La cineasta argentina Lucrecia Martel fue la encargada de dar este viernes el discurso en la presentación del León de Oro con el que se homenajeó a Pedro Almodóvar por su trayectoria artística en el Festival Internacional de Cine de Venecia. La directora de La ciénaga no pudo contener las lágrimas en distintos momentos, lo que demuestra no sólo el afecto sino la admiración que le tiene al director y productor manchego. Lo hizo en calidad de presidenta del jurado. "Pedro, estoy muy nerviosa, espero no llorar", comenzó diciendo. No pudo cumplir con su deseo.
Luego trazó un juego de palabras con lo religioso: “Estamos hoy reunidos para celebrar a Pedro Almodóvar. Uso estas palabras que son las mismas de la misa católica. El cine es su religión, lo ha dicho muchas veces. El cine corregía lo que la escuela humillaba en él y en muchas niñas y niños. Su parroquia fue la sala de cine de barrio. En ese altar de luces, de canciones pegadizas, danzaron las divas de todos los tiempos que lo protegieron de la inutilidad moral, como debieran hacer los santos”.
Martel recordó el impacto que el director de Atame tuvo en la contracultura de España. No es para menos: en 45 años ha dirigido y escrito más de treinta películas y cortos.
"Mucho antes de que las mujeres, los homosexuales, las trans, nos hartáramos en masa del miserable lugar que teníamos en la historia, Pedro ya nos había hecho heroínas. Ya había reivindicado el derecho a inventarnos a nosotras mismas. Ya había puesto las prótesis de mamas, los dildos, al lado de un cucharón, o una olla de vapor, al mismo nivel que cualquier cosa útil. Ahora se está ocupando de los hombres. Fundamental. Gracias Pedro!", señaló.
Luego de mimarlo, al decir que "sus películas inauguraron territorios donde se puede vivir mejor", Martel expresó: "Pedro, ahora que la ultra derecha se levanta en el mundo como si nada hubiera pasado, ahora más que nunca lo necesitamos. Porque seguimos mojando nuestras bikinis en un mar de muertos.”