Con los millennials establecidos como adultos consumidores y los centennials convertidos en el grupo de interés, el código memético se volvió universal y los medios digitales que se atrevieron a aprender nuevos lenguajes están comenzando a cosechar éxito. Como Pictoline, el proyecto fundado en 2015 en Ciudad de México, que entendió desde Facebook sobre la comunicación con eje en un lenguaje visual, virtual y viral. Su formato de tira cómica y meme ilustrado, que utiliza para narrar realidades históricas, noticias actuales o cuestiones políticas, hace que un millón de personas siga a Pictoline en Instagram. Diana Iris Peredo Morales es una ilustradora y artista de cómics que se topó con este medio a través de las redes y se enamoró a primera vista de su arte digital, al punto de que terminó trabajando con Pictoline y, ahora, viajando a Buenos Aires para hablar en su nombre en la Media Party.
“Mucha gente piensa que los ilustradores llegamos a la oficina, nos dicen qué hacer y sólo dibujamos. Pero en realidad todo el equipo es muy amplio: contamos con redactores, periodistas, gente de contenido social y un equipo de animación. Todos nos involucramos en el proceso de elaboración de cada imagen, discutimos los temas que hay, el enfoque de información y las bajadas creativas”, cuenta Peredo Morales.
Lo curioso de Pictoline es que con casi diez años en el mercado, logra renovarse y seguir siendo pertinente después de que tantos otros medios fallaran en quedar vigentes. “Tenemos una dieta balanceada”, explica la ilustradora. “A veces nos damos cuenta de que empezamos a hablar mucho de un tema o a utilizar un sólo recurso, por lo que siempre cuidamos que haya un equilibrio. Nos fijamos de publicar noticias de divulgación científica, algo social, algo de actualidad pero también algún chiste o una historia. El balance es lo que hace que los jóvenes se mantengan interesados.”
Pero no sólo de variedad de contenido vive el usuario. El consumidor de noticias por internet intenta ser un personaje activo, expresa el deseo de apelar desde atrás de una pantalla y que el medio responda. “No es que yo tengo una información y me pregunto cómo hacer para que la gente la vea. Más bien un poco de ingeniería inversa: preguntarnos qué es lo relevante para nuestra audiencia, de qué está hablando, qué le importa y cuál es su punto de vista al respecto.”
Diana admite que los detractores de Pictoline suelen cuestionar que transmiten “información seria con dibujitos” y se resisten a relacionar el formato con una manera seria. “Es natural que se cuestione; sabemos que es algo nuevo, a pesar de llevar unos años. Por eso siempre citamos fuentes, porque sabemos que a veces no podemos dar todo el contexto que nos gustaría, pero sí le damos un contexto a las personas para que puedan investigar más.”
Toda información ilustrada en Pictoline tiene que ser verídica, comprobable y proveniente de fuentes serias. Crearon una red de double checkers, gente involucrada en el campo de la ciencia con quienes entran en contacto para ser fieles al tipo de información que transmiten. “Tenemos el chiste de que si es algo que se puede contar a tus amigos en una fiesta, te entienden y es interesante, es un tema listo para hacer”, explica Diana. “Tal vez esa información estaba representada de manera tan compleja en otros medios que a la gente no le interesa leerla porque no la entendía. Y allí entra nuestra labor.”