Ca7riel y Paco Amoroso están extasiados. Afónicos, transpirados, escrachados: el titán tiene una guadaña tatuada en toda la espalda y el querubín un FASITO en la panza. Los dos tienen el pecho que no da más, la sonrisa de lo épico, los abrazos de amigues que van desde músicos re zarpados a futuras legisladoras. Ca7riel y Paco Amoroso acaban de liquidar tres shows estallados en Niceto Club, reventando la serie con más de 3000 personas exhaustas, subiendo a Wos a estrenar Canguro, con una ATR Vanda filosa con solos a doble batería, aros de fantasía, visuales tipo story. Y al final del tercer toque la atmósfera es de euforia y quiebre.

 

Justo después de ese último show, en los primeros minutos de hoy, Bizarrap subió su sesión con Ca7riel: ya es tendencia en YouTube y fácilmente pasará el millón de vistas hoy. Las 3000 personas que salieron cebadas de Niceto el sábado, el domingo y ayer llevan días comentando el zarpe de los shows, promoviendo cómo –sobre bases de funk, drum and bass, hip hop y rock fuerte– ellos liberan canciones fuertes y convencidas, dispuestos a conmover, a calentar y a participar del enojo pero también de la joda. La pibada quiere votar y quiere ir pal pary. Y Ca7riel y Paco Amoroso les dan de todo de manera directa, usando el tiempo que otros ponen en la contemplación poética o la perfección discursiva en montar temas enfermos encima de bases insólitas. Diversión, explosión y contenidos de base para una generación que mete en su dieta los dibujitos flasheros y las marchas.

 

En noviembre van a estar en el Buenos Aires Trap 2019 (30/11 en el Hipódromo de Palermo) y ahí su vivo se va a llevar puesta a mucha gente más. El dúo dinámico, que tiene una concordancia de fábula pero apenas cinco temas en conjunto, ya reventó el circuito del indie. Pasado mañana puede tocar en lugares míticos. Pero ahora, ayer y el fin de semana pasado, y acá, en una sala porteña donde se desarrolló en Buenos Aires todo el indie de la generación previa, Ca7riel y Paco Amoroso pasaron a retiro cierta actitud que con el correr de los años se fue volviendo rudimentaria en la escena local: proponen despatarrarlo todo con firmeza y con rabia, pura justicia por mano propia, para que los cuerpos no tengan dudas de bailar, las cabezas no tengan miedo de volar. Haciendo lugar a la emoción más pura de la música urbana, entre el cachengue, la plaza, el pogo y el porro.

 

 

De fumar flores con Lamothe en Ouke a tomar Coca-Cola con el Diego en Coca-Cola –que Paco pasó en vivo junto a Axel Fiks, otro invitado a la saga–, estos dos amigos y MC vienen montando una nave bicéfala que tira lásers por todos lados (o al menos desde el teclado), que se desarrolla en vertical, saltando para romper el piso y el tiempo. La consagración de su fiesta tiene el erotismo de las cosas vivas, eso que persiste más allá de las poesías y las percusiones: la sensación de que el futuro no fue escrito, de que nada está prohibido en una música de género fluido donde el free jazz se integra al trap así como Ca7riel y Paco, así como lo indivisible. Combustibles si están solos pero bombas si van juntos.