“Ir más allá de una charla de amigos, de una sobremesa, de una guitarreada”. De eso se trata, según Raly Barrionuevo, el dúo que comparte con Lisandro Aristimuño, Hermano Hormiga. La génesis, al menos, parte de esa frescura y espontaneidad. Pero es mucho más eso. Es un proyecto musical que une a dos cantautores con una importante trayectoria en la escena musical argentina. Dos autores, uno proveniente del rock y otro de la música de raíz folklórica, que encontraron una voz original y potente en el universo de la canción. Y que lograron trascendencia y reconocimiento de sus pares.

Un día decidieron juntarse, dicen, por el amor a la música, la afinidad humana, las ganas de hacer cosas nuevas y una sintonía ideológica en torno a la autogestión. “Se dio todo de manera genuina y natural”, resalta Barrionuevo, vía telefónica desde Unquillo. “Cuando nos juntábamos a tocar, a pesar de venir de lugares distintos y músicas distintas, nos dábamos cuenta de que con dos guitarras y dos voces pasaba algo especial. De repente, los dos nos sentimos en un espacio totalmente libre, de descanso de nuestras propias propuestas solistas”, cuenta el santiagueño.

A lo largo de dos meses recorrieron ciudades como Villa Giardino, Santiago del Estero, Montevideo, La Plata, Luján, Marcos Juarez, Rosario, Tucumán, Salta, Tilcara, Córdoba y Mendoza. Y hoy a las 21 presentarán el disco epónimo de Hermano Hormiga en el Gran Rex (Corrientes 857), lo que será la instancia final de la gira

“El 80 por ciento de esto tiene que ver con la amistad. Nos queremos mucho y nos admiramos. Siempre voy para allá o viene él. Y después, bueno, en esas juntadas obviamente siempre había alguna guitarra criolla y nos poníamos a tocar. Nos mostrábamos canciones nuestras y de otros autores. Y siempre nuestros amigos nos decían que hiciéramos algo juntos, hasta que nos convencieron”, cuenta Aristimuño, en su estudio de Villa Urquiza. 

Pero la idea central era que fuera a dos guitarras y dos voces, en un formato íntimo y despojado. La canción y el encuentro como ejes. “El nombre del dúo tiene que ver con el trabajo de hormiga, por el camino vinculado con la independencia y la autogestión”, explica Aristimuño.

Los músicos se conocieron en 2004, cuando el santiagueño le escribió un mail al patagónico para invitarlo a tocar a una peña folklórica. “Le había gustado mucho mi disco Azules turquesas. Y ahí empezamos a escucharnos mutualmente”, cuenta. Pero el intercambio más fluido se dio en los últimos años. Liliana Herrero, amiga de ambos, ofició un poco de madrina. “Nos encontrábamos bastante con Raly en los recitales de Liliana, en los camarines”, recuerda el compositor nacido en Viedma. 

“Fundamentalmente, Hermano Hormiga es un espacio para aprender y salir un poco del ego de cada uno, que es súper importante. Y nos unimos realmente porque nos admiramos. No hubo, por ejemplo, atrás una discográfica que nos uniera. Cada uno tiene su sello independiente. Hay mucha confianza en el otro. Y en vivo se transmite algo relajado, somos dos jugando. Ya sabemos las herramientas y las virtudes que tiene cada uno”, completa.

-Una parte importante de este proyecto fue el hecho de hacer giras por localidades del interior país y salas pequeñas. ¿Por qué esa decisión y qué encontraron ahí?

Lisandro Aristimuño: -Nos era imposible ir con nuestros proyectos solistas a esos lugares, por una cuestión económica, de infraestructura y por el espacio. Los teatros de los pueblos son pequeños y viajar hasta ahí con nuestras bandas, que son numerosas, era difícil. Entonces, cuando surgió el dúo, se nos ocurrió ir a los pueblos donde no podíamos ir como solistas. Porque el formato es pequeño. Arrancamos en esa gira de 2016 en Unquillo y terminamos en Beltrán, donde pasé toda mi infancia. Fue espectacular el cariño de la gente de los pueblos, nos agradecían que fuéramos a tocar a su ciudad. ¡Nos recibían con comida casera! Volví a tener la sensación de familia, de cercanía, del plato de comida que hacía mi vieja. Todo hecho con mucho amor. Se armaba una revolución en los pueblos. En Beltrán había una pancarta que decía “Bienvenidos”. Fue emocionante ver a mis amigos de la escuela ahí, con sus niños. Hay gente que no puede viajar a los centros para ir a ver un show. Hermano Hormiga continúa porque es dar y recibir, volvemos cargados de energía. La federalización es una de las patas importantes del dúo.

Raly Barrionuevo: -Lo de tocar en los pueblos lo planteamos desde el principio. Desde que nació el nombre Hormiga, porque justamente tiene que ver con esa filosofía: caminar la tierra, con una postura under. Ahora estamos tocando en lugares más grandes. Por eso fue rarísimo cuando tocamos el año pasado en el festival de Cosquín, porque veníamos tocando en lugares muy chiquitos. Ahí nos dimos cuenta de que con una plaza de Cosquín llena se generaba el mismo clima. Descubrimos que el dúo podía tocar en cualquier ámbito.

Ni Lisandro Aristimuño ni Raly Barrionuevo habían tenido la experiencia de tocar en un dúo antes. Siempre se habían presentado como solistas. Barrionuevo tiene la experiencia colectiva con La Juntada, con Dúo Coplanacu y Peteco Carabajal. “Era algo totalmente distinto a esto. Disfruté muchísimo esa experiencia porque tocaba con referentes míos, de una generación distinta. Con Lisandro nos llevamos tres o cuatro años pero pertenecemos a la misma generación”, distingue Barrionuevo. “Y el dúo se dio de manera espontánea, con un toque impulsivo pero sintiéndolo. Cuando decidimos hacer la primera gira, en 2016, no sabíamos bien qué íbamos a hacer. Lisandro se vino unos días antes a Unquillo sin tener pensado para nada un repertorio. Así se fue armando y con ese espíritu también salió el disco. También nos dimos cuenta de que funcionábamos grabando. Nos complementamos muy bien: los estados de ánimo, la musicalidad de cada uno, el modo de cantar”. Y los unían, también, escuchas compartidas: León Gieco, Raúl Carnota, Mercedes Sosa, Peteco Carabajal, por caso.

El disco debut del dúo, que fue grabado en la casa de Barrionuevo en Unquillo, propone un recorrido por versiones de autores latinoamericanos y nuevas versiones de canciones propias. Y solo influye dos temas inéditos: “Vida”, de Aristimuño”, y “Amanda”, de Barrionuevo (ver aparte). Si bien los estilos de cada uno confluyen en el disco, el color que sobresale es el de la canción folklórico latinoamericana.

El repertorio elegido, de hecho, va por ese lado: “El surco” de Chabuca Granda, “La Sixto violín” de Raúl Carnota y Jorge Marziali, “Ojalá que llueva café” de Juan Luis Guerra y “Coplita de amor” de Chango Rodríguez. Además, recuperan canciones propias como “El plástico de tu perfume” y “Mi memoria”, de Aristimuño; y “Mariana” y “Duerme”, de Barrionuevo. “Él eligió mis canciones y yo las suyas”, cuenta Aristimuño.

El santiagueño grafica el clima de grabación: “Lo hicimos con tanta libertad que me permití grabar piano, acordeón y charango, instrumentos que solo toco en mi casa, puertas adentro. Nos divertimos mucho, la pasamos bien, nos hace bien el dúo. Nuestra filosofía es no forzar absolutamente nada. Aparte trabajamos el disco con tiempo y paciencia. Lisandro tiene una oreja muy desarrollada desde el aspecto sonoro”. Hay una canción que irremediablemente se torna la más representativa: “El necio”, de Silvio Rodríguez, un autor muy admirado por ambos.

-¿Es “El necio” es la canción más importante del disco?

R.B. -Sí, a nosotros nos identifica mucho la postura política que se plantea en "El necio". Al ser artistas que caminan la autogestión, tanto a Lisandro como a mí, en muchas ocasiones nos han hecho propuestas… pero nosotros elegimos nuestro camino. Creo que todo lo hicimos desde ese lugar, con una necedad importante, necesaria y con mucha convicción. Entonces, esa canción oficia como declaración de principios, es ideal para Hermano Hormiga, para lo que somos nosotros dos y para el camino que elegimos transitar.

L.A.: -A Silvio lo escuché mucho, estaban todos los cassettes en mi casa. Creo que es uno de los mejores compositores del mundo, es único, no se puede comparar con nadie. Es como Caetano Veloso, por ejemplo. Es un zarpado guitarrista y compositor, y su voz es única. Es otro marciano, como Carnota. La letra de “El necio” nos representaba mucho, es esto lo que queremos. Es nuestro himno, nuestra carta de presentación. Si nos preguntan qué hacemos, pensamos en esa letra. Estamos protegidos por esas palabras de Silvio. Sigue vigente todo lo que dice. “Vivir sin tener precio” o “Yo me muero como viví” son frases impactantes. Nos pareció que en este momento social y político estaba re bueno volver a dar ese mensaje que dio Silvio. Hay miles de canciones de Silvio, pero elegimos esa.

-¿Por qué todavía no compusieron una canción juntos?

L.A.: -No sé si es el sentido de Hermano Hormiga. Las canciones las hacemos para nuestros discos solistas y todavía no se dio esa situación. Si las cosas no salen naturalmente, las dejamos reposar. Quizás en algún momento se da eso... Además tenemos un repertorio muy extenso para elegir. Para este disco, escribí la canción “Vida”, compuesta en el cuatro venezolano. Se la escribí a mi hija. Me pareció un tema muy positivo. En la letra le digo a mi hija que disfrute de la vida, que yo estoy acá para bancarla. “Papá está acá”. Es una canción esperanzada. Queríamos que sea un disco positivo y directo; volver a lo sencillo, a lo simple, a la canción desnuda. Algo distinto a lo que hacemos con nuestras bandas. Y nuestras canciones están hechas desde la guitarra, somos cantautores.

-¿Cómo incide el estado de situación social para el trabajo de los músicos autogestivos?

L.A.: -La economía del país está espantosa, y este proyecto nos ayudó a seguir viajando y tocando en diferentes lugares del país. Con mi banda no hubiera podido ir al norte este año; es imposible por los gastos y por la poca cantidad de tickets que se venden. En vez de ir a ver un show, la gente va al almacén a comprar comida o paga el gas, y eso es sumamente entendible. Pero así se destruye la cultura. Y claramente este gobierno no apoya a la cultura en nada. Solo apoya a las grandes empresas, que casi todas son de ellos. Llegué a Buenos Aires en 2001, así que con este modo de producción autogestivo pasé por varios gobiernos. Y sigo haciendo cosas. Este año tuve que trabajar el doble. Pero soy optimista con respecto al futuro. Con Raly hablábamos el otro día y pensábamos que hay un camino alternativo en la música. Y está bueno vivirlo desde adentro a eso. Y siempre tratamos de entregar lo mejor, cuidar cada detalle.

R.B. -Para los artistas está muy difícil la situación actual. Cuesta muchísimos hacer cosas en este momento. Con Lisandro nos cuesta un poco menos la convocatoria, pero en general llevar adelante una propuesta está muy difícil. Cuesta pagar la entrada y ni te cuento hacer un disco, está todo a precio dólar. Todo está zarpadamente mal, es una cosa desesperante para mucha gente. No está exenta para nada esa parte de toda la crisis que estamos viviendo. Y encima ver de manera obscena cómo los ricos se están enriqueciendo cada vez más y cómo la gente de abajo se va empobreciendo cada vez más. Es muy fuerte todo eso. Va más allá de quien esté, porque esto se está construyendo de esa manera. Y dentro de la música se siente mucho el estado de situación. Uno es músico, pero todo el tiempo se involucra con gente que realiza otro tipo de tareas y ve cómo está la cuestión. Es muy triste. Nosotros, con las canciones, también acompañamos el momento que estamos viviendo. Para nosotros es muy importante subrayar el tema de la independencia y la autogestión. Primero, porque somos dos tipos que se juntaron por el amor y las ganas de hacer música juntos. Y además porque en la industria todo está plagado de estrategias, todo tiene que llegar rápido. Así se manejan los monopolios y las compañías discográficas. Hermano Hormiga está muy lejos de todo eso y nos gusta que así sea.

-¿Qué aprendió cada uno del otro?

L.A.: -El folklore latinoamericano me maravilla y Raly es una enciclopedia de eso. Estoy aprendiendo muchísimo de él. Se sabe todas las letras, tiene un disco rígido en su cabeza cargado con acordes y letras. No tiene un librito o un cuaderno, se acuerda de dónde es cada autor. Estoy ahí como un niño aprendiendo al lado de él. Yo conozco folklore de escuchar, pero no de tocar. En la discoteca de mi casa había mucho folklore argentino y latinoamericano. Cuando Raly tocaba alguna zamba, yo volvía a mi infancia. Me gusta jugar con eso en mi música, me parece un universo muy rico. Y me apasiona la poesía que tiene el folklore. Siempre tomé elementos del folklore para unirlos en mi música.

R.B. -Me divierto mucho con Lisandro, es súper inteligente tocando. Estamos súper conectados y un recital nuestro nunca es igual al anterior. A veces cambio algo, pero él tiene una antena y enseguida me sigue. Y nos gusta inventar cosas en la cotidianeidad del micro de gira o en los hoteles. A él le gusta que esté todo el tiempo con la guitarra cantando y que no necesite ver una carpeta. En el ámbito de la música folklórica, de tanto guitarrear nos aprendemos muchos temas. Y es muy importante saber quiénes son los autores de las canciones, porque tiene que ver con respetar a los viejos. La otra vez estuve de invitado de La Vela Puerca y en el camarín estaba guitarreando temas de Los Olimareños. Y cayó Germán Daffunchio, de Las Pelotas, y me dijo que no se olvidaba más de la vez que fui con ellos en un colectivo de gira y no paré de tocar en todo el viaje. León me decía: "Los pibes que vienen del folklore se saben muchos temas, guitarrean todo el tiempo y eso me encanta". En cambio, en el rock no sucede tanto el rito de la guitarreada. Vengo de esa formación, de la guitarreada, un ritual sagrado.

 

La historia de "Amanda"

En el disco Hermano hormiga hay solo dos canciones hasta allí inéditas: "Vida", de Aristimuño, dedicada a su hija Azul, y "Amanda", de Barrionuevo, que habla sobre un viejo amor. La cuestión es que "Amanda" casi no entra en el disco. Su inclusión se desprende de una circunstancia extraordinaria, casi de película. “Una vez veníamos con Lisandro en el auto de una gira por la Costa Atlántica hablando de Buenos Aires y las grandes urbes. Yo le decía que no me gustaba el modo de vida de la ciudad, pero que hubo un tiempo en el que iba mucho a Buenos Aires a visitar a Amanda. ‘Nunca me hablaste de ella’, me dijo Lisandro, y empecé a contarle sobre esta historia de amor, que duró como tres años. El relato empezó a la altura de Pinamar, Lisandro tenía que dejarme en Aeroparque para volver a mi casa”, recuerda Barrionuevo.

 

Y sigue contando: “El asunto es que mi relato terminó justo cuando entrábamos a la 9 de Julio. Y nos quedamos en silencio. Y antes de llegar Obelisco, la vi a Amanda que estaba parada en la 9 de Julio a punto de cruzar la avenida. No la veía hace cinco años. ¡Y había estado hablando tres horas sobre ella! Cuando le grito "¡Amanda!” para saludarla, Lisandro pensaba que le estaba haciendo una broma. Nos saludamos rápido, cambió el semáforo y siguió. Nos quedamos muy sorprendidos con Lisandro por la situación”.

Tiempo después, cuando los músicos estaban grabando en Unquillo el disco, Barrionuevo se sentó al piano una mañana y se acordó de una canción que le había escrito a Amanda cuando se distanciaron pero que nunca había registrado. “No tenía el tema inédito para el disco, pero Lisandro sí. Se lo mostré y le encantó. Y propuso grabarlo. Es una historia muy de Hermano Hormiga, tiene que ver con la conexión del dúo”, entiende el cantautor nacido en Frías. “Amanda”, que cierra el disco, es una canción súper intimista y despojada en la que el santiagueño toca el piano y despliega la profundidad de su voz. “Ella se estará enterando ahora a través de esta nota lo que pasó con la canción y por qué está en el disco”, se ríe.