El fraile capuchino Juan Antonio Puigjané, sacerdote que honró su compromiso con los pobres y se sumó al movimiento de derechos humanos en pleno terrorismo de Estado, murió ayer a los 91 años en el convento de Nuestra Señora del Rosario, en Nueva Pompeya. Ex miembro del Movimiento Todos por la Patria, fue condenado a 20 años de prisión por el asalto al regimiento de La Tablada pese a que no entró al cuartel ni sabía de la operación en curso. "Antonio ya participa de la condición de los santos y está definitivamente con Dios para interceder por nosotros y por esta patria también tan necesitada, la Argentina", escribió el sacerdote Luis Coccia al anunciar el fallecimiento.
Nacido en Córdoba en 1928, criado en el seno de una familia pobre, con apenas once años decidió ser sacerdote. Con las banderas del Concilio Vaticano II se instaló en la villa Martillo Chico de Mar del Plata, donde levantó su capilla, armó cooperativas, biblioteca y farmacia, entre otros servicios. Debió dejar la ciudad por decisión del obispo Antonio Plaza, en sus antípodas ideológicas. Su siguiente destino fue Anillaco, la tierra de los Menem, donde los curas tercermundistas fueron especialmente difamados y perseguidos aún antes del golpe de Estado. Allí colaboró con la obra del obispo riojano Enrique Angelelli hasta su asesinato en 1976. Viajó entonces a Buenos Aires y comenzó su trabajo en la Villa Itatí, en Quilmes. A partir del testimonio de Carmen García, que buscaba a su hijo desaparecido, tomó conciencia de los métodos de la dictadura y supo de la incipiente organización de las Madres de Plaza de Mayo. Pronto comenzó a organizar misas en las que mencionaba a los desaparecidos con nombre y apellido, y fue uno de los primeros varones en marchar junto a las Madres alrededor de la pirámide.
A partir de su incorporación al MTP y el crecimiento de esa organización, dividió sus tiempos entre la iglesia, la villa Itatí y los viajes al interior para fortalecer el movimiento. En diciembre de 1988 participó junto a la conducción del MTP en la conferencia de prensa para denunciar el intento de desestabilización del gobierno de Alfonsín por parte de los carapintadas, que acaban de alzarse en Villa Martelli. El 23 de enero de 1989, ante la hipótesis de que se gestaba un inminente golpe de Estado, unos setenta militantes del MTP decidieron tomar el Regimiento de Infantería Mecanizado 3 de La Tablada. El enfrentamiento duró más de 24 horas y terminó con 32 militantes muertos y cuatro desaparecidos. También cayeron nueve militares y dos policías.
Puigjané, que desconocía la operación en curso, se presentó ante la justicia federal de manera voluntaria, sin saber que también existía una orden de detención en su contra. Explicó que ignoraba las intenciones del grupo liderado por Enrique Gorriarán Merlo pero quedó detenido. Fue juzgado y condenado en octubre de 1989 por un tribunal que lo responsabilizó por considerarlo miembro de la conducción del MTP. Estuvo catorce años preso. Los primeros siete en la cárcel de Caseros, que definió como “una jaula, una tumba: sin luz, sin sol sin estrellas”. En 1996 fue llevado al penal de Ezeiza. Dos años más tarde cumplió 70 años y obtuvo el arresto domiciliario, que cumplió en la parroquia Santa María de los Angeles del barrio de Coghlan, donde los capuchinos lo alojaron con la condición de que no hiciera declaraciones públicas. El presidente Carlos Menem le ofreció el indulto, que rechazó porque no incluía a sus compañeros. Recuperó su libertad en 2003, cuando finlamente lo indultó el senador Eduardo Duhalde, interinamente al frente del Ejecutivo.
“Antonio es como que conservó su niño… A los setenta años uno podía llegar a ver el niño que fue a los once”, lo describió el cineasta Fabio Zurita, director del documental "Antonio Puigjané, el piru (un franciscano a contrapelo)", para el que lo acompañó durante tres lustros.
--Si no llegamos a hacer la revolución que queremos, al menos que no haya hambre, que no haya pobres –le dice Nora Cortiñas antes de brindar en una escena del documental.
--Y esa sería la revolución –le responde Puigjané, siempre sonriente.
Comunicado de organismos
“Hoy, 27 de agosto, falleció el Hermano Fray Antonio Puigjané, es una pérdida muy sentida para todos quienes caminamos junto a él en la lucha por la Memoria, Verdad y Justicia.
“Los organismos de derechos humanos lo despedimos en un fragmento de un poema de su discípulo Sebastián Glassman: ‘Te recordaremos generoso, entregado, entusiasta; coherente y siempre el primero en lo que había que hacer, y cercano en esos caminos de adentro y de afuera, con tu presencia sacerdotal y eucarística, tu humilde fraternidad franciscana. Sabiendo que enriqueciste la vida de nuestro pueblo desde tu Fe, te decimos ¡Hasta siempre, querido Compañero y Profeta!”
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