En 2016, Andrew Fishman dejó la producción del matutino de la National Public Radio de Estados Unidos, con una audiencia semanal de 30 millones de personas, para unirse al sitio de noticias The Intercept, caracterizado por su línea editorial áspera, sin reservas, frontal y agresiva. El medio de hecho está a cargo de Glenn Greenwald, quien dio a conocer el caso de Edward Snowden y todos los documentos filtrados de la National Security Agency (NSA). Desde The Intercept Brasil, Fishman fue el responsable de sacar a la luz una serie de audios y documentos que mostraban al mundo la cara más oscura del armado del Lava Jato, cómo el proceso del ex juez Sérgio Moro rompió el principio de separación de poderes y favoreció a sus aliados.
“Actualmente, algo que no tuvo mucha atención es la suma millonaria de dólares que se gastó en campañas ilegales y clandestinas de fake news vía WhatsApp a favor de Bolsonaro, que tal como reveló el Foro de San Pablo fueron financiadas por empresas, líderes y millonarios”, dice Fishman. “Es un escándalo inmenso y que tuvo una influencia masiva: ves a la gente por la calle repitiendo estas narrativas falsas que se esparcieron por redes sociales y sitios marginales. Y no es algo sólo de Brasil: pasó en España, en India, en Myanmar... Y podemos estar seguros de que el resto de América latina aprendió la lección, lo cual lleva a que estos métodos se puedan volver a usar.”
¿Es posible una democracia sin privacidad?
–Cada día nuestras sociedades, nuestras instituciones y nuestras vidas se están volviendo más precarias. Pienso en cualquier persona sumergida en la nueva economía de plataformas como Uber o Rappi, que trabaja por un par de centavos, cuya vida es trackeada por completo; pienso en lo inhumano y terrible que es y no quiero que haya más de eso. Estos sistemas están haciendo nuestras vidas más difíciles, porque la gente gana menos, la vida es menos estable y gobiernos como los de Macri o Bolsonaro tienen la intención de aprobar legislaciones que van a empeorar esto.
¿Esto pone de relieve la connivencia entre actores políticos, empresas de datos y medios de comunicación?
–Está claro que necesitamos más transparencia para saber cómo se manejan las corporaciones y el gobierno. Porque cuando ves cómo trabajan y llegás a conocer qué es lo que realmente hacen, te das cuentas de que las instituciones están rotas, que no trabajan para vos, que no te están “protegiendo”. Y cuando te das cuenta, sos más consciente de que te tenés que proteger a vos mismo. Si Facebook le vende mis datos a gente que intenta manipular las elecciones en mi país, o les da acceso a mis datos a gente que quiere influenciar la opinión pública, entonces deberíamos tener a Facebook más a raya, exigirle más transparencia. O ni siquiera tener una cuenta en esa plataforma.
El manejo gubernamental de nuestra información privada, ¿podría habilitar un nuevo tipo de autoritarismo?
–Nuestra privacidad está bajo un ataque constante y creo que esto se va a incrementar, y por cómo se están dando las cosas tal vez el futuro sea más oscuro y autoritario de lo que era hace poco. Y se viene una nueva recesión global, una depresión, la caída de las acciones. No sabemos cómo eso puede ser explotado tampoco. La única forma que encontré para lidiar con la ansiedad es haciendo periodismo, tratando de informar a las personas y crear más conciencia cívica en la sociedad, manteniéndome activo y esperando que la gente se informe y se ponga al día con estos temas. Se engaña a sí mismo cualquiera que no crea que hay operaciones psicológicas financiadas por el Gobierno o por empresas privadas, que afectan las elecciones o la opinión pública. Tenemos evidencia. El escándalo de Cambridge Analytica dejó todo bien claro: el principal objetivo es la opinión pública.