En épocas de peso argentino devaluado y fuga de capitales cotidiana, Vélez parece haberle
encontrado la vuelta para recuperar su identidad futbolística, y acompañar su búsqueda ofensiva
en el campo de juego con ganancias millonarias fuera del mismo. La austeridad del campeonato
económico que había impuesto el histórico dirigente Raúl Gámez quedó atrás, cuando Sergio
Rapisarda se convirtió en el nuevo presidente del club en noviembre de 2017. Rápidamente
impulsó la llegada de Gabriel Heinze y bajo la conducción del entrerriano el equipo se olvidó de la
tabla del descenso -ocupaba el puesto 24° entre 28 equipos, con un promedio de 1,182-
y volvió a jugar y a manejarse como un equipo grande.
La venta de Nicolás Domínguez al Bologna de Italia por 9.5 millones de euros por el 75% de su pase parece ratificar una línea institucional. En marzo del año pasado, un cronista de Página/12 se acercaba a la Villa Olímpica a conversar con Santiago Cáseres, un joven tiempista que jugaba con el temple de un veterano, con menos de 30 partidos en el lomo. Cuatro meses después, con 21 años y 35 juegos, abandonó el club por 10 millones de euros rumbo al Villarreal de España. Heinze decidió la llegada de Gastón Giménez y la venta no se notó.
El volante que supo ser convocado por Lionel Scaloni rápidamente se amoldó al talento de sus juveniles laderos. Uno de ellos era Nicolás Domínguez. El mediocampista platinado de 21 años, que se destaca por su despliegue y llegada al área rival, es el actual goleador de la Superliga junto a Matías Suárez y Rafael Santos Borré de River con tres goles en cuatro partidos. Además, acaba de ser citado a la Selección para los amistosos de septiembre.
El último sábado, tras su doblete a Newell’s, Heinze le dejó su lugar en la conferencia de prensa. “Estamos en tratativas con Bologna. La idea no es ejecutar la cláusula (€10M), no quiero forzar nada. La posibilidad es dejarle más dinero a Vélez y en cuotas. Mi representante está en Italia. Si me toca quedarme acá, lo haré con muchas ganas”, decía con sentido de pertenencia y coherencia Domínguez. Lo cierto es que el conjunto italiano se terminó de decidir con su gran actuación, y ya se hizo la revisión médica y firmó un contrato por cinco temporadas.
Y si bien se pierde el duelo ante Estudiantes, seguirá en Vélez a préstamo hasta junio del año próximo (con posibilidad de rescindir en diciembre de este año si lo necesitan antes allá). El conjunto de la V azulada conservará, además, el 25% para una futura venta. El otro intérprete de este mediocampo primera clase es Lucas Robertone. También surgido de las divisiones inferiores. A sus 22 años, por su buen pie y gran pegada es codiciado por el Sporting de Lisboa y fue convocado por Fernando Batista para integrar el Combinado Nacional Sub 23. Hace algunas semanas, anticipando lo que podría suceder una vez comenzada la Superliga, Heinze fue contundente: “Si se va un jugador más, vayan buscando DT”.
Y si bien ningún dirigente quiere perder al padre futbolístico de este proyecto, Vélez parece haber vuelto a las fuentes. Aquellas en las que su cantera le aporta talento de exportación y sólo incorpora poco y de calidad. Hace pocos días el presidente, Rapisarda, explicó que la renovación de Thiago Almada, una de las grandes apariciones del fútbol argentino y la última joya de la abuela, está cerca de ser firmada. Aunque los cantos de sirena del Manchester City de Pep Guardiola se hicieron escuchar, la joya de 18 años extendería el vínculo que vence en junio de 2020, y su nueva relación contractual tendría una cláusula de rescisión que ascendería a 25 millones de euros (lo que lo convertiría en la venta más cara de la historia del club en caso de consumarla).
Matías Vargas, de 22 años, quien compartió la pensión con Robertone, fue transferido hace un mes y medio al Espanyol de Barcelona por 10,5 millones de euros por el 80 por ciento de sus derechos. Esa proyección internacional que viene logrando el elenco de Liniers en los últimos años permitió que, por ejemplo, su actual delantero Maximiliano Romero (de 20), haya sido transferido al PSV holandés por 10.5 millones de euros limpios más el 10% de una futura venta cuando sólo tenía 18. El atacante volvió a préstamo porque no logró continuidad en Europa, y ya empieza a recuperar el olfato goleador y su mejor forma física.
De esta manera, en uno de los que equipos que mejor juega en la Superliga la venta de sus jóvenes jugadores franquicia parece la clave para sostener, a un club integral de múltiples disciplinas deportivas y académicas para todos los niveles. El resultado del ejercicio comprendido entre el 1° de julio de 2017 y el 30 de junio de 2018, según se informó en la Asamblea de noviembre, mostró un superávit de $ 342.815.648. Por si fuera poco, este rejuvenecimiento institucional se produjo en un momento en el que el equipo pasó de pelear por evitar el descenso, a volver a clasificar a un certamen internacional (Copa Sudamericana 2020) luego de cinco años de ausencia.
Se ratifica entonces que con buena gestión, directores técnicos que potencien a sus jugadores desde jóvenes y futbolistas comprometidos con el proyecto, los clubes pueden seguir siendo exitosos como asociaciones civiles. Aunque la coyuntura económica y las presiones políticas hayan hecho fuerza por las privatizaciones de la mano de las Sociedades Anónimas Deportivas.