Tras el pedido desesperado de una mujer que el año pasado fue encerrada por su pareja en la pieza de una pensión, con su hija de 5 meses, la Justicia condenó al agresor a 3 años de prisión efectiva. "Mi marido vuelve a las 12. Si escucha que me está pegando, por favor, llame a la policía", escribió C. sobre un ticket del supermercado, con un lápiz de albañil. Lo hizo un bollito y se lo pasó a su vecino por un agujerito de la pared. Cuando las rescataron, ambas estaban golpeadas. Ayer, el juez Ismael Manfrín condenó a Gastón Espinosa y lo declaró reincidente, ya que en el momento del hecho estaba en libertad condicional, en cumplimiento de una pena anterior por violentar a otra mujer.

El acusado fue llevado a juicio por la fiscal Luciana Vallarella por los delitos de lesiones dolosas agravadas, lesiones leves agravadas y privación ilegítima de la libertad, por lo que pidió la pena de 3 años de prisión y apuntó a que se unifique con la sentencia anterior. El juez no hizo lugar a la unificación -que será apelada- pero sí condenó al acusado a 3 años de prisión efectiva.

La víctima, de 21 años, conoció a Espinosa, de 31, en la localidad de San Justo, cuando él estaba en libertad condicional por una causa anterior. Rápidamente empezaron los ataques de celos del imputado. Incluso, le hizo dejar la escuela, donde la joven estudiaba dibujo artístico. "Siempre la celaba con cualquier persona que ella tuviera contacto, de manera cotidiana. La violencia se ejercía en forma aleccionadora para que ella entendiera que era de su propiedad", planteó la funcionaria judicial en los alegatos.

La primera vez que la muchacha se animó a denunciarlo, ya tenía a la pequeña. Aunque se ordenó una restricción de acercamiento, el acusado la hostigaba; y la convenció de que empezaran de nuevo en Rosario. Le prometió que cambiaría.

Cuando llegaron compartieron una vivienda que era del padre del acusado, en la que vivía su hermana. Allí, llegó a celarla con su propia familia. "Decía que yo era una cualquiera, que nunca me portaba bien", relató la chica en el juicio.

Ya en la pensión, ubicada en la zona de Avellaneda al 3900, la violencia fue en aumento. La noche del 29 de junio, la joven no aguantó más. "Ese día me pidió que saliera a cargar una garrafa para poder cocinar a la noche, pero no había gas y me mandaban de un lado a otro. Cuando conseguí ya era tarde. Entraba con la nena por el pasillo y me agarró de atrás", dijo sobre la paliza que les dio a ambas. A la nena, incluso, le puso los dedos en la boca para que no gritara. Luego, las encerró con un candado del lado de afuera. "Eran piñas, patadas, trompadas", relató la mujer ante el juez. Esa tarde noche se animó a escribir la nota. "No soy de acá, no conozco nada y quiero volver a mi casa", rezaba, también.

Tras el rescate, ambas quedaron internadas y días después pudieron volver a San Justo, pero el agresor contactó a la joven para hablar sobre la causa judicial y, ante el encuentro, intervino Niñez frente al riesgo para la niña. Ahora, C. comenzó una nueva vida, con una relación "sana" y tiene en trámite la revinculación con su hija.