El Presidente sigue en su línea del 12 de agosto, cuando culpó a los votantes por la disparada del dólar que provocaron, juntos, el Gobierno y los fondos de inversión mediante operaciones de acción psicológica. Pero ayer insistió en complementar la propaganda con el abrazo del oso que viene ensayando, hasta ahora sin éxito. Entre sirenas de astillero dijo que “los argentinos estamos viviendo a partir del resultado de las PASO un clima de preocupación y de angustia”.
Las declaraciones de Mauricio Macri coincidieron con el resultado del escrutinio definitivo. El Frente de Todos terminó con 12.205.938 votos y Juntos por el Cambio con 8.121.689. Son exactamente 4.084.249 votos de diferencia. Un 47,78 por ciento para Alberto Fernández-Cristina Fernández de Kirchner contra un 31,79 de la fórmula integrada por Macri y Miguel Pichetto. Si no se toman en cuenta los votos en blanco los porcentajes quedan en 49,9 a 32,93 por ciento. Según la Constitución quien saque un voto más del 45 por ciento queda electo en primera vuelta.
En la planta de Tandanor, cerca del Río de la Plata en la Costanera Sur, Macri afirmó haber entendido “el desahogo y el enojo de muchos argentinos” sobre todo por el último año y medio, en aparente referencia al recrudecimiento de la crisis cuando la Argentina se quedó sin prestamistas externos, se produjo la segunda gran devaluación de su mandato y el Gobierno buscó al Fondo Monetario Internacional. “Expresaron en las PASO el cansancio de nadar contra la corriente hace mucho tiempo” dijo Macri sobre los votantes.
Sin embargo, en lugar de corresponsabilizar al Fondo tal como hizo Alberto Fernández, el Presidente optó por cargar las tintas sobre la oposición. Dijo textualmente: “Tenemos 59 días por delante hasta las elecciones. Que transcurran de la mejor manera es mi responsabilidad como Presidente, pero nunca depende solo de un gobierno”. Y agregó: “Todos los que ocupamos de alguna u otra manera el rol de liderazgo en nuestro país sabemos el peso que tiene cada paso que damos y cómo incide en el presente y el futuro de los argentinos”. Como el voto sería, en la visión oficial, una fuente de “incertidumbre”, el paquete de medidas para rediseñar la deuda y aplazar los pagos funcionaría como una fuente de certeza. El gato encerrado de la palabra “reperfilar” utilizada por el ministro de Hacienda Hernán Lacunza, como se explica en esta misma edición, es que la crisis griega de cesación de pagos remató no solo en la dilación de cobros sino en el diseño de un programa de austeridad fiscal y recesión. “No hay que inventar palabras”, dijo el postulante de Consenso Federal Roberto Lavagna.
El candidato a Presidente del Frente de Todos, entretanto, observa qué sucede con el paquete económico mientras evita caer en lo que su equipo define como una trampa tendida por el Gobierno o para quitarle votos de aquí al 27 de octubre o para incendiar no solo el recorrido hasta el 10 de diciembre sino el principio de la próxima gestión. A ese objetivo se debe, según la explicación del equipo, que haya frenado la intensidad de apariciones en programas periodísticos. La última entrevista fue con Luis Majul, el domingo último.
Ayer, entre una reunión y otra, recibió una pregunta periodística sobre la frase de Macri acerca de los 59 días hasta las elecciones. “Debe estar contando los días”, se limitó a responder.
Este diario consultó al equipo de campaña del Frente de Todos si la frase fue pronunciada con doble sentido.
“Al contrario”, fue la respuesta. “Alberto quiso ser bien literal. Si ve que Macri cuenta los días deduce que está contando los días. Este país está tan envenenado que a un simple comentario se le busca una vuelta.” Sobre el paquete de Lacunza la decisión es “no dedicarnos a hacer resúmenes de conferencias de prensa” y, en cambio, esperar la letra fina del plan gubernamental.
En paralelo, Lavagna sintonizó con el documento en el que Fernández atribuyó la “catástrofe” argentina al FMI y al Gobierno. “El acuerdo con el FMI, en realidad, está sirviendo para financiar la fuga de capitales”, dijo ayer en Coninagro.
Las actividades del candidato tienen un doble cariz. Por un lado, la concentración en territorios donde Fernández-Fernández quieren ganar o achicar aún más la diferencia que hoy tiene a favor el macrismo. Es el caso de Córdoba, el único distrito en el que Macri ganó a Presidente en las PASO junto con la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Por eso ayer Fernández mantuvo una reunión de seguimiento de la situación cordobesa con Carlos Caserio, presidente del bloque justicialista tras la salida de Pichetto y líder de los peronistas cordobeses que combinan su respaldo a Juan Schiaretti en la provincia y al Frente de Todos a nivel nacional.
Por otro lado, la campaña se combina con el establecimiento de vínculos a futuro. Es el caso de la reunión que Fernández mantuvo ayer con los integrantes de la Mesa de Enlace. Surgida en 2008 para pelear contra la resolución 125 de retenciones móviles, agrupa desde ese momento a la Sociedad Rural Argentina hoy liderada por Daniel Pelegrina, Confederaciones Rurales Argentinas con Dardo Chiesa, Coninagro con Carlos Iannizzotto y Federación Agraria Argentina con Carlos Achetoni. Con los cuatro dirigentes quedó Fernández en analizar la situación del agro ya en el plano de los equipos técnicos. Las cuatro organizaciones siguen planteando su reivindicación de eliminar las retenciones pero hace por lo menos un año que hacen hincapié, especialmente las dos últimas, en la misma agenda de las pymes: no tienen crédito, carecen de capital de trabajo, el dólar alto los ayuda a exportar pero los insumos que importan también son en dólares, están ahogados por las tarifas de luz y gas y se enfrentan con un mercado interno destruido. “Vamos a tener una relación fructífera”, dijo Fernández en público a los movileros. “Fue más que buena, por el clima y por el contenido concreto”, reveló uno de sus asesores. A esta altura, además, ya está despejado el ruido por la supuesta resurrección de la Junta Nacional de Granos, tema del que Felipe Solá nunca habló en ese sentido. Solá, muy próximo a Fernández, dijo en cambio que para que no se dispare el precio del pan el Estado debería buscar medidas para desconectar el mercado interno del trigo del externo.