repetir “juntos podemos”, “los abrazo en mi corazón”o “siempre con el diálogo”, y dejar a Elisa Carrió, Miguel Angel Pichetto o Luis Brandoni las consignas e insultos polarizadores.
Si los 16 puntos de ventaja que exhiben les Fernández parecen indescontables, siempre se puede recurrir a la teoría del fraude que elimina ese obstáculo por arte de magia. Echado a correr por las redes, bajo el hashtag #FraudeK, el aparato de trolls oficialistas consiguió transformarlo en tendencia en base al viejo truco de las cuentas nuevas con pocos seguidores, pero que tienen miles de retuits. La mayoría mostraba imágenes de telegramas donde aparecía Juntos por el Cambio con 0 votos, en mesas donde supuestamente habían sufragado los quejosos, lo que garantizaba que por lo menos habían alcanzado 1. Fraude comprobado.
El siguiente paso fue que Elisa Carrió lo generalizara en una seguidilla de tuits. “Hay demasiados datos que son incorrectos y muchos son votos a Macri directamente suprimidos en el telegrama”, era el primero. En el segundo la sospecha pasaba a la acusación: “Me da la impresión por gente que estuvo en el territorio que el control narco en determinados sectores del norte y del conurbano es central.”
Una vez instalado el tema en las redes llegó el salto a la televisión abierta. En un memorable show junto a Diego Leuco , Carrió insistió con que “hubo muchos problemas de fiscalización y mucha trampa” y entre los culpables incorporó a una nueva especie, “la de propios sectores que estaban en Cambiemos y que después se fueron”, sin que nadie le pida que identifique alguno. Para hacer más convincente su discurso, agregó enfáticamente que “ya me pasó a mí en 2007, Cristina me robó la elección, esto está claro para todos”.
El ejemplo tampoco fue cuestionado por el conductor de “Ya somos grandes”, pero no resultaba muy creíble. CFK sacó en esa elección 8.654293 votos, casi el doble de los 4.403.642 que alcanzó Carrió. En línea con sus declaraciones actuales, apenas cerradas las urnas su vocero de entonces, Adrián Pérez (casualmente el mismo que este año le dio el conteo a Smartmatic), aseguraba en 2007 que “había escenario de ballotage”. Y Lilita se negó a reconocer la derrota hasta muy pasada la medianoche y nunca llamó para felicitar a la ganadora. Al día siguiente, recibió exultante a este diario (por entonces todavía le daba reportajes, una costumbre que abandonó apenas se sumó al oficialismo republicano) y sin hacer referencia a fraude alguno aseguró que “la Coalición Cívica va a ser gobierno en 2011. Ya está”, una muestra más de sus condiciones de pitonisa.
Pero no solo hacen agua los ejemplos del pasado. También se ahogaron las “denuncias” sobre los telegramas truchos. Consultados sobre el tema, el equipo de Innovación de Chequeado, insospechado de cualquier simpatía peronista, corroboró que efectivamente hubo 2904 mesas de todo el país donde Juntos por el Cambio obtuvo 0 votos en el recuento provisorio. Pero también 2768 donde fue la fórmula del Frente de Todos la que obtuvo ese resultado. Conclusión, el 0 para alguno de los candidatos es un error muy común en los telegramas provisorios, que además no tienen valor legal (como se encargó de recordar la Cámara Electoral) y son revisados durante el escrutinio definitivo. Ese proceso está en pleno desarrollo y, sorpresa, en realidad hasta ahora el perjudicado en la cuenta de Smartmatic fue Alberto Fernández, que ampliará aún más su ventaja cuando se conozcan los números oficiales.
Pero estos datos no llegan a la enorme porción del electorado que solo consume medios oficiales u oficialistas. Para ellos seguirá la campaña del insólito “fraude opositor” y la amplificación de los pocos motivos de esperanza en una recuperación de Juntos por el Cambio, como las difundidas marchas del sábado. Con un interesante detalle que entre tanta lágrima de Macri pasó desapercibido. El único que le puso palabras a la movilización fue el propio presidente con su inconexo mensaje desde el balcón de la Rosada, destinado a llegar a los electores por las redes sociales o las páginas web de los medios masivos.
Salvo este diario, algunas expresiones minoritarias y C5N, que pagó su osadía con la agresión de los presentes, los medios evitaron reproducir el testimonio directo de los participantes. El odio y desprecio que trasuntan no hace demasiado juego con los ahora desteñidos modos de campaña duranbarbistas.
“Que no les compren el voto” , aconsejó una señora que participaba en la marcha a otra que vive en la calle con sus hijos, mientras le daba unos pesos. La crónica de Página/12 cuenta que uno de esos chicos no se pudo contener y respondió con un “Aguante Cristina”.
El problema para los arquitectos electorales de Macri es esa realidad que se empeña en inmiscuirse en la campaña. Faltan dos meses para las elecciones de octubre y los 16 puntos de desventaja en las PASO muestran que con el odio no alcanza. El Presidente solo retiene el voto antiperonista radical (en el doble sentido de la palabra) y los otros, los que lo acompañaron en 2015 confiados en su promesa de que no perderían nada de lo alcanzado con el kirchnerismo y, de yapa, no se convertirían en venezolanos, parecen haber repensado su opción.
Para desgracia del oficialismo, hoy parecen convencidos de que una heladera llena es mejor que veinte segundos semestres repletos de ilusiones.