Desde Barcelona
UNO Es posible que sea cierto aquello de las bicicletas son para el verano, pero lo que no se discute es que el verano es para los mosquitos. Para sus cada vez más poderosas y urticantes mutaciones. Para sus silbidos finos y picaduras agudas, piensa Rodríguez mientras vuelve a ver en TCM Barton Fink, de los hermanos Coen: como si fuese la primera vez pero diciéndose de nuevo que esta es la mejor película de Stanley Kubrick jamás filmada por Stanley Kubrick. Allí, el bloqueado dramaturgo en Hollywood siendo atormentado por ese mosquito terrible y por Charlie Meadows, su afable vecino de habitación de hotel (pero también asesino en serie), quien más pesado que un moscardón, no deja de zumbarle una y otra vez aquello de "Las historias que podría contarte...".
DOS Frase que --se dice Rodríguez-- es honesta y verdadera en el caso de Meadows; pero que también (con sólo añadir una cierta intensidad a la palabra historias) se convierte en todo lo contrario. Historias, entonces, mutando a cuentos, a mentiras, a palabrería, a ruido blanco tan parecido al que hacen los mosquitos en la negra noche (los mosquitos en todas partes y no los lobos transilvanos deberían ser aquellas "criaturas de la noche" que conmovían con su "música" a Drácula). Ese canto que se oye cuando las luces se apagan y se enciende su sed de sangre y sus ganas de chuparte todo lo que puedan hasta que ya nada esté chupado. Y todo sea difícil y complejo y en vano. Como el intentar matar de una bofetada a ese mosquito que atormenta las mejillas de Rodríguez mientras --en las pulgadas de su televisor-- ese otro mosquito tortura a un hombre al que ya no se le ocurre nada mientras todo ocurre a su alrededor.
TRES En cualquier caso, ya falta muy poco para que lleguen a su final las trabajaciones (aquellas vacaciones puras y completamente desenchufantes donde y cuando uno era alguien inaccesible y fuera y lejos de todo y de todos, se sabe, ya son cosa de un ayer que jamás volverá; porque de un tiempo a esta parte el teléfono es uno más de la familia y mucho más demandante que hijo o padre). Y aquí viene y vuelve septiembre y su cuesta a trepar lo mejor que se pueda y queda poco menos de un mes más de verano. Algo que, en realidad, ya es considerado como una suerte de prólogo para un otoño que --Rodríguez espera que así sea-- tenga tiempo y lugar y clima este 2019. El pronóstico al respecto --tanto meteorológico como existencial-- no parece ser muy bueno. Porque todo lo que en teoría debería quedar atrás, en el curso que se acabó, se proyecta --inconcluso y en el aire-- hacia delante. Nada se ha solucionado o, al menos, terminado. Todo lo ya visto está por verse. Todo lo picado sigue picando y, por lo tanto necesitado de rascarlo, de seguir rascándose.
CUATRO Así --con/son gran disimulo, en la cara o en ya saben dónde--, lo del juicio a los independentistas alcanzará veredicto pero se continuará en Diada caliente y esos preliminares terminales que ya llevan años. Así, lo del Brexit tendrá su Noche de Brujas con nueva máscara como primer ministro (el --dicen-- calculadoramente despeinado Boris Johnson a quienes los ignorantes bautizaron como "El Donald Trump Británico" sin darse cuenta de la decisiva diferencia: el zumbado Trump es un tonto que se cree muy inteligente mientras que el zumbón Johnson es un muy inteligente que se hace el tonto y, en entrevistas, es capaz de decir cosas como "Bueno, creo que como táctica a aplicar a las generales de la vida, a menudo es muy útil el dar la ligera impresión de, deliberadamente, estar simulando no saber del todo lo que ocurre aunque lo sepas. ¿Por qué? Porque en más de una ocasión puede llegar a ser cierto que no lo sepas; y entonces, acostumbrada a tu simulación, la gente ya no podrá distinguir la diferencia entre una y otra cosa"). Así, el calentamiento de la Guerra Fría rUSiA al dejar de lado el tratado de no proliferación de armas nucleares firmado en 1987. Así, nuevas escaramuzas izquierdo-dialécticas entre el Pedro Sánchez por investir y el cada vez más desnudo Pablo Iglesias; quien volvió a ser padre acaso para poder colocar a más de los suyos en ministerios y quien no demoró en comunicar on line que el nombre de su recién nacida hija --Aitana-- quería ser "un homenaje al exilio español y a la América Latina que abrazó a aquellas mujeres y hombres... Saliendo de Alicante hacia el exilio que les acabaría llevando a América Latina, María Teresa León y Rafael Alberti se despidieron de su patria mirando por última vez la Sierra de Aitana llena de flores rojas. Aquella visión inspiró primero el nombre de la hija de dos poetas y después los de muchas más hijas, como la nuestra" (y Rodríguez se dice que tal vez por cosas como estas es que Chris Wetherell --el creador de la función/botón de retweet, ese diseminador de noticias falsas y destructor sin filtro de reputaciones así como propagador de tonterías narcisistas sin límites ni fronteras-- pidió disculpas hace unos días por haber entregado a la humanidad toda el "equivalente de un arma cargada puesta en manos de un niño de cuatro años". Y que Iglesias equivocó su vocación: no debió ser nunca político sino cantautor y musicalizador de poemas ajenos y que siga el verso). Así, para muchos locales en el hastío del estío los mosquitos más molestos de todos seguirán siendo los turistas: turistas que no sólo vienen en vacaciones sino a lo largo de todo el año o quedándose a vivir pero como turisteando (y una asociación de vecinos sacó roncha con la absurda campaña "No le digas a nadie que has estado en Barcelona" apostando por la comunicación reducida y el secreto para iniciados y así combatir la masificación visitante con un cómplice "Barcelona es un tesoro, escóndelo"). Así, los bosques de fuego y las migraciones pasadas por agua. Y así se sigue y seguirá hablando de que en el aguijoneante noviembre tocará un nuevo raid electoral a partir del cual --es más que posible-- se continúe en el espiral presente y fumigada situación de no poder formar gobierno. Antes --Rodríguez se entera de ello por la columna semanal que firma todas las semanas Manuel Rodríguez Rivero en Babelia-- en octubre saldrá un libro titulado El mosquito, de un tal Timothy C. Winegard. Allí, se consigna que "al parecer los zancudos, los más peligrosos depredadores, han sido responsables de las muertes de 52.000 millones (no; no es un error) de seres humanos de los 108.000 millones (han leído perfectamente) que se calcula que han vivido en la Tierra hasta hoy". Rodríguez no va a leerlo pero le interesará seguir leyendo sobre el libro del mismo modo en que --llegado el caso-- volverá a ir a votar.
Mientras tanto y hasta entonces --en un tiempo en que todos se dividen entre los que pedalean con esfuerzo cuesta arriba o bicicletean en acomodada bajada-- Barton Fink y él seguirán rascándose hasta sacarse sangre pero sin hacer roncha.