Somos pasajeros de esta modernidad tardía, cada uno tendrá en este viaje su particular relación con las cosas que lo determinaron, con los modos de satisfacción que elige inconscientemente, con las decisiones que toma. Pero hay un discurso que domina la época y nos afecta de una forma que Gilles Lipovetsky ha ligado a la cuestión del vacío, nos dice que nos rige un vacío y que éste no comporta ni tragedia ni apocalipsis.

Lejos de llegar al fin de la era del consumo, éste se juega su partida de una forma cada vez más radical, y lo que se termina consumiendo es la propia existencia. Es muy gráfica la escena de la película "Tiempos modernos" en la que Charles Chaplin es un operario que trabaja en una fábrica, se pide que aumenten la velocidad de la máquina para producir más, comienza a comportarse él mismo como maquina y luego es devorado por ella, se transforma en un engranaje y finalmente termina enloquecido.

Ese empuje del discurso capitalista da lugar a un vacío de sujeto.

La satisfacción autista que se genera al consumir, como ha sido caracterizada por Jacques-Alain Miller, logra que el sujeto se desembarace del Otro; muchas veces esto toma la forma de un rechazo, que se presenta bajo el modo de un rechazo del inconsciente.

Cualquier tratamiento que aborde la problemática desde una perspectiva yoica, aunque no lo quiera, alimenta ese rechazo. Porque se apunta a suprimir esa forma de satisfacción que rechaza al inconsciente, pero esto no le devuelve, a quien está implicado, su relación al mimo.

Si el problema del sujeto era un intento de resolver ese vacío existencial consumiendo sustancias; eliminando esa solución que el sujeto encontró, no se logrará hacer algo con el vacío que lo aquejaba. Porque no sólo se rechaza el goce, en ese movimiento también se hace lo mismo con el deseo.

Ernest Jünger plantea muy bien cómo la abstinencia no es una solución; como lo señala Epicúreo el problema no está en el goce sino en el exceso, éste perjudica al goce. El adicto no soporta, sufre con el paso del tiempo si no consume, el fumador empedernido por ejemplo no puede disfrutar del tiempo, está empujado a fumar y, si no lo hace, la pasa mal. Si alguien disfruta de una cena, toma algo y luego fuma un habano, esto no comporta un exceso. No se puede tener un goce grado cero, esto también se vive como un vacío.

Si el sujeto puede descifrar cómo está implicado en su forma de satisfacción, ver cómo se encuentra enredado en eso que apunta a taponar ese vacío, entonces puede abrirse un campo que quizás tenía olvidado, aplastado, sin cultivar: el campo del deseo. Y esa es una solución diferente para el vacío, que en lugar de ser existencial, en lugar de pretender erradicarlo, lo preserva para darle lugar a algo que resulta orientador, que no rechaza al goce sino que, en lugar de que resulte nocivo, lo torna vital.

Este fin de semana en Rosario viviremos un acontecimiento único, donde psicoanalistas de todo el país se acercarán a la ciudad (tendremos una invitada especial: Irene Domínguez, directora del TyA Barcelona), para trabajar, durante las Jornadas Nacionales del TyA (Toxicomanías y Alcoholismo), las diferentes relaciones posibles entre el vacío y las drogas.

*Psicoanalista co-director de TyA Argentina. Miembro de EOL y AMP.