Con L’incoronazione di Poppea, de Claudio Monteverdi, continua la temporada lírica del Teatro Colón. Desde hoy a las 20, con repetición domingo, martes y miércoles siguientes, la ópera del compositor italiano se presentará, en versión de concierto, es decir sin escenas, en la interpretación del Ensamble Matheus, dirigido por Jean Christophe Spinosi. La mitad de una ópedra, se podría decir, para la que sin embargo el director francés, especialista en música barroca, contará con un atractivo elenco de cantantes.
La soprano mendocina Verónica Cangemi, en el rol de la ambiciosa Poppea, y el contratenor italiano Raffaele Pe, como Nerón, encabezan el elenco. Entre las voces del reparto, el bajo Luigi De Donato interpretará la parte del filósofo Seneca, cuya razón aparece un tanto devaluada en un contexto de ímpetu sensual y ambición de poder; la mezzosoprano Josè Maria Lo Monaco será la voz de la emperatriz Ottavia, humillada y abandonada por su marido Nerón y sedienta de venganza, y Filippo Mineccia cantará la parte del general Otón, despechado examante de Poppea.
Violionista y director, Spinosi es reconocido por su intenso trabajo en torno al repertorio barroco, en particular la ópera de Antonio Vivaldi, aunque sus interesas no se agotan allí. Con esa perspectiva amplia, creó en 1991 en Ensamble Matheus, con el que grabó para los sellos Pierre Verany y Opus111/Naïve numerosas obras del compositor veneciano que hoy constituyen una referencia ineludible. En estas ediciones es posible escuchar cantantes de la dimensión artística de Cecilia Bartoli, Sandrine Piau, Philippe Jaroussky y Sara Mingardo, además de las misma Cangemi, por nombrar algunos.
Entre sus últimos registros discográficos del director con su orquesta se destaca Miroirs, con obras de Dimitri Shostakovich y Johann Sebastian Bach, y Lucifer, con música del compositor contemporáneo francés Guillaume Connesson, ambos para la Deutsche Grammphone. Además, en los últimos años, Spinosi ha trabajado intensamente como director invitado de importantes orquesta europeas, con repertorios que incluyen compositores de los siglos XIX y XX.
L’incoronazione di Poppea es la parábola perfecta del amor como equivocación, la sensualidad como herramienta y el poder como redención. El rechazo de Nerón hacia su esposa Ottavia y su calentura por Poppea, ambiciosa cortesana que acabará ocupando el lugar de emperatriz de Roma, es el tema del que podría considerarse uno de los primeros libretos de argumento histórico de la ópera.
En el prólogo de la ópera, Virtud, Fortuna y Amor se disputan la supremacía entre los humanos y enseguida, a lo largo de los tres actos en los que se articula el drama, la alegoría se materializa en las pasiones arrebatadas de los personajes. El deseo lúbrico y desmedido mueve a Nerón, tanto como la ambición material a Poppea, mientras Ottavia se deshace en su sed de venganza. El contrapeso es la moral estoica del filósofo Séneca y el sincero amor de Ottone.
Para el libreto, Monteverdi contó con la colaboración de Giovanni Francesco. Abogado veneciano y miembro de la Accademia degli Incogniti, cenáculo de librepensadores republicanos incrédulos del Papa e insolentes hacia la monarquía, Busenello elaboró la trama sobre fuentes como los Annales de Tácito, además de De vita Caesarum de Cayo Suetonio Tranquilo, la Historia romana de Cassio Dione y la tragedia Ottavia, atribuida a Séneca.
A veces con secuencias de inédita audacia metafórica, en las que se articulan expresiones sencillas, lenguajes técnicos –el legal, el filosófico, el científico– e incluso la picaresca propia de la canzonetta, el libreto de Busenello se despliega en numerosos registros expresivos. La ambigüedad moral que caracteriza a los personajes –incluso el traicionado Ottone y la repudiada Ottavia– es reflejo del pensamiento irreverente de Busenello, que encuentra en la música de Monteverdi un servidor sensible.
La sensualidad que reclaman ciertas situaciones, del mismo modo que las escenas alivianadas por la jocosidad, llevan la música de un viejo sabio en el pleno dominio de un lenguaje empeñado en representar, muchas veces con soluciones sorprendentes, el voluble mundo de los afectos.
En el ocaso de su vida, Monteverdi gozaba del respeto artístico de sus pares y el reconocimiento económico de los poderosos. La consagración del madrigal, las batallas por el estilo representativo, las polémicas con el cura Giovanni Artusi en torno a la entidad de la disonancia, el acontecimiento de la “Seconda pratica” y los primeros pasos de lo que más tarde se iba a llamar ópera, fueron algunas de las batallas del compositor que todavía participaba activamente de la industriosa actividad musical pública de Venecia.
En el trance de un cambio de época, el paso del Renacimiento al Barroco, o más concretamente de la polifonía a la melodía acompañada, Monteverdi condujo la nave de la música hacia las puertas de una nueva civilización: la de la ópera. Así como primera producción escénica de Monteverdi, L’Orfeo, representó en 1607 el vértice del antiguo estilo pastoral, L’incoronazione di Poppea, treinta y seis años después, marcó el paso definitivo hacia la consolidación de la ópera moderna.